Animal es un thriller, una historia sobre decisiones imposibles y situaciones límite. Una película sobre buenas personas que descienden a un submundo donde no hay ley. Un western urbano.
La historia transcurre en Mar del Plata, y la verdad es que la ciudad se transformó en un personaje más de la película. A mí desde chico me obsesiona como lugar dramático, lo que pasa ahí sociológicamente, lo esquizofrénico de cómo se llena de gente en verano, pero después se vacía como si nada hubiera pasado.
Siento que muchas de las películas que se hacen ahora tienen que ser una cosa. O es un thriller, o es una comedia, o es un drama… Y eso a mí no me atrae.
En algo tan fijo nada está vivo, lo que me interesa es la mezcla de géneros. En Animal logramos contar una historia muy dramática, llena de tensión y suspenso, pero donde la ironía y el humor están presentes todo el tiempo. Es un drama, pero con humor negro.
Para poder jugar con ese tono tan preciso, esa mezcla de géneros, necesitaba grandes actores. Guillermo Francella y Carla Peterson entendieron todo lo que yo les proponía y le sumaron su propia visión. Los dos lograron agregarle capas de sentido y sutileza a sus personajes. Guillermo en particular se carga la película al hombro y trae eso que yo me imaginaba cuando escribíamos el guión, compone el personaje de un tipo querible, con el que todos nos identificamos, pero que tiene guardado un lado salvaje y hasta oscuro. Yo siempre lo admiré mucho a Guillermo. Creo que pocos actores pueden hacer lo que hace, y me parecía una oportunidad poder acercarle un material donde podía explorar costados de su expresividad que nunca había transitado.
La película habla de temas que me obsesionan. Vivimos en una sociedad que nos vende un falso éxito y una falsa seguridad. Animal es una metáfora del sueño que el capitalismo nos vende. ¿Qué pasa cuando nos damos cuenta de que esa vida por la que trabajamos tanto tal vez no era tan perfecta? ¿Cuáles son los límites de lo que podemos comprar con dinero?
Animal también habla de cómo funcionan las familias. Cómo el amor está siempre presente, pero a la vez, a veces necesitás ser egoísta y pensar solo en vos mismo. Y eso no significa que no ames a tu familia.
No me interesa plantear cosas blancas o negras, no veo el mundo así para nada, creo que el cine está para observar el mundo en el que vivimos y ponerlo en cuestión, preguntarnos si realmente creemos en las cosas que creemos o si tal vez estamos equivocados. Dudar de lo que creíamos inamovible.
Eso mismo me pasa con los dos personajes más jóvenes de la película. Algunos podrían verlos como los “villanos”, pero yo no creo que exista tal cosa. Lo que quería mostrar es el choque de dos generaciones y dos visiones del mundo. ¿Qué pasa cuando alguien que fue educado para respetar todas las reglas se encuentra con alguien más joven que no sabe que existen reglas?
Los jóvenes son víctimas de esta sociedad, crecieron queriendo todo ya, no piensan que si se esfuerzan y trabajan duro el mundo los va a recompensar, ya saben que no es así. Tienen otra lógica, vienen con otro chip. Estos jóvenes, que no tienen casi que perder, van a tratar de obtener su tajada a costa del personaje de Guillermo, un tipo más grande, más tradicional, que nunca tuvo que salirse de su camino ni vivir situaciones límite. El encuentro de estos dos mundos va a desestabilizar el statu quo y va a poner en debate todo lo que creíamos que sabíamos sobre la moral y sobre el mundo actual.
Disfruté mucho haciendo la película. Ahora solo quiero que la vean.
*Director de El último Elvis y ganador del Oscar a Mejor Guión Original por Birdman.