Benito Cerati cumplió 26 años el martes y lo celebró en Santiago de Chile, ciudad donde nació, acompañado por los integrantes de Zero Kill, la banda que lidera y que el jueves brindó un show en Bar Loreto del coqueto barrio Bella Vista. “Los 26 me llegan muy bien, hice todo lo que quería hacer. Borges dijo: ‘Lo que quiero ahora es paz, amistad y la sensación de amar y ser amado’. Y es lo que tengo”, cuenta el músico en su primer mano a mano con PERFIL. Autor de tres álbumes de estudio y con un cuarto en incipiente proceso creativo, anticipa: “Este verano le daremos forma. Será un disco corto, de ocho canciones”. Al cruzar la cordillera de los Andes, Benito también se reencontró con su mamá, Cecilia Amenábar. “Ella es como un faro importante para mí, escucha todas mis canciones, le gusta más el Benito crudo, el de los demos, antes que los temas terminados”, revela.
—En “Bios” de Gustavo Cerati se te ve muy chiquito tocando un órgano, ¿siempre supiste que ibas a ser músico? ¿Estabas predestinado a serlo?
—No puedo rotularme solo como músico, me gustan las expresiones en general, soy una persona muy sensible, entonces necesito descargar por algún lado y la música es donde más fácil acceso tuve toda mi vida, y donde mejor siento que expreso. Soy una persona que está sintiendo todo el tiempo y no reprimo nada, estoy siempre sacando para afuera, entonces, que algo de eso vaya a la música me sirve. Mis discos marcan los períodos que estoy transitando. Y mi psicoanálisis también. Siempre supe que iba a hacer música, es como una cosa que tenía a mano, y quería hacerlo y listo.
—¿Cómo estabas en tus tres discos?
—Muy distinto. En el primer disco (TripTour), muy angustiado, no era una buena época de mi vida (N. de R.: pos ACV de su padre, Gustavo Cerati), y no lo fue por mucho tiempo. Estuve depresivo, no me podía levantar de la cama, y lo único que me salvó fue hacer música, hacer algo propio. No estaba esperando que la gente me escuchara… la gente quería escucharme y yo no quería. Mi segundo disco (Alien head) fue feliz. Empecé a estar bien en lo personal, estaba contento, había empezado a crecer. Y el tercero, Unisex, fue como: “OK, no solo estoy bien, sino que también estoy afirmado en quién soy”.
—¿No te interesa ser popular, que tus canciones se escuchen por todos lados?
—No tengo una ambición en ese sentido. Tampoco voy a caer en la esnobeada de decir “solo quiero ser de nicho”. Ni ser nicho ni ser popular, me interesa que eso se conecte con quien tiene que conectarse. Si es de nicho es de nicho, si es popular es popular; a mí me cuesta pensar en términos estratégicos, que sea lo que tiene que ser. Yo no sacrifico mi originalidad por absolutamente nada, incluso si la originalidad solo la podemos entender mi mamá y yo. Es la mejor forma que más bien me hace, y si cada día se genera una bola de nieve, que cada día tiene más gente que se va sumando, está buenísimo.
—¿Le consultás por tus creaciones musicales a tu familia o sos mandado?
—Cuando hago algo se lo mando a mi mundo cercano, mi familia, amigos, para ver qué opinan, me entusiasma cuando creo algo y quiero compartirlo, que es también por qué hago lo que hago y por qué lo saco para afuera.
—Cada uno con una perspectiva diferente, ¿no?
—Mi tía Laura (Cerati), por ejemplo, tiene mi último disco puesto en el auto y lo escucha todo el tiempo, y cada tanto me llega un audio: “No puedo parar de escuchar la siete, boludo. Estoy fascinadísima. Me vuelve loca la letra”. Mi hermana (Lisa Cerati) es súper fan de los demos, quiere saber todos los detalles. Belén, una amiga que laburó en los videos y en el arte de tapa, me dice: “Esto tiene que ir”.
—¿Cómo elegís las melodías y las letras de las canciones?
—Nunca es igual. Los tres discos los compuse de formas distintas, y ahora estoy probando otra forma de escribir. A veces, la letra por un lado, música por el otro y las juntaba. A veces, la música y después la letra. La melodía viene a lo último.
A Benito Cerati le gusta leer a Jorge Luis Borges y Agatha Christie, y en su casa tiene la colección de la saga El señor de los anillos. Se considera un fanático de la serie Game of Thrones y convive, desde hace cuatro años, con tres gatos: Lázaro, Venus y Laguna. “Parezco la vieja de Los Simpson”, se ríe el cantante que con Zero Kill se presentará en Cosquín Rock 2020.
—¿Es mito o verdad que Charly García les dijo a tus viejos que te liberen a los 15 años?
—Es mamá la que repite eso todo el tiempo, no me acuerdo o no estaba, pero es como que mi vieja lo dijo en joda en una entrevista y quedó como algo reimportante.
—Tu abuelo materno era músico, ¿no?
—Mi bisabuelo, y me enteré por Wikipedia. Yo no tengo idea de quién era mi bisabuelo, al parecer es verdad.
—Se estrenó el recital “Fuerza Natural Tour” que dio tu papá en México, disco en el que participaste en varias canciones, ¿qué te pasó al verlo?
—Lo veía, y en tantos temas estuve y no me acordaba…sí me acuerdo, pero fue muy loco ver mi nombre tan seguido. Mientras escuchaba cada tema me acordaba de cada cosa de la que hablaban, me acuerdo de todo el proceso de grabación. Recuerdo que hay unos temas en los que me gustaba más la letra mía que la que quedó, pero bueno.
—¿Por ejemplo?
—En “Sal” había hecho una letra divina, y solo quedó el título.
—Tres canciones tuyas y tres canciones de tu viejo que más te gusten…
—Corazón centrífugo me gusta por el clima, es lo que más se parece a mí. Después el segundo disco, Sweetnes Means No Alibi, capta muy bien el feeling de lo que yo quería hacer, y el tercero, We Cant Get Alone. Fuerza Natural es mi tema favorito del disco. Para mi viejo era “el tema que te gusta”. Me hace acordar mucho a Reloj de plastilina de Charly. Tracción a sangre es otra que me gusta mucho, y Lago en el cielo, que era la favorita de mi viejo.
—¿Vas a estar en los shows del regreso de Soda Stereo?
—Yo no puedo divulgar nada que no hayan divulgado oficialmente ellos (Zeta y Charly). Me contactaron para invitarme.
—Pero aceptaste…
—Sí, claro. Estoy ahí. No me gustaría decir ni de qué forma ni cómo. No puedo decir nada, ni las canciones.