ESPECTACULOS
JORGE MARONNA

“Es justo que le agradezcamos al público”

Los pilares del absurdo en Argentina vuelve a presentarse en Buenos Aires, en el Auditorio de Belgrano, con la recopilación de obras llamada Viejos hazmerreíres.

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Actualidad. Después de la muerte de Gerardo Masana, Marcos Mundstock y Daniel Rabinovich, el conjunto siguió su marcha y ahora vuelve a la Argentina. | GZA. PRENSA SILVIA SANTOS

Les Luthiers de vuelta en acción. Esa es siempre una buena noticia. Porque hay pocos profesionales del humor con la calidad y la trayectoria de este grupo. La historia arrancó hace más de cincuenta años y continúa, ya muy cerca del mito. Las razones para explicar semejante triunfo son muchas y difíciles de sintetizar por Jorge Maronna, 73 años, nacido en Bahía Blanca, uno de los fundadores de Les Luthiers, codo a codo con Gerardo Masana, Marcos Mundstock y Daniel Rabinovich, todos fallecidos: “Yo diría que es una especie de milagro. Y los milagros son, efectivamente, difíciles de explicar. Puedo decir que a lo largo de los años fuimos aprendiendo el oficio, puliendo obsesivamente los textos, la música y la interpretación, ampliando las temáticas de los espectáculos y nuestra modesta técnica teatral, en un principio limitada a una parodia de concierto. Pero me parece que eso no es suficiente para explicar la aceptación que tuvimos. Hay muchos artistas valiosos que no consiguen reconocimiento. Sin demagogia creo que es justo que le agradezcamos al público, que nos aceptó desde nuestras primeras actuaciones estudiantiles y más de medio siglo después sigue disfrutando con nuestros shows. Somos tremendamente afortunados”.

Además de Maronna y Carlos López Puccio -dos de los “históricos”-, Les Luthiers está integrado desde 2019 por Roberto Antier, Tomás Mayer Wolf, Martín O’Connor y Horacio Tato Turano. Con esta formación regresó en enero pasado a las tablas para encarar una gira por dieciséis localidades de España que terminó en marzo. Y ahora se presenta en el Auditorio Belgrano (viernes 13 y sábado 14 de mayo). El espectáculo que viene presentando Les Luthiers se llama Viejos Hazmerreíres y es una recopilación de muchas de las obras más célebres del grupo. La creación más reciente de esta antología es “Receta Postrera”, lo que el grupo define como “un vals culinario” interpretado con la batería de cocina, instrumento informal conformado por once sartenes y seis ollas. El largo camino recorrido les permite darse el lujo de un grandes éxitos.

—¿Se podría decir que el humor de Les Luthiers tiene espíritu argentino? 

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—En Argentina tenemos humores regionales, como el cordobés, pero no sé si existe un “humor argentino”... Suele decirse que podría tratarse de un derivado del humor de los inmigrantes, españoles, italianos, alemanes, judíos, todos diferentes. A mí me parece que en Argentina y en otros países americanos existe una sensibilidad para la ironía que no encuentro, por dar un ejemplo, en España. Nuestros espectáculos funcionan en otros países porque no hacemos un humor local, sino universal. Pero en nuestras primeras giras fuera de Argentina, con cierta ingenuidad e inexperiencia, claro, presentamos algunas parodias de piezas folklóricas que habían tenido mucho éxito acá y descubrimos con horror que fuera de nuestro país no se entendían. Para que el público pudiera reírse con la parodia faltaba el conocimiento del modelo original.

—¿Soñaba cuando empezó con este proyecto que duraría todo este tiempo? —En las épocas heroicas en las que Les Luthiers era una aventura divertida que no daba para vivir, nuestro horizonte temporal era cercano: tratábamos de llegar hasta fin de año. Así pasaron nuestros primeros tiempos, hasta que el trabajo creció lo suficiente como para obligarnos a elegir entre Les Luthiers y nuestras ocupaciones paralelas. Pero tampoco en ese momento de transición de aficionados a profesionales, que ocurrió en los comienzos de los años 70,  pudimos imaginar que seguiríamos medio siglo más. Y dadas nuestras edades actuales, tampoco lo podemos imaginar hoy… Somos el resultado de un aprendizaje de medio siglo y de una evolución paulatina. Hacia fines de los años ‘60 presentábamos en el Instituto Di Tella espectáculos netamente teatrales, como Les Luthiers cuentan la Ópera y Blancanieves y los siete pecados capitales. Paralelamente, actuábamos en pequeños teatros también con un formato de recital que fuimos puliendo con el tiempo y terminó siendo el modelo habitual de espectáculo de Les Luthiers. Con la práctica aprendimos a actuar, construimos instrumentos más espectaculares, ampliamos la temática de nuestras obras, descubrimos cómo lograr continuidad en el show desarrollando un tema central -una entrega de premios, una sesión de psicoanálisis, una audición de radio-. Encuentro en Les Luthiers dos virtudes que pueden explicar parte de su continuidad: la capacidad de adaptación y la tenacidad. En los momentos difíciles, el grupo siempre encuentra fuerzas para seguir adelante.

 

Los compañeros

Jorge Maronna tiene un recuerdo grato de los compañeros de Les Luthiers que no están. Los evoca con nostalgia y un cariño notable. Señala : “Cada una de las muertes de nuestros compañeros fue un golpe durísimo para el grupo. Pero la de Gerardo Masana, que era nuestro director y falleció muy joven, fue la que nos sumergió en una crisis de la que solo pudimos salir a través de una terapia psicológica grupal. La gracia desgarbada de Gerardo hoy es desconocida para el público, ya que murió antes de que nuestros espectáculos fueran grabados en video. Era un hombre sobrio y tranquilo, que tenía un sutil y original sentido del humor. Me hizo conocer la música de Tom Jobim y los Beatles, pasamos lindos momentos escuchando música clásica y óperas en su casa. Pensar en Daniel Rabinovich me hace recordar unas palabras de Pablo Neruda: ‘Soy omnívoro. Me comería toda la tierra, me bebería todo el mar’. Daniel era un hombre vital y curioso. Y en el teatro fue un gran improvisador, que disfrutaba y nos divertía buscando siempre nuevas variantes a sus parlamentos en escena. Y a Marcos lo recuerdo antes que nada como una persona honesta, sincera y de pensamiento transparente, más allá de su gigantesco talento como humorista, actor y locutor. Hasta sus últimos años lo vi asombrarse por el enorme éxito de Les Luthiers: ‘Mirá lo que hicimos’, solía decirme por lo bajo mientras saludábamos al público que nos aplaudía”.