Antes de siquiera saber que iba a ser película, yo me imaginaba a Morán como Nurit”, sostiene Claudia Piñeiro, creadora de Nurit y de la novela que la contiene, Betibú, que fue adaptada a la pantalla del cine (como ya sucedió con Las viudas de los jueves y sucederá con Tuya) y se estrena el próximo jueves bajo la dirección de Miguel Cohen. Y Morán (caracterizada como Mónica, su volcánico personaje en Guapas, su retorno a la televisión, “algo que me tiene muy contenta, aunque nunca se está demasiado flaca para televisión”) no sólo se reconoce lectora de Piñeiro, sino que también plantea el instante del primer cruce, cuando “como actriz investigadora” fue a reunirse con la escritora: “Fue tan hermoso el encuentro, transcurrió tan fácil, que me olvidé de la estrategia que llevé. Me fui con la sensación de que fácilmente podíamos ser amigas”. E insiste Morán con que “ahora Betibú es una hija nuestra, una hija de dos mujeres”.
Piñeiro juega también al ping pong de piropos: “Si hubiera hecho esta novela y mientras tanto me la iban actuando, hubiera cambiado cosas. Tics, o movimientos. La veía caminando a Morán y pensaba que esas cosas las hubiera agregado”. Nurit, “hija de dos madres”, es el personaje de Piñeiro, que “es más fácil de relacionar conmigo porque es una escritora, tiene mi edad cuando escribí la novela, tiene hijos que están terminando de ser adolescentes. Pero todos mis personajes tienen cosas mías”. En el film, Nurit se encuentra no abatida pero desactivada (su editor insiste con que publique y ella insiste en ser escritora fantasma) y es, precisamente, un fantasma, el de un asesinato, lo que la llevará al mundo de las redacciones periodísticas y del poder que sigue escondiéndose en quintas privadas y countries. Algo que Piñeiro explica desde un “me interesa mucho la mirada social sobre los géneros”.
—Considerando que ambas han sido exitosas en sus medios, ¿qué creen que se consume más: el cine nacional o la novela argentina?
PIÑEIRO: En el cine hay dinero, y en la literatura no hay dinero. Un director de cine gana más que un escritor. La literatura no tiene subvención: es lo que se vende y nada más. Me parece bárbaro que el cine tenga subvención. No sé si la literatura necesita subvención. Se pueden pedir políticas culturales más concretas, pero no la subvención.
MORAN: Mis expectativas son que vaya mucha gente. Que ayude a quebrar esa tendencia que tenemos como espectadores de que nos cuesta ir a ver cine argentino. Ojalá esta película sirva para que la gente se dé cuenta de que necesitamos que vaya al cine. Fue una exigencia muy alta estar a la altura de la novela, porque como lectora de novelas es difícil arrimar a esa imaginación. Yo creo que la película va a permitir hacer varias lecturas. Una sencilla, una más profunda.
—La novela se mete en otros lugares además del policial, que es el foco del film, por ejemplo con el periodismo o con cierta idea de poder.
M: Sí, tiene muchas capas. Tiene muchas formas de mostrarnos determinadas cosas que a veces no nos gusta ver.
P: Esta novela, cuando yo la pensé, había una imagen disparadora, que me acompañó: era una mujer detrás de la puerta de su casa, esperando que le tiren el diario y después yendo a desayunar con los distintos diarios. Imaginate lo pegada que está la película a los hechos periodísticos.
—Pero hay un cierto desencanto con el periodismo; ¿ustedes se sienten así con la prensa?
P: Uno puede observar que hay contenidos que cada vez tienen menos importancia. Eso no es más que el reflejo de la sociedad. ¿Hasta dónde se crea tendencia y hasta dónde se toman los intereses de la gente y se aprovechan de eso? Pero hay límites que se han pasado que son inaceptables. No es necesario poner los micrófonos al lado del velorio del marido de Nazarena Vélez y que el videograph diga “Los gritos desgarrados de Nazarena Vélez”. Podés privarte de eso. No vas a tener más publicidad por eso. Por eso no acepto el “Somos periodistas y queremos informar”.
M: Puntualmente de este caso, porque el morbo no me parece nuevo, menos cuando se muere alguien más o menos conocido, me llamaba la atención el tema del suicidio. Estadísticamente está comprobado, por lo tanto está regulado, no se puede hablar determinada cantidad de tiempo de ese tema porque hay como un fenómeno de contagio. Cuando hice un programa llamado Los suicidas, investigué un poco, y veía ayer todas las teorías, como había sido, las culpabilidades y pensaba cómo este monotema (morboso, impiadoso) no se va.
—Claudia, vos estás en pareja con un opositor como Ricardo Gil Lavedra, y vos, Mercedes, siempre fuiste defensora del actual gobierno. ¿Hablan de política? ¿Pueden convivir opositores y oficialistas?
P: No tengo ninguna duda de que podemos hablar. Básicamente porque creo que las dos somos personas inteligentes. Si el Gobierno hace una cosa que está bien, la aplaudo. Hasta me molesta que me pongan en esos términos, porque no hablo en política en términos de qué soy: hablo sobre hechos específicos, que a veces desde la lógica uno puede compartir o no.
M: Me pasa igual. No me considero una cosa ni la otra. Hay cosas que me gustan y apoyo, y hay cosas que no me gustan y no. Y ser de un determinado partido nos priva de apoyar y disentir. Yo apoyo muchísimas de las cosas que ha hecho este gobierno, y hay cosas que no me gustan. Y siento mucha libertad para poder decirlo y no siento que exista esa confrontación de la que hablan. No me asusta la confrontación, me asusta la violencia.
P: Todo se lleva a esos términos. Hoy escuchaba en la radio viniendo para acá a periodistas que toda la vida han estado en contra del subsidio, absolutamente liberales, defendiendo el subsidio porque la quita venía del Gobierno.
Es impresionante la ausencia de análisis y de debate específico.
M: El debate es parte de un proceso. Aun aquellos que quieren cambios
necesitan confrontación y debate en buenos términos. Mi viejo fue diputado, y cayó preso cuando nací. Cuando le pregunté, me dijo: “A mí me metieron preso mis adversarios políticos”. Adversario, no enemigo.
P: Nosotras charlamos muchas cosas, y no hubo la necesidad de hablar de política.
Hay una política que sí es interesante, que es la política general. No la política partidaria, no la mediocridad partidaria que hay hoy.
M: La política como expresión social, como rumbo.