ESPECTACULOS
esteban lamothe

“ En EE.UU. todos los actores trabajan bien”

El actor, que protagonizó El estudiante y colaboró en más de veinte películas, será el galán de Siciliani en la nueva tira de Ortega. Habla del oficio y del exitismo que genera el Oscar por Relatos salvajes, donde actúa su mujer, Julieta Zylberberg.

| Nestor Grassi

No es habitual encontrar actores de 37 años con participación en más de veinte películas. Esteban Lamothe, el mes que viene, estrena El 5 de Talleres (que coprotagoniza junto a su mujer, Julieta Zylberberg) mientras se espera, aún sin fecha de estreno, la remake de La patota. Fue en ese rodaje donde se reencontró con Santiago Mitre, director de El estudiante, trabajo que, según Lamothe, le salvó la vida. “De cierta forma, soy actor gracias a eso”, confiesa quien antes de eso tuvo que hacer de todo. “Junté basura, repartí volantes y libros, laburé de mozo, pinté casas… hasta con mi cuerpo hicieron el molde del Jesucristo que está en Tierra Santa”. Aseguran que como actor le escapa a la grandilocuencia y transmite a través de sus personajes algo del hombre común. Como él, que vino de Ameghino a trascender en cine, teatro y tevé.
—¿Qué sentís que es lo que más atrae de vos?
—Hay determinados actores, independientemente de si actúan bien o mal, que producen empatía porque la gente cree que podría ser uno de ellos. Darín sería el paroxismo de esa idea, como lo es Tom Hanks en Estados Unidos. De ninguna manera me comparo con ellos, pero hay algo en mí con que los hombres se sienten bastante identificados. Será porque para lindo soy feo y que para feo soy lindo. Me pasa mucho que me mandan fotos del tipo de: “Mi amigo es igual a vos”. Cientos de miles. Debo ser bastante común y las minas creen que cualquiera se podría acostar con un chabón como yo.
—¿Qué actor te sirve de referencia?
—Voy cambiando. En líneas generales me gustan mucho los actores de las películas de John Cassavetes. Últimamente Joaquin Phoenix, Paul Dano o Mark Ruffalo. En Estados Unidos todos trabajan bien. Todos. Ben Affleck, siendo uno de los peores, es un buen actor. No sé si acá hay alguien que actúe como él. En cine son mejores que nosotros, nos pasan por arriba.
—¿Qué tiene de particular compartir un trabajo con Julieta?
—En El 5 de Talleres es la primera vez que laburamos juntos. Cuando actúo con Juli es como un recreo. No vamos con nuestra vida. Voy y estoy con una mina que me gusta como actúa. Yo la admiraba desde antes de que estuviéramos juntos. Siempre deseé actuar con ella, así que cuando lo hago pienso en eso, no en la mujer con la que estoy desde hace 8 años y tengo un hijo.
—Ella es una de las protagonistas de “Relatos salvajes”. ¿Sentís una expectativa especial por los Oscar?
—No me interesa, pero me parece lindo que una peli argentina esté ahí. Me imagino que para algo eso sirve. Julieta está muy contenta, pero es como yo. La gente le pregunta qué siente, como si fuera a pasarle algo extraordinario. Y no va a pasar nada. Hay un exitismo que termina mostrando que es más una necesidad popular que lo que realmente pasa. Con Damián Szifrón va a ser diferente. Será como Ginóbili en el básquet. Va a hacer películas allá. Una Alien o Star Wars, ¿eh? Una pena para los actores argentinos, porque se nos va a dirigir a DiCaprio.
—Tuviste una aparición en “Tiempo de valientes”, así que ya te diste el gusto…
—Fue relindo eso. Cuando fui a hacer esa peli estaba muy mal económicamente… en la misma mierda, con mil problemas personales. Muy en el horno. No sabía si me quedaba o volvía a Ameghino. Cuando arrancamos, Szifrón me llamó aparte y me dijo que había visto el casting, que le había encantado y ya eso me sacó de un cúmulo de incertidumbre, de un momento en el que no sabía si podía actuar bien o no. Nadie te descubre por un bolo. Damián porque es un tipo muy bueno y se acordó de alguien al que no lo conocía nadie.
—¿Es muy difícil entrar en la industria?
—Sí. Me pasa ahora que estoy en la tele que viene un pibe que sé que hizo mil obras de teatro o que la rompe y de repente tiene que hacer un bolo de mierda y lo tratan como el culo. O no te tratan mal, pero ni te miran. No te dicen nada, no sabés si lo que estás haciendo está bien o mal. Por suerte me pasó bastante poco, pero me queda el pensamiento de qué bueno que sobreviví a eso.
—“El estudiante” se hizo sin apoyo del Incaa, pero también trabajaste en películas que sí lo obtuvieron. ¿Qué postura tenés respecto de los subsidios?
—Ninguna. El estudiante pudo hacerse a lo largo de mucho tiempo. El hecho de que fuera hecha entre amigos y con muy poca gente hizo que fuera la película que es. Hay que adaptarse a todo. Los directores también tienen que poder filmar con $ 2,50 y una cámara de fotos y romperla. Usar esa pobreza a favor. Lo mismo que si tienen plata y un equipo de treinta personas.