Seis de la tarde, noche intensa. Las brazas que iluminan el bosque fueguino de Tierra Mayor, resultan escasas frente a los dos grados bajo cero de la región del fin del mundo. Igual no es el frío lo que más preocupa sino los gestos del hombre de rastas y tez morena. Después de dominar las motos de nieve y un trineo empujado por perros salvajes, el elegido para conducir ‘Extreme food’ se embarca en lo que mejor sabe: cocinar. Sin la seducción de Francis Mallmann, ni la picardía de Anthony Bourdain, Govind Armstrong se adapta con timidez al ritmo del equipo de producción de GP Media en esta propuesta creada por el nuevo formato de Infinito. Incluso las sugerencias del Gato Curuchet, un lugareño que conoce la zona y sus mañas como nadie. Por fin, el chef norteamericano combina especies y olores con la carne del cordero patagónico. El propio Curuchet cede frente al manjar. “Esto es exquisito, no se lo pierdan”, propone. La escena se graba. Prueba superada.
PALADAR NEGRO. En realidad, el final en Ushuaia corona las varias semanas de grabación del ciclo que desde el martes 4 de agosto a las 20.30 se emitirá por la pantalla de Infinito. Durante el proceso de Extreme Food, el chef mimado por celebridades como Leonardo Di Caprio y Al Pacino, entre otros, elaboró platos insólitos con ratas y chapulines mexicanos; pirañas brasileñas y las tan codiciadas centollas del canal de Beagle, entre otros. A la vez, en sincronía con la curiosa propuesta televisiva, Govind se animó a lanzarse en caída libre desde cascadas y grutas, apasiguar a salvajes yacarés y aprender los secretos de la doma de búfalos. “No me sumé al programa por las luces o la fama”, confía a PERFIL el gourmet que con sólo 40 años coordina y dirige Table 8, tres restaurantes en Miami, Los Angeles y Nueva York, además de ser consultor del menú de un par de líneas aéreas, uno de los chef preferidos del Queen Mary 2 y asesor culinario y embajador de Nueva Zelandia. “Sé que lo mío no pasa por el brillo si no por mi apertura a nuevas culturas y experiencias”, agrega el muchacho criado en Costa Rica. A contramano del vértigo y del zapping, el hombre se toma con calma cada recomendación, sin descuidar sus obligaciones de empresario. De hecho, ni aún en la situación más riesgosa, deja de chequear su blackberry, para coordinar las tareas de sus 400 empleados.
“La cocina me ha servido para aprender a confiar, a escuchar a los otros. Mi propósito no es acaparar la atención de los demás, si no descubrir el encanto de personajes como el Gato, que atravesaron por insólitas experiencias”, define. Aunque Armstrong tiene lo suyo. Así debió lidiar con el lanzamiento de un nuevo restaurante, al tiempo que asumía la propuesta televisiva y comenzaba la crisis financiera. “En cuestión de horas, pasé de organizar el último Table 8 del hotel Coope Square de Nueva York, a volar en helicóptero, hasta el corazón de la selva amazónica. Enfrentarme con gente encantadora, dejó sin sentido al estrés que había quedado en casa.”
EN EL CONFIN. Pero el trabajo en Ushuaia también tiene lo suyo y el hombre que se formó en tierras caribeñas lo sabe. Tanto él como, Andrés Raggi, responsable de la producción original de esta señal de Turner, saben que la sorpresa es clave para el espectador. “Buscamos corrernos del imaginario y al mismo tiempo exponer aquello que represente a cada lugar”, comenta Raggi al diario. Eso sí, a veces la realidad obliga a cambiar el orden del día. La caza del castor, gran depredador del bosque en los Altos del Valle, cedió a la travesía de cuatro kilómetros de trineo, hasta llegar al lugar elegido por el equipo de GP Media, donde el plato más preciado por los fueguinos (el cordero) terminó reemplazando a la carne rancia del roedor. “Al espectador latinoamericano se le va a hacer agua a la boca”, pronostica uno de los realizadores, mientras saborea los restos de la salsa agridulce de Govind. En cambio, la pesca de la centolla remite al género bonvivant de la televisión del nuevo siglo. La proeza no pasa tanto por el equilibrio que debe hacer el moreno dentro de la embarcación que cruza el canal de Beagle, hasta recolectar el enorme y rosado crustáceo, si no por el camarógrafo y sonidista quienes desde otro barco, siguen los comentarios del chef. “Hace más frío aquí que en la nieve”, se sinceran. Por fin, en la isla Bridge, el vino tinto riega la última escena del ciclo, acompañando el capítulo que concluye la serie en Argentina. La idea primaria de Extreme Food vuelve banal la vida cotidiana del conductor.
¿Qué te conmueve más cocinar aquí, o satisfacer los pedidos de Di Caprio y Al Pacino?
No hay brillo que pueda comparar todo esto. Respeto a los actores y pagan bien por una buena atención. Ninguno de ellos me pidió algo complicado.
¿Cuáles son sus preferencias?
A Leo le gusta comida orgánica, especialmente pescado. En cambio, Pacino ama los bifes como yo. Hasta hoy ninguno se quejó. El viento de la isla sacude el rostro del protagonista del nuevo ciclo. El sonido del celular, suspende los extremos y pone a todos en su lugar.
(*) Desde Ushuaia