En Lejos de Pekín, la película de Maximiliano González que se estrenó el último jueves, Elena Roger se luce en el papel de una madre que viaja con su pareja a Misiones para concretar una ansiada adopción. “Siempre se habla de lo difícil que es adoptar en la Argentina –reflexiona Roger–, así que esta película aborda un tema muy importante. Lo sé porque tengo amigos como Lucía Galán y Diego Reinhold que tienen lugares de tránsito y pelean muchísimo para que los chicos que pasan por ahí sean adoptados lo antes posible. Siguen caso por caso, hablan con los jueces... Es frustrante que muchos chicos no tengan un hogar habiendo tantos padres que quieren hijos. Esta película habla de eso. Se trata de una adopción legal, en este caso. Lo aclaro porque en este país hay muchas adopciones ilegales “.
El grueso de la historia del film se desarrolla en una noche llena de tensiones y reproches de esa pareja: “Se pelean mucho, pero no quieren separarse –cuenta Elena–. Es evidente que se quieren mucho. Son dos personas que necesitan encontrar cómo transitar algo tan importante y que te modifica por completo: hacerte cargo de un hijo”.
Aunque se hizo famosa internacionalmente por sus papeles en los musicales Evita y Piaf Roger ya tiene una vasta experiencia en cine: debutó en 2011 con un papel en Un amor, de Paula Hernández, y también fue parte del elenco en películas como Wakolda (2013), de Lucía Puenzo, y Amapola (2014), del prestigioso escenógrafo Eugenio Zanetti.
Empezó siendo bailarina, le agregó sus indudables dotes para el canto y así se hizo un lugar en la comedia musical porteña. “Los musicales –recuerda ahora– requieren algo de actuación, y a mí en esa epoca me costaba hasta pronunciar una palabra en el escenario. Me acuerdo que hicimos una versión muy fea de Fiebre de sábado por la noche, era para pegarse un tiro porque éramos muy malos actuando (risas). Creo que a partir de Piaf empecé a demostrar que ya puedo pronunciar una palabra en el escenario. Recién ahí me empezaron a llamar para trabajar en películas”.
Vale apuntar que Roger ganó por su labor en ese exitoso musical, que homenajea a la popular cantante francesa Edith Piaf, un premio Olivier (el más prestigioso del teatro británico). Ese aval ha motivado la recurrente pregunta sobre cómo definirla de primera mano ¿cantante o actriz? “Soy una artista que tiene determinadas herramientas, canto y actúo. Son disciplinas que tienen mucho en común, además. A veces me resulta difícil cantar algo, entonces lo practico hasta que me sale. Tengo más recorrido profesional con el canto, es algo que hago hace mucho, es verdad. Pero cuando canto estoy interpretando, tratando de llegarle a la gente, como en la actuación. Cuando empecé a actuar me sentía más insegura, pero hoy ya tengo menos tensión, estoy mucho más confiada”.
Madre de dos hijos pequeños –Bahía y Risco–, Elena asegura que la experiencia de la maternidad la ha cambiado de manera indiscutible, un fenómeno relevante también para el desarrollo de su trabajo. “Ser mamá me sacó del foco de la profesión –explica–. Fue un gran cambio, y me encanta. A medida que vas viviendo, vas acumulando información. Y eso es útil para la actuación. ¿Viste que los actores más veteranos tienen algo especial? Bueno, es porque han vivido mucho y tienen otra alma”.
La militancia ecologista
Al margen de su trayectoria artística, que el año que viene estará centrada en el lanzamiento de dos discos –uno para niños y otro para adultos– con canciones de María Elena Walsh que grabó con el grupo Escalandrum, Elena Roger es una reconocida militante ambientalista. Alguna vez viajó en el barco de Greenpeace, ha colaborado en más de una oportunidad con esa ONG y hasta construyó con su esposo, el actor y cantante Mariano Torre, la primera casa sustentable de Argentina, un proceso que quedó registrado en el documental Navetierra. “Me interesan mucho la ecología, la sustentabilidad y los derechos de la mujer. Por eso en mis redes sociales vas a ver publicaciones relacionadas con eso todo el tiempo. O sobre mi trabajo, nunca de mi vida privada –subraya–. De todos modos no me siento la dueña de la verdad. Quizás no haya que cuidar el planeta porque te-nemos que irnos a vivir a Marte o porque tenemos el karma de vivir incendiados por el calenta-miento global o tapados por la basura. Está claro que cuesta que haya un cambio radical en este sentido, como sería razonable. La única que hizo algo concreto fue Greta Thunberg. Su reclamo fue muy convincente. Pero igual seguimos tirando la basura como la tiramos porque ‘va todo al mismo lugar’. Somos nosotros los que podemos tomar conciencia de eso y cambiarlo. Soy muy activa con el tema de la ecología desde los 15 años, ya tengo 45 y siento que hemos tenido realmente muy pocos avances.”