Somos hermanitas”, dicen Norma Aleandro y Marilina Ross mirándose, con una sonrisa y sin soltarse las manos. Ambas mantienen una amistad desde el recordado éxito de Gente de Teatro, grupo que conducía David Stivel, donde compartieron elenco, y luego debieron sostenerse anímicamente durante el exilio en la década del 70. Hacía 41 años –en La tregua (1974)– que no compartían un proyecto laboral hasta que llegó El espejo de los otros, la película de Marcos Carnevale que desembarcó en las salas este jueves. “La responsable de que yo esté en esta película es ella –señala Ross a Norma–. Marcos (Carnevale) no quería llamarme porque yo decía siempre que no, y le comentó a ella: ‘No la voy a llamar de nuevo porque me va a decir que no’, y Norma dijo: ‘Yo la llamo’. ¡Me convenció por teléfono!”. En el film interpretan a dos mujeres que se amaron desde jóvenes pero por la condena social siguieron con sus vidas infelices y en su ocaso se vuelven a encontrar para tener una última cena juntas.
—¿Sacaron la cuenta de cuánto hacía que no trabajaban juntas?
ALEANDRO: No, pero es muchísimo tiempo. Ella se puso a cantar y nos dejó. Nos plantó (se ríen). Hizo bien en cantar, eh, pero tendría que haber hecho un poquito de cada cosa.
ROSS: Lo último que hicimos juntas en cine fue Los herederos, creo, que éramos bien jóvenes (se ríe). ¡No! ¡Esperá! La tregua fue después, en el ’74.
—¿Se ponen a recordar anécdotas cuando se juntan todos a cenar? ¿Del Clan Stivel?
A: No, no soy de “revival”, para nada. No vas a ver una foto mía en mi casa... Del presente para adelante. El pasado pasó. Me encanta haberlo vivido pero no soy una melancólica.
R: A mí también me cuesta volver para atrás.
—¿Incluso para escuchar tus discos?
R: Sí, no me gusta escucharme. Me encontré con mucho pasado porque armé mi blog y tuve que ponerme el día. Creo que es una particularidad de Acuario: no soporto pasarme de dirección, por ejemplo, o ir para atrás me da un ataque de histeria, no lo aguanto, me ataca el hígado. Lo mismo sentí cuando nos propusieron volver a hacer Cosa juzgada, dije: “Ni loca”.
—¿Cuándo fue eso?
R: Hará cosa de un año. La hija de Stivel, Andrea, nos convocó a todos. Y dije que no. Sólo quedamos Norma, Luppi y yo. Mejor que lo hagan con un elenco nuevo, joven. Lo que hicimos ya está.
Ross comenta que miró a Norma en el ciclo Cuentos para imaginar, que se emitió por la señal infantil Paka Paka, y que ya prepara otra temporada. “Estoy haciéndolo en secundarias del Gran Buenos Aires y entre septiembre y octubre vamos a ir al litoral y al norte, escuelas rurales del interior. Ya hice 16 o 20 escuelas, y una de ellas es para jóvenes transexuales, única en el mundo, es maravillosa”, cuenta la actriz de La historia oficial.
—¿Dónde esta?
A: En La Matanza. Son chicos transexuales adolescentes. Gente humilde, entonces no hay operados. El lugar fue recibiendo cada vez más chicos año a año y ya no caben ahí, el edificio es muy feo. Sí tienen muy buenos maestros y la biblioteca, y la directora es un tesoro, también es transexual. Es el Estado el que les paga a los maestros. Hablé con Horacio Rodríguez Larreta para que les dé un edificio.
—¿Y qué te dijo Larreta?
A: Que sí.
—¿Y?
A: Todavía nada. Le voy a seguir hinchando para que se acuerde. Se lo dije en una charla en la casa de su madre, Cristina. Soy muy amiga de ella.
—Volviendo al cine. Es un gran año para la industria nacional. ¿Por qué creen que el público volvió a ver películas argentinas?
R: Se ha elevado la línea base de la industria nacional. Mejoró la media. Antes era lento, pesado, reiterativo, solemne cuando querían hacer cine de calidad. Iba contra el espectador.
A: Se filma mucho más, hay más para elegir, y es probable que de cien haya tres o cuatro películas buenas, ya que hemos estado con muy pobre producción de películas. También hay directores con diferentes maneras de expresarse, no es una escuela o estilo que predomina, y se ve en el guión y en la manera de filmar. Hasta hace poco, la frase “yo no voy a ver cine argentino” era un hecho real y triste, pero era cierto. Y a veces, desgraciadamente, tenían razón.
—En el film se besan. A pesar de la Ley de Matrimonio Igualitario, ¿creen que aún hay personas a las que les cuesta demostrar su amor a una persona del mismo sexo por miedo a la condena social?
A: Sí, a mucha gente le pasa y sufre mucho. Incluso hay gente joven que la pasa mal, y los padres o su familia o entorno no los comprenden.
R: Desde mi punto de vista, he notado una mejoría absoluta, desde la Ley de Matrimonio Igualitario, de familiares, gente cercana que ahora ve el tema de otra manera. Es bienvenido el movimiento y aceptación desde los jóvenes que ya se encuentran con un camino recorrido que mi generación no tuvo.
Ross se exilió del país en el ’74, por la Triple A, y Aleandro poco después, por la dictadura. “Pagamos caro decir lo que pensamos. Compartimos el exilio en Madrid, Norma vino a visitarme a mi casa con su marido y su hijo. Nos mantuvimos cerca y lo soportamos juntas”, afirma la protagonista de La Raulito (1974). Norma agrega: “Me pusieron bombas en mi casa y en el teatro. Una pena de muerte inmediata, y era por haber dicho lo que estaba pasando. Era muy grave lo que estaba pasando antes y durante la dictadura”.
—Norma, los jóvenes volvieron a militar. ¿Te gustaría que tus nietos militaran?
A: A mí las militancias nunca me vinieron bien, no. Pertenecer a un partido siempre es obedecer órdenes, y eso no es lo mío. Soy mucho más ácrata. Me gusta pensar y decidir por mi cuenta, y eso no lo podés hacer si pertenecés a un partido. A veces temo que la ideología estreche el deseo de conocimiento, pero si no es así, bienvenido sea. Yo sería una socialista fuera de época, me interesa la democracia que socialmente cumpla con ciertos preceptos socialistas.