Mi amigo hormiga iba a ser una obra de teatro. Por eso, en febrero de 2020, José “el Purre” Giménez Zapiola estaba en pleno plan de ensayos para generar una pieza distinta, más salvaje y menos tradicional. Y de repente, claro y como a todo el planeta, la pandemia. Pero justo cuando se creía que este vehículo para el ex actor de Disney y Nickelodeon, de Go!, iba a extinguirse, iba a pasar a ser un recuerdo más, Mi amigo hormiga generó por suerte una nueva vida, una distinta y hasta que sirve de alfombra roja para su primera versión: pasó de ser una posible obra teatral a ser una serie de diez episodios de veinte minutos cada uno. Declara El Purre frente al reciente estreno: “Se suspendió todo cuando ocurrió la pandemia. Pero Flow produjo la serie, en formato audiovisual, y ahora se convirtió en la precuela de aquello que se verá después, cuando se pueda, en el escenario”.
La migración de la serie no quita su tema: tomar el universo de un joven de 17 años, y como desde el encierro, ese que venimos viviendo todos, empiezan a salir a la luz algunos traumas que juzgan su verdadera identidad.
—¿Cuál es tu vínculo con la ficción en tu día a día? ¿Cuáles son las ficciones que te marcaron en tu vida?
—Siendo muy honesto, debo decir que yo no soy de mirar tanto. Me cuesta mucho sentar la cola. Quizás en mi vida cotidiana, por ahí, tengo más vínculo con la comedia. No sé si me gusta hacerla, creo que me gusta más el drama. Los policiales, eso sí, me enganchan. Es difícil engancharme, eh, que me agarre la necesidad de querer ver. Eso sí: todo el tiempo se me ocurren historias. No sé tanto de escribir, pero cuando veo determinadas cosas no hay dudas de que me dan ganas de interpretarlas.
—¿Cómo definirías entonces lo que estás llevando a cabo con una ficción como “Mi amigo hormiga”?
—Es una obra apuntada a los adolescentes. Pero donde, y de forma consciente, mostramos la adolescencia un poco más cruda, menos estilizada de lo que se la suele mostrar. Siento que la adolescencia está idealizada a la hora de los relatos, y cuando se la muestra, se la muestra todo color de rosa, y realmente creo que no es el caso. La forma en que la serie Mi amigo hormiga está grabada es más artesanal, utilizando formatos como cámara en mano, algo que de por sí permite una cercanía al público.
—¿En qué sentido decís que no se les sabe hablar a los adolescentes desde las ficciones actuales? ¿Hay algo que te molesta particularmente de eso?
—Hay muchos tabúes en qué mostrarle y qué no al adolescente. Y siento que todo se aliviana, se aplana. Los adolescentes también tienen cosas oscuras. No lo dudes. Está bueno mostrar lo que es ese lado oscuro. Mostrar la realidad. No la mentira. La serie viene a mostrar las problemáticas oscuras que puede tener un adolescente. Es evidenciar que estas cosas están ocurriendo y que ocurren.
—¿Hay algo que te sorprendió y que no creíste que estaba ahí en el proceso creativo? Quiero decir, algo que finalmente tomó forma cuando grabaron los episodios y no anteriormente.
—Cuando empezás a rodar, eso sí, a veces no están todos los guiones escritos. Los episodios van llegando a medida que vos estás grabando. Los desarrollos y las problemáticas que los directores y escritores quisieron llevar a cabo estaban buenísimas de mostrar. Los fantasmas que se le aparecen a mi personaje, Julián, en plena pandemia, hay algo bueno en esa decisión.
La pandemia presente
—¿Adoptar la pandemia para que sea parte de la misma ficción que vemos fue una decisión rápida o fue una decisión inevitable?
—Mucha gente decide no mostrarlo.El aislamiento, eso ha afectado mucho a los adolescentes. Claro que ha afectado a todo el mundo. Pero está bueno poder mostrar cómo los jóvenes han sufrido. Tanto se habla. Tanto se los critica. Que eso genere empatía con el adolescente que lo mira. Ahora en el verano, con todo lo que ocurre, con la fiesta, con la costa, que no lo avalo pero te muestra que el adolescente no puede más. Lejos de pensar que está bien, hay algo del orden de no aguantar más que vale la pena reconocer. Mi viejo tiene 80 años, por eso trato de cuidarme.
—¿Qué te gustaría que generara “Mi amigo hormiga” como relato en quienes la vean, sean jóvenes o adultos?
—Me gusta mucho que las historias de las que me nutro, o miro, me transformen. Ojalá Mi amigo hormiga transforme un poco a las personas. Darle una herramienta a alguien. Invitar a la reflexión. Los problemas de los jóvenes se parecen en un punto a los de los adultos. Sin criticar a nadie en particular.
—¿Qué representa para vos algo como esta serie?
—Trabajé mucho para lograr llegar a los lugares que llegué. Es complicado poder generar un nombre que te permita crear cosas distintas, tener un equipo que permita laburar de forma distinta modelos que algunos consideran tradicionales. Claro que hay mucho trabajo para generar estas posibilidades.