Maite Lanata es una sensación. Pero a diferencia de otras actrices, la joven de 18 años es sensación como pocas. O casi nadie. Desde pequeña, cuando hizo de Alma en El elegido, Lanata se ha especializado en roles difíciles, lejanos a la fantasía Disney sobre qué puede o no hacer una actriz joven. Juani, un joven trans que casi se ha convertido en el centro de 100 días para enamorarse (la novela éxito de Telefe), es el rol que la ha llevado a lugares nuevos: una legión de seguidores en las redes sociales que son solo la punta del iceberg de un fenómeno generado por su personaje. Lanata acaba de estrenar Yanka y el espíritu del volcán, una película que filmó cuando tenía 13 años. A la hora de hablar de aquello que espera del cine, Maite sostiene: “¿Tipo de cine? No sé si algún género en particular. Pero películas como Corre, Lola, corre me han impactado mucho. Y a la hora de los actores, de la actuación, me gustan aquellos que no se quedan en un solo lugar. Que no se quedan en un solo género. Por ejemplo, Erica Rivas es alguien a quien admiro, que puede hacer La luz incidente y comedia. Que exploran, que salen de su zona de confort. La zona de confort es algo que se asemeja a tu personalidad”.
—Esta película y cómo la serie ha tratado a tu personaje en “100 días para enamorarse” dejan en claro que hay un público adolescente para otro tipo de contenidos. ¿Lo ves así?
Maite Lanata: Pasa que figuras como Violetta o Tini siempre generan fanáticos más chicos. Entonces acá en la novela hay muchos chicos pequeños que la ven y también se están informando. Nenes chiquitos que preguntan si es chico o chica. Y está bueno, porque se están informando. Los adolescentes se fueron un poco a otro lugar, no a la tele. Buscan otra cosa. Es difícil que se enganchen, y esta enganchó. Cris Morena hace cosas para adolescentes. Por ahí hay poco drama, eso sí.
—¿Hay algo que sabés de Juani que nadie más sabe?
—Tanto los espectadores como mucha gente sienten que una persona trans no se siente cómoda con el cuerpo en que nació. Yo creo que Juani sintió eso, pero ahora que se define como un chico trans eso genera la sensación de que acepta el cuerpo que tiene. Si volviera a nacer, volvería quizás a ser trans. Eso no lo vi en los guiones.
—Hablabas de zona de confort, ¿ya encontraste la tuya?
—Una chica adolescente que va al colegio y que es medio traga. En una novela, en 100 días para enamorarse, pasa que empiezan a aparecer cosas de mí y después vuelve Juani.
—Juani/Juan es un personaje que ha tenido un fuerte rebote en la sociedad. ¿Crees que eso en parte tiene que ver con la falta de diversidad de personajes distintos en nuestras ficciones?
—Falta diversidad de personajes. Eso sí. Y no solo eso. También de temas a tratar. Yo creo que hay temas que se tratan mucho. Pero Juani es un personaje que se destaca, por eso llama la atención. La serie tiene bastante de romance, y de juegos entre parejas, que hay terceros, que no, vuelvo con tal, o no. Pero les ponen bastante a los adolescentes. Les ponen mucho de nosotros. Jodas que se hacen en los colegios, cosas muy nuestras. Sí siento que hay una falta de variedad en los personajes en general.
—¿Te da miedo la fama?
—Lo hablaba con Daniel Hendler: cuando haces la novela hay mucha circulación pero después no hay tanto. Una ola. De repente estás ahí y después no. No me gustaría no poder salir a la calle. Me cambiaría mucho el look, andaría con peluca. Odiaría perder la posibilidad de andar en la calle.
—¿Qué te gustaría vivir como actriz en este momento?
—Me gustaría hacer comedia, porque siempre hice drama. La película por suerte es una aventura con algo de drama. Pero no es un personaje cómico. Me tiene que atrapar mucho el personaje cómico para hacerlo. Siempre quería hacer comedia cuando era chiquita. Sentía que era muy graciosa. Empecé con drama y ahora me falta la comedia
—¿Cómo vivís haber empezado con roles más bien serios desde muy chica?
—Me gusta el camino que se dio. El elegido me pareció muy interesante, poco trillada. Por suerte mi vieja me protegió demasiado, por eso no quedó la sensación de que fuera algo grave el ámbito laboral. Eliminó muchas notas así no tenía esa experiencia. Ir a los Martín Fierro con 12 es algo muy extravagante, por ejemplo.
—¿Te gustaría contar una historia desde otro lugar?
—¿No siendo actor? Quizás guionista. Es una responsabilidad mayor, llevar el libro es tener algo de líder. Me cuesta más. Me cuesta el rol de líder. Me veo muy influenciable por lo que me dicen los demás. Por ahí no pondría tan firme.
—¿Fue difícil animarte a un rol como el de Juani?
—Cuando me encontré con Lautaro Giménez, a la hora de preguntarle tenía miedo por mis prejuicios. El me contó cosas muy íntimas y ya estaba, me relajé, pregunté.