“Jimena no traiciona por treinta lucas, y en vez de silicona bajo el jersey, tiene un jardín con dos terrones de azúcar”, canta en Rosa de Lima Joaquín Sabina, el artista que construyó un muy personal universo a partir de aventuras y desengaños amorosos.
Sin embargo, Jimena Coronado no es una mujer más en la historia del cantautor español, de 63 años. “Ella me ha salvado”, ha repetido en varias entrevistas para explicar quién es esta fotógrafa peruana que consiguió alejarlo de los vicios y de su proverbial “mala vida”, aún cuando ese rescate implique una celosa supervisión de cada uno de sus movimientos.
Efecto Jimena. La historia cuenta que se conocieron en 1998 en Lima, cuando ella trabajaba como reportera gráfica y fue a hacerle fotos al hotel en el que se encontraba hospedado. “Es muy guapa, entonces empezamos una especie de historia. Pero yo tenía novia en España y ella tenía novio en Perú. Estuvimos mucho tiempo sin vernos”, contó él.
Lo cierto es que, al año siguiente, se reencontraron en México y nunca volvieron a separarse.
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