El martes la Academia, ya sea por un filtro, por estrategia de marketing o, a su decir, un error de Twitter, publicó una lista de ganadores, una especie de –y estaba presentado de esa forma– machete donde ver quién había ganado y quién no. Sin esa claridad en el título del archivo, pero sí con claros ganadores en cada categoría (después se dijo que era un voto particular publicado). Ahora queda ver si ese listado, que daba a Parasite como ganadora a Mejor Película y Mejor Película Extranjera, era cierto. Por lo pronto, lo básico: desde las 20.30 podrá verse la alfombra roja del Dolby Threatre en Hollywood, otra vez sede de los otra vez sin conductor premios. A las 22 comienza, en TNT en español y en TNT Series en idioma original, la edición 92 de los Oscar.
El problema, otra vez, viene de la mano del manto sagrado que Hollywood, cual caspa, no puede sacudirse: ser una industria que busca, hacia afuera, diversidad de género y sexo, pero a la hora de los papeles, principalmente de los sobres con nominaciones, no logra que eso esté presente ni siquiera posinclusión de varios nombres nuevos en la Academia (como el argentino Pino Solanas, entre otros). Así, los Oscar siguen siendo #SoWhite, el trend que sirve para denunciar esta ausencia de diversidad. Cynthia Erivo, nominada sorpresa como Mejor Actriz por Harriet, es la única persona de color en las ternas de actuación en 2020. En esa línea, está también la forma en que se ignoró la dirección de Greta Gerwig de la nueva adaptación de Mujercitas, logrando que la terna a Mejor Director otra vez sea de hombres. No todos blancos, eso sí, gracias a la presencia muy importante del gran nombre de la noche: Bong Joon-ho, el realizador de Parasite.
Joon-ho es la carta salvadora de los Oscar: su éxito y su película ganadora en Cannes tiene chances, muchas, no solo de obtener seguro el Oscar a Mejor Película Extranjera, una categoría que ganaría por primera vez un film surcoreano, sino que el director y el film podrían llevarse algo en las categorías principales. La victoria de Joon-ho podría funcionar como limpiapaladares, algo que el premio a Alfonso Cuarón no logró, al menos antes de una nueva reforma de las votaciones que cuestan, kit de la cuestión, audiencia y puntos de rating (en baja permanente desde hace años). Tomar un film popular como Parasite y hacerlo “el caballo del pueblo” es una jugada estratégica. Hollywood está en guerra consigo mismo y cada premio y terna cuentan.
Netflix y sus 24 nominaciones puede que no ganen mucho. Así se viene dando en cada premiación anterior. Films como El irlandés, Historia de un matrimonio y Los dos papas han sido corderos sacrificiales de la guerra del entretenimiento. Los 70 millones de dólares de la compañía usados en campañas de sus films no son suficiente para ayudar a Scorsese y compañía a ganar (la de Scorsese es una obra que hubiera ganado cómoda en otro instante de la industria). Eso muestra que las películas, hoy, importan menos que los hashtag y las acciones, que las guerras públicas y las secretas. Una pena porque lo que pierde es el cine.