ESPECTACULOS

Elena Roger: “El teatro genera buena vibra planetaria”

La cantante y actriz regresa a los escenarios de Buenos Aires con un concierto de música popular. Lanzó junto a Escalandrum un disco doble en homenaje a María Elena Walsh y adelantó la posibilidad de reponer en escena Piaf. Su vida cotidiana y sus costumbres en pos del cuidado medioambiental. Reflexiona sobre la importancia de ser artista hoy.

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Regresa a los shows en vivo en una semana en La Trastienda con un repertorio que recorre toda su carrera y sus hitos. | jose tolomei

Elena Roger tiene numerosos espectadores que la siguen en sus proyectos, sean en formato de gran musical, en trabajo de equipo con una banda o como solista, espacio en donde se permite mucha libertad para elegir el repertorio de canciones que interpreta. Aunque ya está circulando por varias ciudades de la Argentina haciendo conciertos junto a Escalandrum, después del inicio de la pandemia en marzo de 2020 aún no había regresado presencialmente frente al público de Capital Federal. La ocasión será el 10 de diciembre a las 20.30 en La Trastienda, acompañada de Carlos Britez (piano), Osvaldo Tabilo (batería), Juan Bayón (bajo) y Christine Brebes (violín), todo con dirección musical de Javier López del Carril y dirección general del artista de la actuación, la música y el cine Mariano Torre, y también pareja de Roger. Con la expectativa de ese evento, comienza esta entrevista.

—¿Cómo surge este concierto en Buenos Aires?

—Es un reencuentro con el público, desde mí. El año pasado hice un streaming con Javier López del Carril, guitarrista que conozco desde Mina, del ´93 y con quien hice mi primer disco: Recorriendo el rock nacional, antes de irme a hacer Evita a Londres. Después de Londres, saqué mi disco Tiempo mariposa. Con la banda tenemos un recorrido bastante amplio. En la pandemia, hicimos un streaming solamente con el guitarrista y 14 cámaras. Este año yo tenía muchas ganas de salir a cantar estas canciones que tienen que ver con el rock nacional, folclore, tango, musicales, pero, sobre todo, con cosas populares. Es un repertorio muy ecléctico que solamente toco con esa banda; algunas canciones, solo con guitarra y voz. Me permito tocar lo que tengo ganas, teniendo en cuenta lo que quiere escuchar la gente: siempre vamos a tener en la manga un No llores por mí, Argentina y algún tema de Piaf. 

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—Y “Piaf”, ¿puede volver?

—Estamos intentando hacer Piaf el año que viene, en Buenos Aires, a partir de la segunda mitad del año; estamos haciendo todo lo posible, para poder festejar los 150 años del teatro Liceo con esta obra.

—¿Cómo es compartir vida y trabajo con Mariano Torre?

—No hacemos un montón de cosas juntos, sino algunas. Nos unieron cosas como lo actoral o trabajos que tienen que ver con la sustentabilidad, con nuestra forma de vida, como Nave tierra [casa ecológica en Ushuaia, sobre la que filmaron un documental]. No es que yo tengo que trabajar sí o sí con Mariano; yo elijo trabajar con él. En este nuevo rol, Mariano se incorporó durante los streaming, con 14 cámaras, todo en vivo. Fue una súper experiencia, como un viaje a la Luna. Mariano tomó ese rol de dirección que nos gustó mucho tanto a Javier como a mí. Yo nunca había tenido en mis conciertos alguien que mirara de afuera, una dirección. Admiro mucho a Mariano y lo respeto mucho con su mirada. Y en casa, somos un gran equipo; nos gusta decir que nadie ayuda a nadie. No es como siempre se dice “Mi marido me ayuda un montón”. No: nos complementamos. Los dos somos un equipo y sabemos que tenemos que hacer cosas para la casa, para los chicos, y los dos tenemos que trabajar, entonces los dos nos apoyamos.

—Paralelamente estás desarrollando proyectos con Escalandrum. ¿Cómo es esta otra modalidad de trabajo?

—En enero, se van a cumplir ocho años en que trabajo con Escalandrum, proyectos que hacemos en colaboración como 3001 Proyecto Piazzolla. Ahora estamos defendiendo el proyecto María Elena Walsh, que tiene el disco El reino del revés, que es para público infantil, y Como la cigarra, que es para público adulto. Estuvimos en Bahía Blanca, Neuquén, Tucumán, San Juan. Creo que el año que viene vamos a hacer una fecha en Buenos Aires. Empecé a trabajar con Escalandrum, porque yo quería cantar Piazzolla y me pareció fantástico cómo Escalandrum interpretaba Piazzolla. Así empezó. Quisimos hacer otro repertorio y como María Elena cumpliría 90 años el año pasado, nos pareció que estaba bueno homenajearla. Todos tenemos hijos, hijas, pequeños, entonces volvimos a ese mundo infantil. Un disco de María Elena Walsh también tiene que ver con cómo quiero llegar a mis hijos a través del arte; yo soy artista y quiero que me vean haciendo cosas que a ellos les gustan. Y también decidimos hacer un disco para el público adulto.

—¿De qué manera te acercás a María Elena, qué te representa?

—Primero, me encanta que sea una mujer. Antes del feminismo, el feminismo así con todo, yo no me daba tanto cuenta de que el mundo era muy masculino. María Elena es una súper recontra gran artista; yo crecí con su repertorio, del que siempre se habló sobre su doble mensaje. Yo era chica y La pájara pinta me conectaba con la pajarita que había perdido su amor, me daban ganas de llorar porque había un cazador que había matado a un pajarito, no conectaba con otro segundo mensaje. En este proyecto, descubrí los temas de María Elena para los adultos, sin filtro, como Canción de cuna para gobernantes u Oración a la justicia. Directo; poesía directa, fuertísima.

—Por esas coincidencias del nombre y de tantas cosas, ¿te sentís otra Elena?

—Yo no le llego ni a los talones a María Elena, no escribo, no. Lo único que puedo decir es que este tipo de mujeres allanaron el camino, nuestro camino, porque hubo una María Elena defendiendo su lugar y diciendo “Esta soy yo” y escribiendo lo que escribía y también luchando con ese mundo de hombres. Me imagino a María Elena y todo lo que tuvo que pelear para tener un lugar de escritora como corresponde y que no la menospreciaran.

—En este mundo más complejo que nunca, ¿qué sentidos tienen para vos el teatro y la música?

—Son sentidos muy energéticos, que tienen que ver hasta con la salud. La música es un arte que conecta directamente con el universo. Cuando uno escucha una determinada música, hay sensaciones, vibración, algo áurico. Yo siempre impulso y digo “Hay que cantar”. No puede ser que haya gente que no cante porque canta desafinado: no importa que cantes desafinado, no importa si tu voz no es igual a la de Mariah Carey, tenés que cantar igual porque hace bien al cuerpo, es una expresión, es una manera de sacar cosas. Es como hablar: no te calles las cosas, no te calles los sonidos, no te calles el cantar. El teatro, después de haber tenido que estar encerrados, es un ritual, un lugar donde un montón de gente se reúne, donde hay diversión, donde dejar descansar la mente y estar abierto a las sensaciones. El artista da, y el público da también, porque esa atención es dar. Es todo un ida y vuelta de energía, que genera buena vibra planetaria.

 

Sin maquillaje y con la verdad

Sostiene la artista: “Cuando soy yo, cuando no tengo un personaje, me gusta mostrar que soy una persona normal, que no soy un extraterrestre, que no hay por qué admirarme. Está buenísimo que te guste lo que hago en el escenario, y cuando me bajo, soy una persona normal que va al supermercado. No necesito llamar la atención de otra manera. Además, no veo por qué la mujer tenga que estar ni maquillada ni peinada ni nada, para ser bella. Los hombres no se maquillan para estar bien. Nosotras no necesitamos un rimmelcito ni estar ni tres horas en la peluquería, para estar lindas, no, ya somos lindas. Eso es tiempo que pierdo en otras cosas. ¿Por qué tengo que hacerlo? ¿Porque la sociedad, si no, no me acepta? También me gusta ser austera, porque no todo el mundo tiene la posibilidad de determinado vestuario, no me gusta dar la imagen de que si vos no tenés puestas esas zapatillas, no sos parte. Y también, por la sustentabilidad y la ecología, pienso que todo lo que no es necesario para la supervivencia genera testeo en animales, basura, cosas que no veo necesarias en el actual estado límite del planeta. ¿Gastar todos los meses un lápiz labial? Nadie se hace cargo de ese envase. ¿Y qué pasa con el testeo animal? Para salvarme la vida, bueno, testeá un animal, pero ¿testear un animal para que yo me ponga un rímel? No lo veo coherente. Si en un escenario, hace falta algo más vistoso para, por ejemplo, determinado personaje, bueno, me pongo un labial, resalto los ojos, pero muchas veces me subo sin ponerme nada, porque los hombres tampoco lo hacen. Por el hecho de que soy mujer, no es que me tenga que maquillar”.