ESPECTACULOS
LEONOR MANSO

“Hay que trabajar desde el amor”

La popular actriz vuelve a la dirección escénica con una puesta apoyada en las cartas de Liv Ullmann e Ingmar Bergman. Su visión del presente del medio, su pasado y sus miedos.

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Cruce. La obra refleja desde el drama el vínculo espitolar famoso entre el director de cine y la actriz. | GZA. Christian Holzmann

Desde el viernes 12 y sólo por ocho funciones se podrá entrar en el mundo del cine de la mano del teatro. Se presenta Bergman & Liv. Correspondencia Amorosa de Lázaro Droznes, con dirección de Leonor Manso.  El Centro Cultural 25 de Mayo  (Av. Triunvirato 4444) es el escenario donde Ingrid Pelicori y Osmar Núñez encarnan a Liv Ullmann e Ingmar Bergman, los viernes y sábados a las 20.30 hs.

Fue en 1997 cuando Leonor Manso se transformó en directora. Recuerda: “Debuté con Esperando a Godot de Beckett. Me había gustado el texto y compré los derechos. Cuando contaba que la iba a dirigir todos mis compañeros me miraban raro. Y nos fue muy bien. Quise que el papel de Lucky lo interpretara una actriz (Alicia Berdaxagar)”.

—¿Cómo llega esta propuesta de nueva dirección?

—El texto se lo dio el propio autor, Lázaro Droznes, a Ingrid. Ella me lo pasó, decidimos hacerlo y lo convocamos a Osmar. Nuestra generación está muy marcada por el cine de Ingmar Bergman. Íbamos a ver sus películas al Lorraine.  Nos metimos en ese mundo maravilloso que creó a través de las pantallas y volvimos a ver sus películas. 

—¿La obra sigue sus recorridos artísticos juntos?

-—Cuenta el vínculo entre ellos desde 1966, cuando se conocieron filmando Persona. Convivieron cinco años y tuvieron una hija (Linn Ullmann). Vivieron en la isla de Farö. Toda la vida continuaron relacionándose a través de cartas.

—Ambos escribieron libros casi autobiográficos…

—Releí La linterna mágica de Bergman y Senderos de Ullmann, pero el texto está basado en sus correspondencias. Allí se ve que a pesar del fracaso de la pareja mantuvieron siempre un vínculo amoroso, y de mucho respeto a lo largo de todo el tiempo. Algo que es muy bello y no es frecuente.  

—¿Cuál es la dificultad de trasladar el género epistolario al escenario?

—Decidimos con los actores que las cartas van a ser dichas, no leídas. Van a mantener distancia y las van a interpretar. Es muy bello ver ese vínculo, la separación fue traumática con un hombre tan potente y denso como Bergman. Liv se hizo cargo de la hija, la crió sola, él nunca aportó, pero ella lo aceptó. Sabía que iba a ser así. Es interesante ver los dos caminos de vida distintos y el valor de ella. 

—¿Cómo fue ensayar en estos tiempos?

—Nos reuníamos en la casa de Ingrid que tiene una gran terraza, después en la mía, siempre buscando aire libre y con barbijos. Mi cabeza está rara, pero para el trabajo por suerte no. Todo es muy extraño y desde hace mucho tiempo. Con un peligro que no vemos pero que está ahí. 

—¿Ser dirigida o dirigir?

— Fundamentalmente soy actriz y me gusta actuar. Dirijo cuando me siento útil. Al ser intérprete conozco las dificultades y saco lo mejor de los compañeros. En el 2018 me llamó Muriel Santana para que la dirigiera en Las amargas lágrimas de Petra Von Kant, en el Teatro San Martín.  

—¿Cuál es tu actitud después del estreno?

—Voy a las funciones, no para controlar sino para apoyarlos. Después del estreno la obra es de los actores, son los dueños del espectáculo y busco dejarlos libres. Me siento en la última fila o en la cabina de luces. Hago lo que me gusta que me hagan como actriz. Ser intérprete me ayuda como directora a comprender más al elenco. 

—¿Sufriste como actriz cierto maltrato por parte de algún director?

—Nunca lo permití, ni lo hubiera aceptado. Creo que alguna vez tuve que parar el carro. Siempre fui muy consciente, desde muy joven. Tampoco se me ocurre maltratar a ningún actor. Hay que trabajar desde el amor y el maltrato no tiene nada que ver con la creación.

 

Ser sencillo

Leonor Manso asegura: “No tengo miedo, sí cuidado. Es una pesadilla que no sabemos cuándo termina. Quiero vacunarme con cualquiera, porque es la única manera de salir”. 

Cuando se le pregunta por el 2020 confiesa: “Viví de mis ahorros. Por suerte que tenía algo. Tuve algunos trabajos, porque me llamaron del San Martín al cumplir sus 60 años y también desde la Televisión Pública, para leer unos poemas. Soy muy sencilla. Siempre lo fui. No tengo muchas necesidades. Así sos más libre”.

Anticipa: “Participé de Limbo, serie de Pampa y Disney+, cada día nos hacían hisopados antes de la filmación. Interpreto ahí a una ama de llaves que conoce todo el conflicto. Lo filmamos en un campo, cerca de Castelar”. 

En este nuevo año tendrá más trabajo, ya que Adrián Suar la convocó para la nueva ficción que grabará desde abril. Agrega: “Se supone que vamos a reponer en el teatro San Martín Cae la noche tropical de Manuel Puig. Nos encanta este espectáculo tanto a Ingrid (Pelicori) como a mí. En el trabajo estoy feliz. Fuera de él vivo la amenaza, pero los ensayos son un oasis. Para el actor el ámbito natural es el teatro, lo otro - cine o televisión- tiene que ver con la técnica. Me gusta todo, porque me gusta jugar. La búsqueda en el ensayo es hermosa, lees el texto, vas volcando ideas y te sorprendés por lo que aparece. El compartir con los compañeros lo hace un hecho vivo y muy vital”.