Nació en Buenos Aires, pero tiene un marcado acento español. Su padre, el actor Diego Botto es un desaparecido y su madre, la actriz, directora y docente Cristina Rota llevó a sus hijos a España. Ahora, su hijo, el actor, dramaturgo, guionista y director Juan Diego Botto llegó para presentar sólo por cinco funciones un espectáculo que le valió el Premio Nacional de Teatro en 2021. Dice: “Los premios me dan igual, pero éste fue muy distinto. Me lo dieron por el texto de Una noche sin luna, ya que hablaba de transmitir valores sociales a través de un lenguaje poético. Por lo general se da a gente muy consagrada y no estoy en la edad de estarlo. Reconocieron que en esta obra había una búsqueda de que el teatro fuera un espacio de reflexión social. Me mantiene vivas las ganas de seguir escribiendo”. Y es ésta la propuesta que desde el miércoles 21 hasta el domingo 25 inclusive se podrá ver con dirección de Sergio Peris-Mencheta, en la sala Martín Coronado del teatro San Martín.
—¿Cómo surgió este espectáculo?
—Originalmente iba a hacer un recital con poemas, monólogos, charlas y conferencias de Federico Garcia Lorca, pero preparándolo empecé a leer biografías y particularmente la de Ian Gibson, que para mí es la mejor. Releyendo su vida encontré que el momento histórico que le tocó vivir tenía mucho sentido en la actualidad, con ecos que vibraban de manera muy notable en nuestro presente. Como que nos hablaba de algo que también estaba ocurriendo en España en ese momento. Los primeros años treinta en Europa, con ese incipiente nacimiento del fascismo y cómo algunos intelectuales buscaban enfrentarlo, Lorca, entre ellos. Volvían a resonar las voces de la extrema derecha, cosas que le decían a él y se repetían. Dejé de lado la idea del recital y empecé a escribir esta obra.
—¿Qué dirías del texto?
—Mucho tiempo después de haber dejado la obra, el director Sergio (Peris-Mencheta) con el que hicimos un trabajo muy colaborativo me pidió que escribiera una página sobre de qué iba en esencia. Me había sentido muy contento de haberme alejado de mis temas habituales en mi teatro: no estaba hablando de Argentina, ni de dictadura, ni de exilio, ni de impunidad. La veía netamente española, como lo es García Lorca. Pero me di cuenta que había escrito sobre un hombre arrestado ilegalmente, torturado, fusilado y su cadáver desaparecido. Habla de la memoria, que es lo único que nos dota de identidad. Tenemos nuestros temas y obsesiones y siempre damos vuelta sobre ellos. De manera superficial nadie encontraría similitudes con mis anteriores textos, pero en lo profundo sí lo tiene.
—¿Cuánto hay de García Lorca y cuánto de Juan Diego Botto?
—Es una pieza original, pero hay momentos donde reproduzco algunas poesías, conferencias, charlas y algún fragmento de una obra de teatro. Es Lorca en primera persona, contando su vida, basándome en su biografía, con algunos datos que fueron novelados y teatralizados. También cito entrevistas, que ya fueron publicadas. Digo respuestas reales a preguntas que también fueron reales.
—¿Cambió la mirada en España sobre Federico Garcia Lorca?
—Sí, porque es muy difícil de ponerle puertas al mar. Cambió con la llegada de la democracia a España y el esfuerzo de muchos directores. Lorca es sin lugar a dudas el poeta y dramaturgo más traducido. Al tener esta dimensión internacional es imposible negarlo adentro, lo cual no significa que merezca mayores tributos. Federico es el desaparecido más célebre que tenemos en España y es un emblema de los miles de cadáveres que aún están sin exhumar en las cunetas de todo el país. Menos, pero aún sigue quedando quien diga: “algo debe haber hecho”. Fue un hombre amado por una sociedad moderna con ansias de cambio y otra parte que lo veía como un anti España.
—Del teatro te volcaste al cine. En tu película En los márgenes (Netflix) aparece un problema cercano y actual en España: los desalojos.
—Creo que los desahucios son la peor expresión de la violencia contra la pobreza y tratan de resolver un problema social como si fuera de orden público. La gente que no tiene dinero para asumir una hipoteca o un alquiler no son delincuentes. Es un problema social que debe ser dimensionado desde políticas sociales y no mandar a la policía, esa no es la solución. Las viviendas hoy tienen precios escandalosamente y si no hay soluciones vamos a tener que aceptar ver familias con niños en las calles, durmiendo ahí. La película surgió a través de ver estos casos, ya que mi compañera es periodista (Olga Rodríguez) e investigaba este tema. Trabajamos juntos, convivimos con estas familias que nos dejaron entrar a sus casas. Me sentí involucrado. Tardamos muchos años en conseguir el dinero para hacer la filmación. El guion lo escribí a lo largo de tres años e hice muchas versiones.
—Uno de los papeles más importante lo hace Penélope Cruz quien aparece como productora…
—Ella fue la pieza fundamental. La conozco desde hace muchos años y había visto una obra teatral mía y me pidió que le escribiera algo. Cuando tuve el guión se lo alcancé y quiso involucrarse incluso como productora, la llamada a Netflix la hizo ella. Estoy muy agradecido, es una actriz de un enorme compromiso. No es un personaje fácil, le anticipé que no iba a salir guapa, ni favorecida. Fue muy bonito trabajar tanto con ella como con Luis Tosar. Tuvimos cinco nominaciones a los Premios Goya, aunque no ganamos ninguno. Fue un año especialmente competitivo y tampoco era el momento para este tipo de cine social. Luego competimos en Venecia y se vendió a muchos países y está teniendo un bonito recorrido primero en salas.
—Los actores argentinos tienen un lugar importante en España: ¿hay una explicación?
—Creo que hay mucha admiración. Debemos aclarar que las primeras escuelas de teatro que se establecen en España terminada la dictadura son de personas no españolas. Por ejemplo, argentinos, como mi madre – Cristina Rota-, Jorge Eines, el inglés William Layton, años más tardes Juan Carlos Corazza y ahora Claudio Tolcachir. Fueron cuarenta años donde no había esa tradición, mientras que aquí estaban Agustín Alezzo o Carlos Gandolfo. Se buscaban actores con verdad, que supieran arriesgar y jugar. Eso despierta admiración en el público español, pero también sucede con el cine argentino en general. Pensar en el nivel de producción que hay en Argentina, con respecto a la cantidad de títulos que consiguen exportar es enormemente meritorio. La proporción de dinero que se invierte y el éxito que se consigue es muy buena. Hay muchos talentos e historias que se cuentan, la última fue Argentina 1985, un éxito rotundo.
Futbolero pero no docente
Juan Diego Botto se define así: “Tengo casi 48 años y llevo cuarenta y cuatro viviendo en España, mi mujer y mi hija lo son. Mi acento también lo es. Nunca dejé de reivindicar mi argentinidad, mantengo mi pasaporte y de alguna manera también lo siento, es una parte de mi”.
Cuando se le recuerda el Mundial de Fútbol afirma: “Lo pase muy mal. Dije que no lo vería porque sentía que era lamentable que se hiciera en un país donde no se respetaban los derechos humanos. Pero pasaron los partidos y todos me decían que bien estaba jugando la selección. Me mantuve en no verlos, pero los escuchaba en la radio. El último no quise saber nada, pero estaba en Barcelona, salí a la calle, la Rambla estaba plagada de camisetas argentinas y comprendí que habíamos ganado”.
Confiesa: “No tengo ningún talento para la docencia, para eso hay que valer y yo no valgo. Veo el rigor de mi madre para preparar sus clases y sobre todo esa generosidad. La gratitud hacia los maestros suele ser escasa. Hay que tener una pasta especial para ser pedagogo”.
Anticipa: “En septiembre empiezo a rodar una ópera prima de una directora sobre las relaciones de parejas, aún sin título. Además estoy escribiendo una serie para Movistar, donde me invitaron a participar como guionista y actor. Tengo pendiente escribir una obra sobre inmigración, para que la dirija Sergio Peris-Mencheta pero no actuaría. También quiero filmar en Buenos Aires una película sobre la historia de mis padres, quienes se pusieron de novios ensayando Romance de Lobos de Valle Inclán con dirección de Agustín Alezzo, en este mismo teatro donde estrenaré. Estoy muy agradecido al San Martín por la invitación ya que cerraré este espectáculo donde todo empezó para mí ”.