Grupo Corpo es una de las compañías de danza más importantes de Brasil. Desde Belo Horizonte a partir de 1975, sus inconfundibles espectáculos se vieron en los teatros más reconocidos del mundo. Su base es el ballet, pero ese código riguroso es ejecutado con frescura y velocidad, destacando el despliegue físico y la musicalidad de los intérpretes. Si bien en los más de cuarenta años de trayectoria han tenido coreógrafos invitados, la mayoría de sus creaciones son de Rodrigo Pederneiras. El y sus hermanos dominan la organización: Paulo es el director artístico, iluminador y escenógrafo; Pedro, director técnico; las hermanas Mariza y Míriam fueron bailarinas y ésta última continúa como asistente coreográfica; José Luiz es el fotógrafo. Además, el hijo de Rodrigo, Gabriel, y André, un sobrino, colaboran en la parte técnica. Ellos, junto a más de veinte bailarines, se presentarán el viernes 10 y el sábado 11 de junio a las 20:30 en el Teatro Coliseo (Marcelo T. Alvear 1125) con las piezas Suite branca y Danza sinfónica.
—¿Cómo es que gran parte de la familia está involucrada en la danza?
—No teníamos nada que ver con la danza. Mi padre era ingeniero y mi madre, ama de casa. Mi hermana Míriam empezó a estudiar danza; una vez la vi bailar y quise hacerlo. Luego, también quisieron mis hermanos. Teníamos enamoradas que bailaban también yempezamos a formar un grupo de gente. Como en Belo Horizonte no existía una compañía profesional, tuvimos que crear la nuestra, que es totalmente independiente, y en la que hoy trabajan casi setenta personas.
—¿Cómo definirías el estilo del Grupo Corpo?
—En Brasil hay una mezcla de influencias: de Europa, de Africa. Nosotros supimos aprovechar lo que nos han traído de afuera y crear una manera muy propia de ser, de hacer arte. Hemos hecho una cosa aparte, que tiene un alma brasileña. Creemos mucho en lo que somos; supimos aceptar lo que recibimos, y no rechazarlo. La danza que hacemos es difícil, exige una técnica muy fuerte pero pareciera como si no estuviera presente, como si fuera casi natural. Hacemos solamente clases de ballet y en los ensayos, buscamos la dinámica del movimiento, vinculada a una influencia africana, con una soltura más grande. Hay gente que dice: “Ustedes no hacen danza contemporánea”, como si la danza contemporánea tuviera que ser un poco de-sagradable, con sufrimiento, tipo Pina Bausch… la cosa alemana… No, no es así.
—¿Qué posición tienes respecto de lo sucedido en torno a Dilma Rousseff?
—Un alivio brutal. Lo que hicieron con Brasil en ocho años… nos va a tomar más de diez años recuperar lo que perdimos. Tenemos once millones de desempleados. La corrupción es el mal mayor, pero también la incompetencia administrativa. El gobierno que se fue estaba matando al país. Yo me llamaba un hombre de izquierda, pero definitivamente esto [el gobierno de Rousseff] no era la izquierda. La gente que defiende a Dilma y tiene el discurso éste de “izquierda y derecha”, lo hace porque ahora perdió el poder. De todos modos, un giro completamente a la derecha, yo creo que no es posible; por lo menos, no en Brasil.