Música, cine, televisión, radio... y teatro. Antonio Birabent también se sube semanalmente a un escenario para encarnar un personaje. En Ni te cuento cuánto es Nicolás, el marido-compañero-pareja de Silvia, interpretada por la actriz Victoria Raposo. La obra, escrita y dirigida por Carolina Barbosa, va los jueves a las 21 en El Camarín de las Musas (Mario Bravo 960), y es la oportunidad poco frecuente de ver a Birabent en el teatro. Mientras tanto, sigue desarrollando su carrera como músico; así es que en abril tocó en el Teatro Roma de Avellaneda, y compuso la música que se escucha en la comedia dramática, comedia ácida, comedia desencantada, comedia de costumbres argentinas del siglo XXI, comedia romántica al fin, que es Ni te cuento cuánto.
—No solés hacer teatro. ¿Cómo fue que te sumaste a este proyecto?
—Hace un año y medio nos conocimos con Carolina Barbosa, cuando estábamos haciendo la película Camino sinuoso, donde yo era actor, y ella, asistente de dirección. Ella me preguntó: “¿Por qué hiciste tan poco teatro?”. He trabajado mucho para la cámara y le contesté que, por una cosa y por otra, he esquivado un poco el teatro. Solo hice una obra [Qué será de ti, de Javier Daulte, con Gloria Carrá]; en general, nunca me decidí, y me di cuenta de que estaba errado. Pasaron unos meses, [Carolina] me llamó y me dijo que tenía una obra para mí. Desde entonces el teatro ha sido muy importante, de mucho aprendizaje. El teatro y la experiencia de la vida están muy cerca. [Tienen que ver con] la importancia de estar despierto, atento a lo que te rodea, maleable frente a lo que sucede…
—¿Qué es lo central en esta obra, desde tu perspectiva?
—La obra cuenta la relación de una pareja en un fin de semana y sus vicisitudes ante sus sueños, esperanzas, las cosas que tienen para compartir y para reclamar. Yo soy un descreído absoluto de la pareja; creo que la pareja es imposible, es un invento que fracasó. Entonces, lo milagroso es que dos personas sigan juntas. Ni te cuento cuánto navega por esa dificultad, dentro de la cual por momentos hay encuentros maravillosos, que para mí son la excepción. Esta pareja, además, tiene una hija, Aurora. Y dicen cosas que no es muy común escuchar, cuestiones que uno dice [sobre los hijos] realmente en la intimidad más grande: “Estamos hartos”; “estamos cansados”; “che, no doy más”.
—Además de música y actuación, también estás en la radio…
—Este es el cuarto año de Un hombre nuevo, programa que hago en Nacional Rock, todos los miércoles a las 20. El programa pasa cosas muy antiguas, de los 60 y 70, y cosas de ahora.
—En este arco musical que recorrés, ¿cómo ver el rock nacional actual?
—Si yo tuviera la curiosidad, el deseo y el tiempo, descubriría que hay grandes cosas dando vueltas en la música argentina. Pero hay que tener todo eso. Tener tiempo es un lujo hoy. Entonces, cuando hay poco tiempo, terminás escuchando lo que ya conocés, pero realmente hay artistas nuevos, o por lo menos no populares, que hacen cosas muy interesantes en la Argentina.
Ser hijo, ser padre
Antonio Birabent es hijo de famoso músico Moris, ícono del rock nacional. Es, también, padre de Oliverio, de 8 años, el hijo que tuvo con la modelo Cecilia Peckaitis. Al respecto, reflexiona: “Tengo muy presente el hecho de ser padre y ser hijo, esa conexión entre el que es mi papá y el hijo del cual soy padre. Este rol simultáneo de ser padre y ser hijo, que nos toca a la mayoría de nosotros, es muy humano. Ser padre es una oportunidad maravillosa y, por otro lado, también una prueba de espíritu enorme. Lo que el hijo te da es maravilloso, pero también hay una cantidad de cosas que te quita”.
—¿Cómo es tu vínculo con Moris hoy?
–[Ese vínculo] pasó por muchos lugares. La música siempre nos unió, siempre fue nuestra conexión. Hoy la relación es muy buena; no nos vemos mucho, pero hablamos mucho por teléfono. Conversamos bastante, tenemos algunos tópicos humorísticos; otros, sobre la visión de la realidad que compartimos. Empezamos una conversación hace 40 años y la seguimos.
—¿Cómo es esa visión de la Argentina, el país donde estás criando a tu hijo?
—Tengo la misma visión de hartazgo y, por otro lado, de resignación que me acompaña desde hace mucho acá en la Argentina. Pero es el lugar que elegí. Podría haber sido otro lugar, en las varias oportunidades que tuve y no tomé. Entonces ahora no tengo otra posibilidad, así que ya está. Este es el lugar. Más vale que lo disfrute, y me acomode y le encuentre la vuelta, [aunque] a veces es –cualquiera un poco despierto lo sabe– casi insostenible.