ESPECTACULOS
Gilles Jobin

“El terrorismo me desinspira”

El coreógrafo suizo presenta su obra Quantum en la Argentina. Defiende que el Estado financie la danza contemporánea y otras artes, y critica a los políticos de todo el mundo.

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Analisis. El coregrafo asegura que los pases mejor organizados y con menos corrupcin poseen mejores polticas culturales. | Gregory Batardon

El suizo Gilles Jobin reconoce a Merce Cunningham como un artista que lo ha marcado, pese a que no se formó con él: “Me gusta la abstracción que hace en la danza y que considera que la danza es una cosa, la música otra, el decorado otra, y no tienen que influenciarse”. Y a su padre pintor, Arthur Jobin, como otra influencia: “Hacía cuadros muy geométricos; por él tengo una conciencia orgánica de la geometría, aunque nunca la estudié”. Y advierte que conocer España a través de la coreógrafa María Ribot, con quien se casó, tuvo hijos y está en proceso de separarse, le mostró un país libre, con raíces fuertes, a diferencia de Suiza, “muy pequeño, que no tiene mucho folclore, tradición, raíces”.
El coreógrafo está en la Argentina presentando su pieza Quantum, donde interactúan seis bailarines. Su primera actividad será una charla, el miércoles 3 de agosto, en el Centro Cultural de la Ciencia (Godoy Cruz 2270), donde contará la génesis de Quantum que, efectivamente, se verá del 4 al 7 de agosto en la sala A del Centro Cultural San Martín (Sarmiento 1551). Luego, hasta el 14 de agosto, irá de gira por La Plata y las provincias de Corrientes y Misiones.
—¿En qué consiste esta obra?
—Hice Quantum después de una residencia en 2012 en el CERN –[Conseil Européen pour la Recherche Nucléaire, en la frontera de Suiza con Francia], el mayor laboratorio de partículas del mundo–, alrededor de principios de la física de partículas. Propuse a los bailarines, para que ellos crearan movimientos, instrucciones como la gravedad o la fuerza electromagnética, que hace que la materia se mantenga unida pero sin contacto. Es una pieza muy abstracta, porque la física de partículas es muy abstracta, contraintuitiva.
—¿Cuestiones de alto impacto social, como el terrorismo en Europa, intervienen en tus creaciones?
—Años atrás, hice una obra, Braindance, inspirada en las guerras de los Balcanes en los 90. Pero el terrorismo es una cosa tan pública, que no hay mucho más que decir sobre él. No me genera ninguna inspiración. Es al revés: me desinspira. Me parece algo tan tremendo, tan dramático, tan absurdo, que no reacciono. Tengo más ganas de abstraerme y hablar de cosas más poéticas, con más distancia: la existencia, la condición humana, el cuerpo, el espacio, el tiempo.
—¿Por qué creés que la danza, a nivel mundial, es un arte con menos difusión que la música, por ejemplo?
—Porque los bailarines no duran mucho. A los 35, 40 años se hartan de vivir tan mal. No es que no puedan bailar más, es que necesitan otras formas de sobrevivir, de sostener una familia. Además, ¿qué queda de la danza? Queda nada. Lo vemos con Pina Bausch; creo que su compañía se va a morir. Los antiguos bailarines de Pina ya están bastante viejos y cansados. Y una compañía, sin el creador, no tiene interés. Dos años después de la muerte de Merce Cunningham, ni su estudio quedó. Esto ni siquiera se soluciona con el video: nadie se pone un espectáculo de danza mientras lava platos. La danza requiere presencia, requiere concentración