“¡No, para nada! Es un amigo mío; es más, quiero presentárselo a Susana”. Contundente y entusiasta respondió una amiga de las que, de verdad, tiene acceso directo a la conductora ante la consulta sobre si ella tenía nuevo yerno.
El lunes, en la cena anual de Fundaleu, Susana ocupó una de las mesas más caras y de las que más aportaron para lograr el millón de pesos que esa noche se recaudó. Aunque llegó tarde porque su programa se había extendido por las presencias de Lenny Kravitz y en especial de Juana Viale, su hija en el lugar aseguraba que la diva aparecería.
Vestida con un diseño de Roberto Cavalli que su madre usó un año atrás en la entrega de los Martín Fierro, Mercedes Sarrabayrouse se mostró radiante, movediza y locuaz y para nada incómoda con los flashes. Había sólo una diferencia: esta vez estaba sin Eduardo Celasco.
Bloque familiar. Aun en los momentos más sensibles del matrimonio, hay encuentros sociales que, a pedido de Susana, ambos no eludían: la gala de Fundaleu y los premios Martín Fierro. Los tres formaban un bloque familiar estoico ante las cámaras y monosilábico ante los micrófonos si de cuestiones sentimentales se trataba.
La conductora no respondía sobre la coyuntura marital de su hija y su yerno, y éstos, educados, sonreían o caminaban sin inmutarse ante preguntas incómodas. Así se manejaron en mayo de 2010 cuando todos los medios estaban expectantes de la presencia de Mercedes y su marido tras la crisis que se había hecho pública –escándalo pugilístico mediante– un mes antes.
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