Se encuentra a punto de reestrenar Hernán Buenosayres , ángel o demonio en el teatro Ópera, una composición coreográfica inspirada en la obra de Dante Alighieri y Leopoldo Marechal. Es amigo de Julio Bocca desde hace 20 años y posiblemente sea la figura principal del Ballet Argentino cuando Bocca se retire. La crítica mundial celebra su aptitud técnico-expresiva y destaca especialmente su ‘figura de proporciones casi perfectas’ así como su presencia ‘masculina y soberbia’.
—¿Cuándo nace su vocación por la danza?
—A los 4 años me encerraba a mirar Noches de gala por canal 7 y le dije a mi mamá que quería ser bailarín. Prefirieron mandarme a patín y gimnasia artística, pero a los 10 años entré a la escuela del Colón.
—¿Los primeros pasos de su carrera?
—Ingresé al Ballet del Teatro Colón en el 92, a los 17, y al Ballet Argentino en el 95. Me fui un período al exterior, y volví para trabajar junto a Julio.
—¿Cómo es el Ballet Argentino por dentro?
—Los que quedamos del 95 somos Cecilia Figaredo y yo, el resto se fue a otras compañías o al exterior. Ballet Argentino es como una familia: de 12 meses, 10 estamos de gira. Comemos juntos o charlamos todos en la habitación de Julio o Cecilia.
—¿Cuál fue el proceso que desembocó en “Hernán Buenosayres”?
—Lino Patalano me ofreció tener mi propia compañía. Hablé con las coreógrafas Margarita Fernández y Laura Roatta. Ellas ya tenían sus bailarinas. Luego nos preguntamos qué le gusta a la gente. Las respuestas fueron el tango, AdanBuenosayres y los siete pecados capitales.
—¿Hay envidia en la danza masculino?
—Como en cualquier trabajo. Pero en la compañía de Julio cada uno sabe el lugar que ocupa. Sin embargo, en algunos ballets algunos piensan que son bailarínes principales, y no es así.
—¿Un bailarín se cuida con la alimentación?
—Por suerte, no tengo ese problema. Realizo cerca de 150 funciones anuales y en cada una se quema 2 o 3 kilos, a eso sumale las clases diarias y los ensayos.
—¿Por qué dejó el Colón en 1997?
—Yo no lo dejé, me hicieron renunciar. En esa época el director de la compañía era Ricardo Bustamante. Fue la mejor época para el ballet, se bailaba muchísimo y no había acomodo. Cuando Ricardo parte, cansado de luchar con la burocracia, la nueva gestión no me otorga una licencia que yo había pedido y me prometieron, y tuve que irme igual, porque ya tenía contrato con el Ballet de San Francisco.
—¿Por qué lo invitaron recién ahora, para bailar la versión de Candal del Bolero de Ravel ?
—Yo también me pregunté mucho porqué, en los últimos 9 años, no me llamaron. De todas formas, si la compañía hace pocas funciones, un invitado le saca el lugar a un cuerpo de baile. Ahora que Raúl Candal, el director del ballet, hace muchas funciones nadie se queda afuera.
—¿Cree que el Colón debe seguir una línea académica pura o también incorporar lo moderno?
—Yo bailé mucho en EEUU con Julio. El público hoy busca una fusión de todo: clásico, neoclásico y contemporáneo. Aunque hay gente de elite que solo va a ver clásico, creo que es bueno evolucionar.