La promesa fue cumplida a medias: Jorge Lanata irrumpió sobre el escenario de riguroso traje, pero con plumas. Sin embargo, tras el cerrado aplauso de bienvenida, el público descubrió que sólo se trataba de un plumero estratégicamente ubicado, de una humorada hacia todas las especulaciones que circularon desde que se supo que formaría parte de la nueva revista del Maipo.
Más atado que nunca a su estilo ácido e incisivo, el periodista pasó su prueba de fuego sobre las tablas, un territorio inexplorado para él. Fue el viernes por la noche, en el preestreno para la prensa de La rotativa del Maipo, el espectáculo dirigido por Ricky Pashkus, con la bella Ximena Capristo como vedete y producido por Lino Patalano, que apuesta a tener mejor suerte que su antecesor, el accidentado show protagonizado por Antonio Gasalla entre junio y septiembre de este año.
Arriba el telón. “Me parece que el periodismo debería tener un contenido de entretenimiento”, expresaba Lanata en una reciente entrevista sobre el “desafío” de llevar la actualidad a un teatro de revistas. El primer acercamiento a este novedoso rol de “figura estelar” se produjo el jueves, en la función exclusiva para amigos y familia que funciona como “gran ensayo final” antes de que abrir el espectáculo al público.
Sin recurrir a los tics del capocómico, su presentación tenía muchos puntos de contacto con el lenguaje que el periodista consiguió forjar a través de sus programas de radio y televisión: actualidad política, ironía y un recorrido histórico para “entender el presente”. De hecho, su monólogo estuvo dedicado, en esa oportunidad a Mariano Moreno, alguien que eligió hacer “no lo que le convenía” sino “lo que su corazón le decía”.
Con la única compañía escénica de un escritorio, un sillón y un perchero, el fundador de Página/12 se apoyó en las imágenes que se proyectaban en la pantalla gigante para “ilustrar” sus consideraciones: notas de archivo –con agradecimiento a la producción de TVR y todo–, discursos presidenciales, la noticia más relevante del día y, claro, un adelanto “en exclusiva” de la tapa que lucirá en los kioscos el diario que dirige al día siguiente.
Sobre el final del espectáculo, Lanata cumplió con el ritual de bajar las coloridas escaleras para saludar al público, cigarrillo en mano y listo para mezclarse entre las vedettes, bailarinas y demás personajes del tradicional género porteño.