ESPECTACULOS
Carla Calabrese y Mela Lenoir

“El teatro es un muy buen espejo para vernos reflejados”

Las co-directoras de Consentimiento analizan el espectáculo que busca abrir debates actuales y pertinentes desde un escenario comercial.

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Carla Calabrese y Mela Lenoir. | GZA. PRENSA THE STAGE COMPANY

El espectáculo Consentimiento de Nina Raine refleja el mundo de los abogados entrecruzando juicios (en este caso una violación) y la vida privada, también alterada por un crimen ese crimen y los puntos de vista sobre el mismo. La obra se presenta en el teatro Maipo, con dirección compartida entre Carla Calabrese y Mela Lenoir. En elenco está Lenoir junto a Diego Gentile, Iride Mockert, Daniela Pantaano, Bruno Pedicone, Alejandra Perlusky y Sebastián Suñé. Las funciones son los sábados 20.30 y domingos 19.30 hasta que a fines de abril vuelve el musical Come from Away y entonces pasará a los martes. 

—¿Cómo accedieron a este texto?

MELA LENOIR: Estaba de viaje en Galápagos, Ecuador y una turista turca que trabajaba en Londres me contó que amaba el teatro. Así conversando me contó de la existencia de esta obra porque la había impactado muchísimo. Cuando llegué al hotel la busqué hasta que la encontré. Cuando empecé a leerla me pareció una comedia y luego se fue transformando. Me di cuenta que podía haber gente que se riera de algunas situaciones y otras que enojaran. Me impulsaba a tomar partido sobre ciertos temas, como los vínculos tóxicos o gente que no te puede pedir perdón. Se la comenté a Carla (Calabrese) y ella la pudo ver en internet ya que hay grabaciones del National Theatre de Gran Bretaña. Decidió comprar los derechos y me dijo: “Hagámosla”. Ambas sentimos que era una obra que tenía algo importante para decir y que queríamos hacerla.

CARLA CALABRESE: Por todo el esfuerzo y riesgos que implica montar un espectáculo creo se debe elegir algo que vaya más allá de lo comercial, sino a mí no me alcanza. Busco profundidad y reflexión. Creo que ésta despierta mucha polémica buscando quién tiene razón. Es muy interesante la ambigüedad que plantea y lo difícil que es buscar un sistema legal que garantice más objetividad y justicia. 

—Aparecés como adaptadora, codirectora, escenógrafa, iluminadora e intérprete…

L: Fue Carla quien me enfrentó con mis miedos más grandes. Le contaba cómo la veía y ella me impulsó a hacerla. Este espectáculo tiene que convivir con los otros del Maipo como Come from Away, Shreck y Tengo cosas para hacer de Dalia Gutmann. Sabía que tenía que tener en cuenta esas escenografías y armar algo que pudiera compartir espacio. Carla me vio haciendo este papel y me hizo un viaje de empoderamiento. 

—En la versión que se da en el Maipo uno de los personajes es de origen paraguayo: ¿forma parte de tu adaptación?

L: Efectivamente, en el texto de Nina Raine el personaje es una mujer de bajos recursos que habla cockney, que es un inglés difícil de escuchar y entender. Para hacer la adaptación me tuve que conectar con mis lados más oscuros y horribles. Siento que hay mucha discriminación todavía en Argentina hacia nuestros hermanos de los países limítrofes, como Paraguay y Bolivia. Quise que nuestro público se enfrentara a esta realidad. 

—¿El tema de la justicia parecería que es igual en Inglaterra que aquí?

L: Lo hablamos mucho con la dramaturga. Sus textos son muy universales, ya que muestra mundos conflictivos y lo hace de manera muy humana. Si nos interpela es porque pasan hechos muy parecidos. Ella conoció un caso de violación, supo de cerca la actitud de los abogados y le partió el corazón ver cómo el jurado perdía confianza en el relato. Justicia, violación, asesinatos y consentimiento son circunstancias muy universales. Creo que es una obra necesaria. 

C: Muchas veces la gente de menos recursos no puede acceder a buenos abogados. Si el violador es de clase alta seguramente va a zafar. No digo que siempre sea así, también puede haber acusaciones falsas. Hay que buscar objetividad, entre los derechos de la mujer y del hombre. A veces, nosotras nos acostumbramos a que no nos pidan perdón y eso acrecienta el resentimiento. Me parece que hay que explicar por qué lo necesitamos. 

—¿Hoy cómo sigue el Maipo después del fallecimiento de Lino Patalano?

C: Estamos aprendiendo a convivir con la orfandad. Él era un ser muy positivo que nos contenía. Su ausencia la notamos todos los días. Buscamos respetar su legado, cada uno desde nuestros puestos. Trato de hacer lo mejor que puedo, pero soy más directora que productora, Lino tuvo ese lugar hasta su último día. Tengo la responsabilidad de mantener la calidad que él siempre soñó y realizó. Tuvimos un vínculo inolvidable, que fue creciendo durante ocho años.

—¿Podríamos entablar un paralelismo con Jauría, donde también se expone un caso de violación, aunque en ese caso grupal?

L: Me parece que aunque van por aristas diferentes, pertenecen a un mismo subtema o carpeta. Lamentablemente siguen habiendo violaciones, homicidios, abusadores. También aparece el tema del aborto. Creo que el teatro es un muy buen espejo para vernos reflejados. 

—¿Es una propuesta feminista?

C: Están muy equilibradas las dos miradas: la masculina y la femenina. Creo que la obra muestra muchos temas. Me parece que nos exige a no ponernos de un lado. Quisimos poner en tensión todo. Siento que la justicia no está a la altura de la realidad. Y con las minorías olvídate de la justicia. Cuantos menos recursos, estás mal vulnerable. Necesitamos defensas justas para que todos tengan las mismas posibilidades. Debemos aprender de todo lo que nos está pasando y no sólo sucede en la Argentina. El texto fue escrito y estrenado en Londres. 

L: El planteo muestra verdades con igual peso, para ambos sexos. Lo interesante es que todo lo que denuncia nunca se ve. Están los relatos de lo que uno y otra dice. Pone a los espectadores en el lugar del jurado. 

Es muy interesante cómo se muestran las percepciones. Es una obra que abre preguntas.