En dos programas de interés general (primero en Resumen de los medios, conducido por Mariana Fabbiani y en Argentinos por su nombre, a cargo de Andy Kustnezoff) se pudieron ver entrevistas e informes sobre una nueva modalidad en Argentina: la de vender y comprar juguetes eróticos de uso femenino.
Esto es una prueba más de que la televisión –algo necesitada de emitir al aire temas “calientes” para retener a los díscolos televidentes que abusan del zapping– mete mano cuanta veces pueda en la sexualidad, que parece que si de la femenina se trata, vende mucho más.
Claro, competir con las escenas de alto voltaje erótico entre, por ejemplo, Pablo Echarri y Paola Krum en Montecristo, no debe ser nada fácil. Y para muestra sólo hace falta un botón: ayer en la novela que emite Telefe a las 22.30 (si así lo quieren los directivos) se pudo ver a los protagonistas haciendo alocadamente el amor, sobre la mesada de la cocina.
Allí no mediaron vibradores, ni esposas, ni fustas, sólo dos cuerpos (para colmo bellos y jóvenes) en ese acto que suele darle sentido a nuestras vidas. Simple. Delicioso.
Pero Montecristo no es el tema de esta nota; sino, ese nuevo negocio que dicen, “está de moda”. Se trata del Tuppersex, o venta a domicilio de adminículos sexuales. A saber: todo tipo de vibradores de colores, tallas y con formas de delfín, pez espada, foca, flor; dildos de piel retractil, multiplicador de orgasmos, cremas, lubricantes, esposas divinas de peluche rosa, preservativos rosas con sabor a frutilla y lengerie rosa que mueve más hacia la risa que al deseo. Sí, todo muy rosa, como si las consumidoras (se entiende adultas) fueran todas quinceañeras transitando la época más naif de sus vidas.
El shopping erótico a domicilio lo comandan unas jóvenes empresarias que se dieron cuenta que a algunas mujeres les da cosita que las descubran en un sexshop y que ellas van casa por casa para que de una vez por todas las reprimidas pierdan el miedo y se animen a gozar sin prejuicios. Estas jóvenes emprendedoras encontraron lo que se llama en la jerga de los negocios, el nicho del mercado. Que como suele suceder en todo el occidente capitalista se gesta en los Estados Unidos. Hecha la necesidad, hecha la trampa.
En el país del norte nació esta modalidad, que nos hace recordar a abuelas y tías con peinados estilo velador, que se juntaban a comprar esos envases coloridos para almacenar prolijamente los alimentos en la heladera.
En Argentinos por su nombre, que se emite los lunes por Canal 13, dicho sea de paso a un horario imposible para el proletariado madrugador, la chica hot del programa y de apellido de tipeo lento, Carla Czudnowsky, juntó a algunas conocidas e ignotas a una reunión de Toppersex, donde pudieron tocar, oler y hasta probarse los productos estimulantes.
Allí estaba la zarpada televisiva de turno, Maju Lozano, que advirtió conocedora, que los vibradores llegaban a lugares donde los hombres no llegan. Lo que no creo que podamos probar ni con la investigación periodística más sesuda de nuestra vida profesional.
Entre el resto de la mercadería y las risitas nerviosas de chicas que creen estar derribando los tapujos sociales usando estimuladores de plástico, se apreció una voz, apagada por el poder K, la de Marcelo Pacheco, la ex conductora del noticiero nocturno de Canal 7, que dio un consejo bastante atinado: “Buscate un chabón”.