En el mundo de Indiana Jones, las cosas pueden ser duras, pero al menos son sencillas. Los buenos son buenos, y los malos son tan malos que ni siquiera es necesario analizar su perfil criminal para descubrirlos. Ese conflicto esencial mezclado con acción trepidante, un suspense de morderse la uñas y una buena dosis de elementos mágicos, constituye la estructura básica de las películas -o de cualquiera de las innumerables matinés de cine de los años 30 en las que se apoya todo el tinglado de Indiana Jones.
Desde el comienzo, la serie de films estuvieron motivados por la nostalgia. Su creador, George Lucas, quería hacer un homenaje a aquellas películas de serie-B de los años 30 que había visto sólo por televisión mientras crecía en los 60. "Comencé a pensar que era una buena idea tener un arqueólogo en un serial al estilo de 1930, y el gran cambio sería que él era un ladrón de tumbas que encuentra artefactos sobrenaturales", explica Lucas en el libro The Complete Making of Indiana Jones (El rodaje completo de Indiana Jones). El plan funcionó de manera brillante. Raiders of the lost ark se estrenó en 1981, poco después de que asumiera la Presidencia Ronald Reagan, con un proyecto para que Estados Unidos volviera a destacar en el mundo y retornara a los antiguos valores pasados de moda.
La película recaudó casi 400 millones de dólares y fue seguida en 1984 por Indiana Jones and the temple of doom, así como La última cruzada en 1989. Este domingo llega el turno de El reino de la calavera de cristal, que se estrena en el Festival de Cannes. Casi 20 años después, aquellos antiguos fans de Indy volverán a los cines para visitar a su héroe de la infancia, llevando probablemente a sus hijos con ellos. "La gente que era niña cuando la película se estrenó la ver con nostalgia por esos buenos viejos tiempos cuando la vieron por primera vez", afirma el profesor Robert Thompson, director del Centro Bleier para Televisión y Cultura Popular de la Universidad de Siracusa.
"Mi sensación es que Indiana Jones representa ahora para muchos de nosotros un momento de confianza nacional y relativa seguridad, especialmente para aquellos que eran niños a principios de los 80 y están criando ahora a sus hijos", consideró Anthony Pomes, director de marketing. "El terrorismo del 11-S llegó 20 años después para aquellos que fuimos a ver los cazadores (del arca perdida) y es tan maravilloso volver a tener a Indy de vuelta con nosotros". "Indiana Jones (...) permite leer rápidamente, de forma ordenada y fácil la ecuación buenos-malos", afirmó Gerry Molyneaux, profesor de cinematografía en La Salle, Universidad de Filadelfia. "Tanto la película como el héroe resumen las cualidades que Estados Unidos querría que describieran al país y a sus ciudadanos. Indy, el héroe central, exuda un estilo sencillo, un carisma modesto, energía, poderío físico y una combinación de inteligencia cerebral y habilidades pragmáticas".