Allá lejos y hace tiempo, en una sociedad más machista, conservadora, y menos televisiva, existía una especie particular del género femenino conocida como "trepadora": una mujer que se aprovechaba de un hombre por su éxito, su fama, su dinero o todo lo anterior.
Hoy la realidad es muy distinta. Las famosas, exitosas y adineradas son ellas, y quienes buscan acercarse por cualquier medio para "colgarse de sus tetas" (Moria dixit) son ellos. Los nuevos gigolós, hombres jóvenes e inexpertos, adictos a las luces de la fama, cuya vida gira en torno a la mujer famosa con la que se relacionan.
El caso paradigmático es justamente Moria Casán, cuyos hombres siempre fueron "pareja de". Xavier Ferrer Vázquez, por ejemplo, sigue presentándose como "ex de Moria Casán", a pesar de que nuestro "obelisco con tetas" no le da ni la hora y acaba de casarse con otro de sus jóvenes e ignotos "sex toy".
Los nuevos gigolós también tienen intereses económicos: Huberto Roviralta tenía un apellido de alcurnia pero nada de plata cuando conoció a Susana Giménez. Años después puede ostentar un divorcio, fama de "vividor" y 10 millones de dólares acumulados gracias a la Diva de los teléfonos.
Otros buscan vedettes que les sirvan como trampolín a la fama. Matías Alé pasó de ignoto notero a salir en todas las revistas junto a Graciela Alfano, haciendo cualquier cosa con tal de ser entrevistado. Su máxima aspiración la logró al ser protagonista en Bailando por un Sueño. No tiene la misma suerte Ricardo García, que recorre todos los canales televisivos junto a Adriana Aguirre para demostrar sus imitaciones, como la poco lograda pero muy divertida de Sandro.
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