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griselda sicialini

“Es un premio trabajar y filmar con González Iñárritu”

Actriz, cantante y bailarina, capaz de dominar el prime time y el cine de autor, ahora Griselda Siciliani estrena Bardo, la gran apuesta del multipremiado director mexicano ganador de cuatro Oscar.

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Papel. El largo es una odisea personal del autor de films como “Birdman”, “ Biutiful” y “El renacido”. | prensa Perros del viento

Ya se puede ver en los cines el film Bardo. Falsa crónica de unas cuantas verdades. Y desde el 16 de diciembre también se podrá acceder desde la plataforma Netflix a la creación de uno de los mexicanos más premiados por Hollywood: Alejandro González Iñárritu, quien nuevamente comparte guión con el argentino Nicolás Giacobone. Películas como Amores perros, 21 gramos, Babel, Biutiful, Birdman o El renacido hicieron que González Iñarritú conquistara hasta ahora cuatro premios Oscar y que haya dirigido a intérpretes de fama internacional como Sean Penn, Benicio del Toro, Brad Pitt, Michael Keaton o Leonardo DiCaprio, entre otros.

En esta nueva ficción vuelve a darse una coincidencia como sucedió en Biutiful, donde González Iñárritu eligió a una actriz argentina para el coprotagónico. Aquella vez la elegida fue Maricel Álvarez, ahora el nombre es Griselda Sicialini. La gran actriz argentina estuvo en la 79ª edición del Festival Internacional de Cine de Venecia acompañando el estreno mundial de Bardo y cuenta: “Nos volvimos a ver casi un año después del rodaje. Nunca había ido a un festival de cine. Para mí es muy importante esta película y fue la primera vez que la vimos junto con el público”.

Sicialini es la coprotagonista, encarna a Lucía, la mujer de Silverio Gama, interpretado por el actor español y residente en México, Daniel Giménez Cacho García. La película fue filmada entre fines del 2020 y principios del 2021, “con los cortes que nos proponía la pandemia”, confesará nuestra actriz. Esta historia muestra a un premiado periodista y documentalista mexicano que vuelve a su país desde los Estados Unidos. Para muchos es casi el alter ego de su creador, el propio González Iñárritu, quien jugará con el realismo mágico, el humor y ciertos guiños literarios que incluyen a Octavio Paz.

Para Siciliani es su segunda película internacional ya que había filmado Sentimental de Cesc Gay, en España.

—¿Cómo fue la convocatoria para participar en Bardo. Falsa crónica de unas cuantas verdades?

—Primero hice un autocasting a distancia, sin saber para qué proyecto. Todo muy misterioso, imaginaba que era para algo importante. Había enviado material para México para un director conocido y estaba pensado quién podía ser. Imaginaba un casting enorme, después me enteré que fue para todas las actrices de habla hispana. Seguí haciendo pruebas siempre a distancia hasta que en un momento me enteré que era para Alejandro González Iñarritu. Cuando me propusieron hacer la prueba en Los Ángeles de manera presencial ya faltaba poco para empezar el rodaje, que iba a ser en febrero del 2020. En ese momento yo estaba filmando en Barcelona Sentimental de Cesc Gay. No podía viajar, porque estaba en todas las escenas. Se lo expliqué a Iñarritu y me contó que estaba interesado en mi trabajo, pero nos despedimos. Entendí que necesitaba verme en vivo y no podía esperarme. Pero dos semanas después me llamó. Terminé de filmar la película en España y viajé a Los Ángeles.

—¿Qué tipo de pruebas tuviste que hacer de manera presencial?

—Me mandaron un montón de escenas, que las estudié en el vuelo. Pasé de la fiesta del fin de rodaje de Sentimental en España al casting en los Estados Unidos. Fue todo un día, desde el mediodía hasta las ocho de la noche. Casi parecía un ensayo más que una prueba donde jugábamos las escenas junto a Daniel (Giménez Cacho) con la dirección de Alejandro (González Iñarritu). Actuábamos de distintas maneras. Fue un juego enorme, nos pedía más humorística o ahora llorando. Nos entendimos enseguida con Daniel (Silverio en la película) y con Alejandro. A la noche me confirmó que me iba a dar el personaje. Volví a Buenos Aires con mucho apuro porque íbamos a empezar a filmar enseguida, pero vino el cierre por la pandemia.

—La película tiene el sello del realismo mágico: ¿cómo fue filmarla?

—Es muy divertido, sobre todo con un director con esta cabeza y este vuelo imaginativo. A mí es un lenguaje que me queda muy cómodo, aunque no lo sabía hasta este momento, porque vengo de la danza que es un mundo más abstracto que los relatos actorales. Este universo que no se explica con palabras nos queda muy a favor. Las primeras escenas fueron casi de danza teatro. Me divertía, me sentía cómoda y podía aportar. Alejandro toma mucho de lo que los actores proponemos y es muy democrático.

—Tu personaje debe hablar con acento mexicano: ¿cuál fue el trabajo?

—Los casting los hice todos en argentino. Fue después que me pidió que hablara con acento mexicano. Sentí que valoraba mucho otras cuestiones actorales y no lo superficial. Tiene que ver con la energética y la mirada. En ese sentido la pandemia me ayudó mucho. En cuanto se pospuso el rodaje, estuve encerrada en el 2020 tomando clases por zoom con una asistente que me marcaba. Llegué al rodaje muy segura. Buscamos que no fuera un estereotipo del acento mexicano, tampoco el neutro, porque apagaría. Sino descubrir cómo hablaba este personaje, de esta manera. Encontrarle su personalidad dentro de esta familia mexicana.

—¿Y las escenas de desnudos fueron un problema?

—Las escenas que tienen cierta intimidad física o emocional son siempre difíciles. En mi cabeza sentía más desafiante los momentos de más diálogo, porque los desnudos tienen que ver con las secuencias más divertidas de la película, con una gran capacidad lúdica, incluso cuando las leía. Son desopilantes y surrealistas. Decíamos con mi compañero Daniel (Giménez Cacho) que van a ser historia en el cine, ya que nunca antes se vieron. Son secuencias perfectas desde el guión hasta la dirección y nosotros como intérpretes tratamos de estar a la altura. Es erótica y disparatada, graciosa, dolorosa y profunda, todo al mismo tiempo. Estar con el cuerpo desnudo es sólo una cosa más, no tiene peso.

—¿Cuánto tiempo estuviste filmando en México y que te quedó de su sociedad?

—Viví cinco meses, pero en pandemia. Cuando presentamos la película en México me preguntaron qué absorbí de su cultura, pero tengo la sensación que para mí ese país son todos mis compañeros de la película Bardo. Técnicos y actores. Conocí algo la ciudad, pero había mucho recaudo, en el mundo y dentro del rodaje. No podría hacer un análisis de México, porque estuve muy encerrada. Ahora me parece raro, pero en esos momentos era así la vida.

—¿Cómo fue trabajar con un director latino que ganó cuatro premios Oscar?

—Tenía mucha expectativa, ya que vi sus películas y logros. Él lo supera ampliamente. En el rodaje su capacidad como cineasta es más de lo que podés imaginar. Me llevé una grata sorpresa. Para mí fue un regalo, un premio poder trabajar con él. Ahora somos casi un club de fútbol y acompañamos a la película donde vaya. Tuve un entendimiento profundo con él.

Es muy respetuoso de la profesión del actor, sabe cómo son los procesos de nuestro oficio.

 

“La identidad reside en el desborde”

No son muchas las intérpretes con la formación de Griselda Siciliani. Marcada por una familia de docentes, ella es la tercera generación de estudiosos. Egresada de la Escuela Nacional de Danza, sumó luego seminarios de actuación. Sus trabajos fueron desde las salas más independientes hasta las comerciales, sin olvidar al San Martín. Su platea estuvo integrada por niños hasta llegar a los más adultos, en ambos casos la música fue su acompañante. La popularidad le llegó de la mano de la televisión con éxitos como Patito feo, Tratame bien, Farsantes o Los Únicos, obteniendo tres Premios Martín Fierro. En plena pandemia Telefé decidió reponer uno de sus desafíos interpretativos: el éxito Educando a Nina (2016).

Hizo grandes títulos en el difícil género de la comedia musical como Sweet Charity o Sugar. A comienzos de este año junto a Jorgelina Aruzzi como autora armaron Pura Sangre: el amor es un monstruo y fue codirigida por Aruzzi, junto a Carlos Casella.

“El escenario es mi casa, mi ADN”, dirá Siciliani. “Pura sangre es una obra muy personal, tiene que ver con historias y heridas propias. Está inspirada en mucho de mi trabajo conmigo, como mujer, en la transformación en humor de la vida misma. Tengo ganas de volver en el 2023, pero debo encontrar el momento. Requiere una gran energía corporal y vocal. No puedo filmar durante el día y a la noche hacer la función. La identidad reside en el desborde. Por eso debo encontrar los tiempos durante tres meses, para volver a hacer una temporada corta como la que pudimos realizar en este principio del 2022. La bajé porque tenía que rodar una serie y otras películas. Aún no puedo anticipar títulos, pero filmaré aquí y en el exterior.”.