Fito Páez apuesta fuerte en su regreso a la Argentina, luego de una exitosa gira por España en la que agotó las entradas de todos los recitales que ofreció. Estuvo en Molina de Segura, Bilbao, Barcelona, Salamanca, Valladolid, Tenerife, Lanzarote y Madrid. Y también anduvo por Londres, donde dio un concierto muy particular, el primero para él en la capital inglesa: fue en The Union Chapell, una iglesia donde alguna vez se presentó U2. Y ahora llegan nada menos que dos funciones en el Luna Park –28 y 29 de mayo–, con The Killer Burritos como banda de apoyo.
“Será un concierto largo, con algunos invitados –adelanta Páez a Perfil–. Van a estar Juanse y muchos rosarinos: Juan Carlos Baglietto, Carlos Vandera, Gonzalo Aloras... Y habrá un repertorio amplio, con temas de distintas épocas. No me jode que me pidan temas viejos. Me parece que en la música hay convenciones, y que está bueno que sea así. A mí me gusta que me pidan 11 y 6, es una canción que no me aburro de tocar. Hay que tener en cuenta que vos podés ir a una velocidad determinada con tu viaje, pero que no todos tienen por que seguirte. Yo pienso que es obligatorio hacer los clásicos.”
Páez tiene este año una agenda apretadísima –más conciertos, la terminación del guión para una película (Novela, cuya primera versión escribió en 1989 con la colaboración del cineasta Carlos Sorín y el actual director de la Biblioteca Nacional, Horacio González), la composición de los temas para un nuevo álbum–, pero aun así mantiene un espacio considerable para la crianza de sus hijos, Martín y Margarita, y se preocupa por seguir el estado de salud de su amigo Charly García, a quien ha visitado no hace mucho.
—¿Cómo lo viste a Charly?
—Bueno, sé lo mismo que todo el mundo, que está haciendo un proceso de rehabilitación. Pero escuché los temas nuevos que hizo y la verdad es que son impresionantes.
—¿Eso no se suele decir por compromiso cuando se habla de artistas con mucha trayectoria?
—En mi caso, no. No sé... Cuando hablan mal de artistas como Almodóvar o Woody Allen, yo me pregunto si no se dan cuenta de que siempre ahí hay algo que está bueno. Hay que hacer fuerza sobre lo que interesa, no sobre lo que no interesa. Siempre estos tipos de artistas tienen algo insólito, una mirada, una frase, algo que te hace volver a reconocer una continuidad en su obra. Lo que a veces sucede es que uno no está conectado con ese momento del artista. En ese tipo de discusiones yo elijo callarme, no peleo más por estas cosas.
—Los temas, ¿dónde los escuchaste?
—En lo de Ramón (por Palito Ortega). Charly está afrontando un proceso de rehabilitación que será largo y duro. Pero va a volver a tocar antes de fin de año, seguro. Es un episodio en su vida, nada más. Todos pasamos por momentos difíciles, en algunos casos se conocen públicamente y en otros no. Pero como Argentina es un país tan icónico, todo el mundo está preocupado por lo que le pasa a ÉL, con mayúsculas. ¡Hay que fijarse un poco más en la casa de uno, che! Charly es uno de los artistas más importantes de la Argentina y del mundo, hay que estar muy atento a su obra. Y en el material nuevo, les aseguro, hay muchas de esas canciones de Charly inolvidables.
—¿Conocías a Ortega?
—Hace unos cuantos años vino a un concierto mío en Miami. Y ahora, con esto de Charly, conversamos varias veces por teléfono y nos vimos algunas otras. Es un vínculo liviano pero cálido. Palito ha sido una influencia saludable para Charly.
—Vamos a tu propia salud. Se estuvo hablando de un pico de estrés o algo así. ¿Cómo es eso?
—Yo no leo diarios y no miro televisión, así que no sé exactamente qué se publica sobre mí, salvo cuando alguien me lo cuenta. Es mi jefa de prensa la que me cuenta todo (risas). Pero bueno, aclaro: estoy bien, y no tengo tiempo para tener estrés (risas). Lo que pasó en Bolivia fue sencillo: los organizadores del concierto no llegaron a armar bien la fecha y decidieron inventar la famosa enfermedad del artista, un clásico para zafar. No es la primera vez que me pasa.
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