Montevideo y Buenos Aires son ciudades con cercanías geográficas pero con diversidades sociológicas, políticas y culturales que sólo se advierten cuando se ha habitado en ambas en forma permanente.
Comparten, desde sus orígenes, un desarrollo sólido de las artes escénicas y la creación de instituciones privadas y públicas destinadas al teatro, la música y la danza. Pero el movimiento teatral en la contemporaneidad de ambas ciudades presenta diferencias notables. Los porteños suelen adorar las cifras para evaluar los fenómenos culturales y autoproclamarse la ciudad con más teatros, librerías y centros culturales del mundo. Más allá de la frecuente escasa verosimilitud de estas afirmaciones, la cantidad es siempre un dato parcial para sacar conclusiones de un fenómeno tan complejo como es la actividad cultural y su impacto en la población. El número de habitantes, la asistencia a salas, las estructuras edilicias y tecnológicas puestas al servicio de la actividad son elementos que no pueden dejar de evaluarse.
Montevideo tiene una oferta mensual de espectáculos escénicos muy elevada respecto de la cantidad de su población e instituciones públicas y privadas que desarrollan su actividad. La solidez institucional es la principal característica que distingue a Montevideo. El Teatro Solís, dependiente de la intendencia de Montevideo, y el Auditorio del Sodre, entidad bajo la competencia del gobierno de la República, ofrecen una variedad y cantidad de espectáculos notoriamente altas, y de diversidad de géneros. Asimismo, albergan elencos estables de teatro, danza, orquestas y coro y, dentro del Sodre, también talleres de producción escénica.
En el ámbito privado existen emblemáticas instituciones civiles con muchos años de historia, que no sólo poseen una variada cartelera sino que también sostienen elencos estables que se financian de modo diferente a los teatros públicos. Basta nombrar a los internacionalmente conocidos Teatro El Galpón y El Circular, que, junto con las nuevas salas y grupos teatrales, arman un panorama de riqueza y diversidad.
Los comúnmente denominados “circuitos” hoy se definen más por su sistema de producción que por su contenido estético. Montevideo presenta un circuito oficial muy sólido que completa a los teatros ya nombrados, con una red de salas de la intendencia (Sala Verdi, Zitarrosa, Florencio Sánchez, etc.) y programas de descentralización y accesibilidad cultural como Esquinas y Fortalecimiento de las Artes, que permiten que los espectáculos recorran el territorio urbano. Por una cuestión de volumen de mercado, es más pequeño el sector dedicado al teatro comercial, que en Buenos Aires sigue teniendo una presencia importante en la cartelera.
Otras notorias diferencias son la mayor presencia en Montevideo de teatro de repertorio tanto clásico como contemporáneo, y el estreno de autores extranjeros que se anticipan a su estreno en Buenos Aires. De Mayorga y Belbel (españoles), de John Fosse a Lars Nören (nórdicos), los directores uruguayos hurgan en las dramaturgias del exterior con más frecuencia que los argentinos, tendientes a estrenar sus propios textos, especialmente en el denominado “teatro alternativo”.
Los dos teatros más antiguos de ambas ciudades, el Solís de 1856 y el Colón de 1908, son íconos de ambas urbes y pertenecen a su patrimonio histórico y cultural, pero cumplen funciones diferentes en cuanto a la oferta de expresiones artísticas y al sistema de producción de espectáculos. El Solís alberga tres salas: la sala Principal, la sala Zavala Muñiz (de moderna construcción) y la sala Delmira (ex sala de conferencias y eventos), destinada a mesas redondas, debates, música de cámara o contemporánea y teatro sin complejidades tecnológicas. A diferencia del Colón –que fue creado como teatro lírico-coreográfico y luego se amplió a la música sinfónica y que en la actualidad se abre a las propuestas contemporáneas a través de su Centro de Experimentación y del ciclo Colón Contemporáneo–, el Teatro Solís ofrece una multiplicidad de géneros. Sus compañías estables (la Orquesta Filarmónica y la Comedia Nacional) brindan lo central de sus temporadas en el teatro, y la programación se completa con danza contemporánea, ópera, ciclos de música, teatro de prosa, ciclos de cine, presentaciones de libros. Esta programación incluye una temporada internacional en todos sus géneros.
En este marco resulta fructífero el intercambio cultural: Buenos Aires y Montevideo tienen una actividad escénica que justifica el cruce del río.
*Abogado y gestor cultural iberoamericano. Asesor artístico y de contenidos del Teatro Solís.