Un recoleto salón ubicado en San Isidro es el marco dónde encontrar a Oscar González Oro, el mismísimo día en el que presenta su primer libro. Un espacio donde no faltan los lujos ni los saludos entrañables a cada paso entre amigos que felicitan al autor. Periodistas, empresarios, políticos. Gente que tuvo, tiene y tendrá poder en el futuro, según vaticinó in situ Daniel Hadad, quien se encargó de presentar Radiografía de mi país, los relatos biográficos del conductor más exitoso y escuchado de la radio.
Por ahí apura un bocado de sushi Sergio Massa, más allá el doctor Claudio Zin conversa con periodistas de Radio 10, tarde llegan Jorge “Corcho” Rodríguez y su mujer Verónica Lozano... Y en el centro, el Negro Oro, dueño del share radial, quien, como dijo Hadad, es una voz con poder, con peso. Un peso macizo que retumba en más de setecientos mil hogares cada mañana, cargado de opiniones que influyen. Y él lo sabe.
—¿Cuánto pesa tu opinión en la gente?
—Sé que mi voz tiene un peso que preocupa a ciertos lugares de poder. También soy responsable de lo que digo, y por lo tanto no digo todo lo que pienso, porque tampoco creo que la solución sea incendiar este país. Hay que ordenarlo, hay que reorganizarlo, pero no incendiarlo. Ya lo incendiamos tantas veces. A Isabel (Martínez de Perón) le quedaban seis meses de gobierno y la echamos como a un perro, festejamos y después vivimos lo que vivimos. Pero también hay que recordar que en aquel momento todo el mundo en la Argentina festejó que la hayan echado. Y que venía un gobierno militar y todo el mundo lo festejó. Hay que ordenar el país. Por lo tanto, yo no soy el indicado para incendiar el país. El otro día hubo problemas en Plaza de Mayo entre Castells y las Madres... Me parece todo una locura, hay una violencia en la sociedad que, creémelo, nunca la vi.
—Hace un año te entrevistamos y te molestabas por la pobreza, los chicos, la inseguridad. ¿Esa espiral se aceleró en tan sólo un año?
—Está un poco peor, donde hay una intolerancia enorme, donde no se puede pensar distinto, donde la injusticia social es grandísima y no hay movilidad social. El que es pobre tiene pocas esperanzas de dejar de serlo y el que es rico es cada vez más rico. Creo que se agravó, que no avanzamos. Seguimos mirando el pasado, cuando tenemos vecinos que nos tendrían que enseñar a vivir distinto, como Uruguay, Chile, Brasil. Crecen, crecen y crecen, y no andan revisando el pasado...