ESPECTACULOS
‘SOMBRA Y HUESO’

La fantasía que busca dominar el planeta

El showrunner y guionista de cómics Eric Heisserer y la escritora Leigh Berdugo hablan sobre la llegada de la famosa saga de libros a Netflix. Los desafíos: entender la distancia con otras franquicias e intentar ser el hito del 2021.

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Relatos. La producción implicó un despliegue gigante, al estilo de la que se llevó a cabo para la serie The Witcher. | GZA. NETFLIX / ATTILA SZVACSEK

Este tipo de historia no pertenece a una sola persona, a un fan, a un creador, a un productor; de la misma forma que la magia no pertenece a nadie”, dice, precisamente, la creadora del universo de Sombra y hueso, la saga de fantasía que Netflix vende como una especie de Game of Thrones para los fans de Strangers Things. La escritora y autora de los libros de la saga marca, quizás, la principal diferencia de esta franquicia que involucra al mundo de la magia, una revolución industrial y sets de ensueño medieval de una forma no nueva pero sí lo suficientemente cargada de energía y alteraciones. El showrunner Eric Heisserer sostiene que a la hora de contar quería transmitir sí o sí la potencia de los originales al adaptarlos a la TV: “ Puedo decir que amé el show porque se sentía distinto a las cosas que consumí creciendo y al mismo tiempo, parecía parte de esa familia de relatos. Había personajes de todos los rincones del mundo. Lejos del ‘hombres blancos a caballo en la Inglaterra medieval’, aquí hay una real variedad de personajes y etnias. Eso lo hizo un producto fresco y diferente, casi intencionalmente alejado de aquellas restricciones y eso tiene que ver con las muchas opciones a la hora del género”.   

—¿Cuál ha sido su particular relación con la magia en la pantalla, en la ficción, y qué llevó a este universo particular?

LEIGH BERDUGO: Crecí leyendo ciencia ficción y fantasía. Crecí leyendo cómics, crecí viendo series de TV. Leyendo novelas de fantasía heroíca. Creo que cuando creces con eso, es muy difícil perder la sensación de posibilidad que se da en esos relatos. Para nosotros, el placard siempre puede ser Narnia. La noche siempre es lugar de Morfeo. En muchas formas, cuando creces, la fantasía y la ciencia ficción son lugares donde te escondes, pero después se convierten, si quieres, en otra cosa, en un lugar donde entender del mundo, una ventana, pero también, no sé, en una forma de recorrerlo. Sin que eso tape la realidad, claro, pero sí saber que existe ese rincón. Muchas veces sentí que la ficción me preparó para el mundo, más que el mundo mismo. 

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ERIC HEISSERER: Crecí en una ciudad de la cual me sentía muy desconectado. La mayoría de la gente tenía ideas que no concordaban con las nuestras y era complicado establecerlas en voz alta sin que la vida fuera un caos. Por ende, aprendí a leer aquello que me ayudaba a no sentirme solo en mis ideas y mis ganas de más mundo. 

—Ahora se vienen muchas adaptaciones de clásicos, y los mismo dominan Hollywood hace años ¿Por qué crees que más allá de la guerra de franquicias sucede algo así?

B: Creo que tenemos hambre de mitos, de rituales, de permanencia. Y hoy puntualmente eso no existe más. La experiencia común de sentir que sos parte de algo con estos libros, común y también excepcional, es algo que antes de Internet muchos necesitábamos para sentir que no estabamos solos más allá de nuestro hogar. En la ficción, gente de diferentes religiones e incluso ideas políticas se unen. Y ahí hay algo, una faceta del mundo de las franquicias, que no ha sido celebrado del todo. Hoy, que todos estamos aislados, entendemos que nuestro ritual son nuestros consumos culturales.

—¿Qué pasa a la hora de los fans? ¿Qué se puede esperar de libros y sagas que tienen un culto tan puntual? 

B: Esto no es el Universo Marvel. No es Los juegos del hambre. No es Crepúsculo. Somos la pequeña saga que lo logró. Y en ese sentido, hemos ido creciendo firmemente en los últimos años. Nunca voy a dejar de estar agradecida por esa pasión, y por tomar esos libros y hacer un culto de ellos y de compartilos. Pero creo que nadie subestima el lado oscuro del fandom, la idea de creer que algo te pertence de la forma equivocada y eso te da una autoridad por encima de alguien. 

—Pudiendo crear cualquier imagen ¿cuáles eran los lugares visuales donde querían ir y los que querían evitar?

H: Quería mostrar los trucos visuales de este mundo, que es algo muy puntual. Pero de inmediato descubrí que nuestra idea no iba a funcionar. Entonces tuve que volver a foja cero, y ver cómo crear muchas cosas, materiales, que se sientan rutinarias, pero al mismo tiempo oscuras y siniestras. Pudimos llevar a cabo diferentes juegos con ese término que se usa en el mundo de la saga, “zar-punk”, en referencia al steampunk, pero aquí influenciado por el universo de los zares rusos. Estaba muy emocionado de traer ese mundo de magia, de cartas mágicas, de diferentes cosas alucinantes, que se viera parecido a un mundo medieval. Me gustaba la idea de juegos, por ejemplo, qué pasaba si llevabas un arma a un duelo de magia. Me gustaba la idea de un momento donde la revolución industrial llegaba a la altura de la magia, que allí es una práctica común. Y cómo eso afecta las estructuras de poder y, claro, de lo lúdico. 

—¿Hay algo que hayas descubierto de los relatos al verlos en pantalla?

B: Creo que me di cuenta de cuán conectadas estaban las historias. Los personajes, casi todos, se preguntan quiénes son y dónde van. Creo que es una pregunta que muchos de nosotros realmente nos hacemos en momentos cruciales del mundo. Esta saga no pertenece al universo de los jóvenes adultos, tampoco a la fantasía, siento que está más cerca de los relatos sobre cambios graves en tu vida. Sobre entender qué querés del mundo, querer renunciar a un trabajo aunque no tengas otro, el fin del amor: creo que ese tamaño tienen los problemas ahora.

—¿Sentís que hay algo en la saga que se haya resignificado a partir de la política en Estados Unidos en los últimos años y la reciente pandemia?

H: Lamentablemente, siento que los problemas que tenemos ahora, son problemas que tenemos hace mucho tiempo. Me gustaría que no fueran tan actuales, me gustaría que no hubiese tanta xenofobia. Y el show tan solo refleja eso, porque no es difícil verlo en esta sociedad.  

—¿Qué historias te gustaría ver y leer en un futuro?

H: Cuanto más veamos de autores que fueron marginalizados, mejor se va a poner. Y esto no tiene que ver con algo artifical, con imponerlo. A veces se reacciona a la diversidad como meramente meter personajes que se vean distintos. Lo que tenemos que hacer es escuchar los relatos clásicos desde otros lugares, desde otras experiencias. Cuanto más relatos tengamos, más gente que intenta entender el mundo tendremos.

 

Palabras de la creadora

—¿Cómo fue el momento en que decidiste contar y cómo se lo contarías a tu fans?

LEIGH BERDUGO: Siempre quise ser escritora. Desde pequeña. Y ahí empezaron a aparecer los problemas básicos: querés contar y no sabes como. Todo está trabado. No tenés un proceso, y tampoco tenés un método. No sabés que vas a tardar años en descubrirlo. Eso es básico: tardas años en aprender a escribir, seguro, pero también tardas años en saber cómo es que vos escribís. Nunca pensé en hacer una saga con pequeños libros. Solo quería escribir, poder sentir que lo hacía. Nunca pensé en más. Creo que pensar más es un problema. Hasta mi tercer libro me costó mucho relajarme. Un libro no es una carrera. Un éxito no es una carrera. 

—¿Qué le dirías a alguien que quiere crear en este momento particular del mundo y no sabe cómo comenzar?

B: Lo que hace a alguien interesante no es solamente el ser joven. No siempre es un camino derecho: salir del colegio y escribir. Si tenés una historia que contar, tenés que contarla a la edad que sea. Hay que enfrentar el miedo. Los días en los que te sentís como un fracaso y un fraude son los más importantes porque quiere decir que te estás enfrentando a algo nuevo y grande. Y eso implica que te vas a superar eventualemente. O que lo estás intentando. Eso es suficiente. 

—¿Qué sentiste al visitar el set? 

B: Fue rarísimo. Entrar y ver a todos en sus trajes, pero también en sus celulares, bebiendo café. Fue muy extraño, y yo venía con mucho jet lag. Fue entender que hacía un programa de TV y que me iba a parar en lugares que había escrito, ver trajes y trajes y trajes, y más. Pude hacer un cameo y meterme en el mundo que había creado fue muy bizarro. Pensar: recuerdo el momento en el que escribí esa escena. Y de repente estaba ahí. Vivís algo parecido al asombro y a la incredulidad.