ESPECTACULOS
cine

Enamorarse en primavera

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Senderos. El autor de la columna confiesa que la idea original del film protagonizado por la actriz Dolores Fonzi surgió cuando vio la monumental La flor, de su colega Mariano Llinás. | gza. flotta

Todo comienza en la ciudad de La Plata, en una función de la película La flor, dirigida por Mariano Llinás. Cuando la proyección concluyó entendí que quería seguir viviendo en este planeta mucho más tiempo: las historias de La flor daban cuenta de la belleza del mundo, de los libros, de la aventura y, sobre todo, del cine.

Exultante, llegué a casa y no podía dormir: por días enteros buscaba datos, me sumergía en conjeturas interminables y sentía que había llegado la hora de empezar una nueva película. 20.000 besos había sido la última que había dirigido, y habían pasado seis años. De alguna manera, todos los proyectos que fueron quedando en el camino en esos años fueron el sendero que llevó hacia mi nueva película, la recién estrenada Claudia.

Había llegado el momento de hacer una película como las que nos gustan. Una película con el tratamiento de interiores de las comedias italianas y francesas de los años 60, con todo el amor hacia el giallo posible, una película donde el arte mire de reojo a Tati, a Richard Lester y a Luis García Berlanga. El cine de Carlos Vermut, urgente, mítico... el cine de Cattet y Forzani... demoledor. Así se conjuró Claudia.

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El siguiente paso fue luchar contra todo prejuicio y censura que limitara la imaginación.

Este film tenía que ser bestial.

Con lo que hubiera, con los días con que se contara.

No teníamos que permitir traicionar la idea.

Mariano Suárez es el director de fotografía, un caballero que rompe el estigma de aquel que se supone lento, puntilloso sin sentido y ególatra. Suárez (ese gran hombre), junto a su grupo de cineastas conspicuos, libra la batalla más fina entre luz y sombra, sumando el

color como adlátere impasible. El arte. Las Cali y su equipo. Sembrando pistas a la conspiración, zapatos a la magia y uniforme a la locura. Pablito Bustamante. La producción. La previa de la calle Berutti. Momentos únicos.

Yo dejaba la radio por esos días y la melancolía estaba en alza. Entonces llega Dolores Fonzi y todo se ilumina. El sueño de cualquier director no solo por la impronta bestial en el amor por el texto y hacerlo respirar. Dolores como líder, como estrella de cine, como columna total del film.

Un elenco soñado, cada actor tomando los personajes. Un rodaje entre las esculturas y la naturaleza de la fundación Rómulo Raggio. Parecía todo tan simple como rendirse en cada jornada ante la elegancia de los vestuarios y el arte del lugar. Fue un rodaje de primavera, fue como enamorarse en primavera.

Claudia me cambió para siempre.

Atravesar este proyecto me enfrenta a un abismo hermoso y lleno de responsabilidad.

Filmá lo que te gusta.

Cagate en las mezquindades.

Reconocé a los amigos.

Sabé leer una crítica.

Pero no comas nunca más mierda.

Un estreno de una película es, para mí, y siempre lo ha sido (de Rockabilly para acá), tanto un cierre de ciclo como una puesta en abismo. Ojalá quien lea estas líneas encuentre belleza en Claudia. Que viva un rato con todos nosotros dentro de la película. Yo, de corazón, le digo, te digo, que suscribo cada plano, cada movimiento de cámara.

Este es el cine que amo.

Me llevó mucho tiempo poder hacerme cargo de ese amor.

Y es una alegría enorme compartirlo.

Nos vemos...

*Director de Claudia, guionista, actor y escritor (acaba de publica Cielo Drive, sobre Tarantino, el Clan Manson y Sharon Tate).