Cuando, gracias al anuncio de que se duplicarían los representantes afroamericanos en los jurados, la polémica sobre la hegemonía de actores y actrices blancos en los premios Oscar de 2016 parecía diluida, las candidatas a Mejor Actriz decidieron mantenerla viva. Desde la tapa de la revista Vanity Fair, Jennifer Lawrence, Cate Blanchett, Charlotte Rampling, Brie Larson y Saoirse Ronan posaron junto a estrellas como Jane Fonda, Helen Mirren y Lupita Nyong’o, vestidas de negro para la ocasión. Por más que las últimas dos declararan que el problema excede a la Academia (“Qué películas se filman, cómo se elige a sus protagonistas, qué guiones se escriben. Estas cosas tienen más influencia”, declaró Mirren), el hecho no puede tomarse como algo aislado. Aunque las de menos renombre les escaparon a los micrófonos, desde que Patricia Arquette recibió su estatuilla el año pasado diciendo: “Es hora de que tengamos el mismo salario (que los hombres) y los mismos derechos para las mujeres en Estados Unidos”, algunas de estas figuras comenzaron a hacer públicas sus posturas en temas en los que la industria parece atrasar un siglo.
Siguiendo con el discurso de la ganadora 2015, Lawrence (que con 25 años recibe su cuarta nominación por Joy, donde interpreta a una madre soltera, inventora y empresaria), después de ver que era la mejor paga pero que recibía menos de la mitad de lo que un hombre en su situación, se despachó con una carta donde decía: “Cuando descubrí la diferencia de sueldo que había en comparación con los afortunados que tienen pene, no me molesté con Sony. Estaba enfadada conmigo misma. Fallé en las negociaciones porque me rendí demasiado pronto. No quería pelear por millones de dólares que, francamente, gracias a dos franquicias, no necesito”. En el mismo texto marcaba que sus compañeros de American Hustle seguramente fueron elogiados por ser feroces negociadores, “mientras yo estaba preocupándome por no parecer una mocosa”.
Días atrás, otra nominada se sumó al reclamo. Cate Blanchett, ganadora de dos Oscar y con siete nominaciones en el bolsillo (esta vez competirá por Carol, donde es una mujer casada que se enamora de una veinteañera en la Nueva York de los 50), aseguró: “Su argumento es que ella atrae mucho público a ver esa película, tanto como los hombres. Están todos haciendo el mismo trabajo. Es algo muy básico”. Habrá que ver cómo la australiana negocia su participación en la nueva Thor que prepara Marvel. De todos modos, este tipo de opiniones animaron a colegas a retratar algo que excede al mundo del cine. Gillian Anderson dijo que para la nueva versión de X Files le propusieron pagarle la mitad de lo que querían ofrecerle a David Duchovny. “Es importante que se sepa. Para mí fue desconcertante”, destacó.
Con 70 años, Charlotte Rampling es la más veterana de las aspirantes a Mejor Actriz por su rol de esposa que después de estar casada casi 45 años resignifica su matrimonio. Esta británica escurridiza de Hollywood ya hizo declaraciones contra la industria por la dificultad para conseguir papeles que tienen mujeres de su edad y no le escapó a la controversia sobre la falta de distinciones a intérpretes negros: “Eso es racismo contra los blancos. Es difícil saber si es el caso, pero puede que los actores negros no merecieran estar en la recta final”. Luego intentó suavizar las cosas declarando que lamentaba que sus comentarios fueran malinterpretados. “Simplemente quería decir que en un mundo ideal se le dará a cada actuación igualdad de oportunidades”.
Jóvenes mansas
Las que se mantuvieron al margen de polémicas fueron las precoces Brie Larson y Saoirse Ronan. La norteamericana, de 26 años, es la favorita de todos (viene de ganar el Globo de Oro y el premio del Sindicato de Actores) por su trabajo en La habitación, donde interpreta a una mujer secuestrada junto a su hijo por más de siete años. Con experiencia en el mundo Disney, Larson fue con 6 años la alumna más joven admitida en el Conservatorio de Teatro de San Francisco y a los 13 tenía firmado un contrato musical con Universal. Mientras que la irlandesa, de 21 años, ya conoce la experiencia de ser candidata, ya que a los 14 años fue nominada como Mejor Actriz de Reparto por Expiación, deseo y pecado. Esta vez luchará por la estatuilla por su protagónico en Brooklyn, la comedia romántica escrita por Nick Hornby, el mismo de Alta fidelidad. Parece, entonces, que la conciencia de clase llega con los años.