Alfredo Piro es un cantante que une tradiciones. Hijo de Susana Rinaldi y Osvaldo Piro, dos tangueros de ley y, en su opinión, a la vez revolucionarios. Él –se dijo– no podía ser menos. En busca de su propio estilo grabó en Segundas intenciones (su segundo disco), Llorando en el espejo de Charly García, y ahora va por más en el camino de la experimentación.
—¿Cómo fue el camino entre “Bien debute”, su primer disco, que fue más clásico, “Segundas intenciones” y el disco que está preparando?
—Creo que el camino fue llegar a ocuparme de ser yo: Alfredo Piro. Que sin ningún tipo de prejuicios pueda incluir todo el bagaje musical que tuve antes de abordar el tango. Tener la capacidad de mixturar sin pruritos un candombe foráneo, una manera un poco irrisoria de titular Close to Me de The Cure, que lo hice en formato de candombe y con letra en castellano. Y ver que no está tan alejado, no son tan distintos los sentimientos.
—¿Los tangueros tienen algo dark? ¿O en el dark hay un espíritu tanguero?
—A mí me pasó estar en un recital de Los Visitantes, cuando recién empezaban, y escuchar un tema reoscuro y decir: “¡Pero esto es tango puro!”. No hay necesidad de viajar a Londres para encontrar esa oscuridad.
—¿Qué dicen tus padres de estos experimentos que estás haciendo con The Cure?
—Traigo la anécdota, cuando el año pasado me presenté en el festival del Torquato Tasso, que estuvieron invitados mi hermana Ligia y Javier Calamaro, yo cerré el bis con Close to Me, y mi vieja me dijo: “Qué bueno que una vez terminás cantando The Cure y no Leguisamo solo”. Se copó.
—¿En el disco nuevo seguís por el camino de incorporar algo de rock nacional?
—Sí. Estoy en la búsqueda. Creo que si no buscamos nuevo material, el tango va hacia una muerte segura. En un momento tu cabeza hace un clic y el tango entra en tu vida, pero ahora lo que hay que buscar es ver en qué momento entra uno en la vida del tango. Y eso es aportándole algo personal. El tango en sí es un testimonio social y cultural no se puede dejar de hablar del hoy, por más que engañosamente se piense que todo tiempo pasado fue mejor.
—En estos últimos diez años de auge del tango, ¿creés que hay un interés genuino o un interés económico?
- Después de toda crisis siempre hay una cuestión de recuperar una identidad cultural y eso pasó acá. En cuanto a la cuestión económica, veo sólo algún sello discográfico que sacó al mercado el tango electrónico como un fenómeno cultural que en realidad es un fenómeno comercial que ya está muerto. Lo feo es que, justamente, es una idea de lo más interesante y les puede restar credibilidad a propuestas más genuinas. Creo que comercialmente el tango no da guita. Ni a palos hay el auge de los 40, cuando los músicos rechazaban laburos a granel porque había una demanda muy fuerte.