ESPECTACULOS
ROLY SERRANO

“La peor de las drogas es el éxito”

El actor presenta su unipersonal Rolando, donde decide hablar sobre la salud como nunca antes. Celebra su camino y sus experiencias y saluda a quienes han sido parte de su profesión.

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Reflexión. Su nueva puesta busca contar desde el corazón su vida. | GZA. PRENSA ROLANDO

Rolando”, el unipersonal de Roly Serrano, indaga en el mundo de un hombre, que apoltronado en una silla ruedas, rompe la cuarta pared hablando al público acerca de su situación como ser humano. Serrano, por supuesto, es un rostro que la ficción nacional se ha tatuado en más de una ocasión. Es un rostro, una forma de actuar, de hablar, de pisar el plano y la escena que merece muchísimas más celebración de la que ya recibe. Y eso tiene que ver con su forma poderosa de entender, desde la humildad pero también desde el talento, lo que puede hacer un personaje, sea el personaje que sea. En pequeños y grandes papeles, Serrano ha logrado introducirse en el imaginario popular, y recuperar el actor del actor secundario que se roba lo que cuenta. En sus muchos años en el medio, ha interpretado piezas de Beckett, obras mainstream en la calle Corrientes y en temporada, sido una parte fundacional de aquel llamado nueva cine argentino, sido un rostro del prime time local. Todo lo ha hecho Roly Serrano. Entonces, ¿qué representa este unipersonal con dramaturgia y dirección de Alfredo Megna que estrena desde el 31 de julio en el teatro Chacarerean? Responde el mismo Serrano: “Yo creo que es algo muy especial para este momento de mi vida, es una obra que venía pergeñando hace rato, lo escribe Alfredo Megna, conmigo tirando ideas y cosas. Es una especie de catarsis de mi vida. Ayer se me aclaró la idea muy hermosa que lo qu estaba haciendo era juntar mis dos pasiones: yo siempre delegue por mis pasiones, por el teatro, el cine, actuar, a mi salud. Entonces, vi la posibilidad de armar un espectáculo con lo que más amo, y con lo que más descuido. Y armar un espectáculo con eso. Trabajar con eso. A ver si puedo mejorar lo que más descuido, hasta de manera simbólica. Se llama Rolando este unipersonal, mi nombre, pero la idea original viene de “rolar”, de ir rolando, de dar vueltas sobre lo mismo. Ya estamos cerca del estreno, vamos al teatro Chacarerean, vamos a ir los lunes a las 20 hs y tengo muchas ganas de ir de gira por el interior con esto, los jueves, viernes y sábado”.

—¿Qué aprendiste del arte de contar que solo se puede aprender del arte de contar, del oficio de contar?

—El arte es algo fundamental, porque lo primero que hace en una persona es despejarte la cabeza, abrirte la cabeza: te enseña a ver, a magnificar tus sentidos, el olfato, lo que ves, lo que sentís. Te ayuda a ver la realidad. Por una razón o por otra, tenes que transitar realidades tuyas, estes haciendo lo que estás haciendo, y tenes que transitar la realidad del mundo, de la obra, del arte. No lo exteriorizas, incluso a veces no lo ves. Pero ahí está el arte para poder sobrevivir a esas cosas.

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—¿Qué sentís que has logrado a lo largo de tu carrera y tus personajes?

—Yo no hablaría de orgullo. Yo fui una persona que toda mi vida fui bastante autosuficiente, resolví solo mi vida, de niño. Me di cuenta que todo lo que yo hacía, sin ser fácil, lo hacía fácil, y agarraba, no sé, un instrumento musical y a la hora lograba sacarle sonido. Entonces, eso también era algo que no me permitía profundizar. Lo que es cierto es que aprendí a disfrutar cada paso, cada cosa, y sobre todo desde que descubrí el teatro. Gracias a eso puedo ser mejor persona, buen profesional, y sigo siendo; son las dos cosas que más me preocupan, y que más me interesa transitar. La peor de las drogas exitosina, que implica querer ser más famoso o querer ser mejor que alguien, en mi caso no había objetivo general, para mí lo más importante fue el tránsito. Ver el camino, ver que te encontras en el camino. Eso es lo que más me enorgullece a mí.

 

La ayuda necesaria 

—¿Qué es lo que sentís que encontraste en el camino?

— A mí, quien soy. Aclarar mi vida. Yo empecé a vivir en la calle a los 13 años, andaba deambulando la vida sin saber qué hacer. Ya hice lo comercial, lo que me permitió crecer como artista, y estaba a disposición de lo que aparecía, de un buen contrato. Ahora quiero hablar de cosas importantes, como esta crítica a mí, hablando desde mi salud, no por el consejo en sí, y para que entiendan que uno no vive en una nube, que tenes problemas como cualquiera, humanizarse y poder transmitirlo. Quiero aprovechar, porque estoy apadrinando un proyecto muy bonito, de una Pyme, que se llama Pancitas llenas: si la mitad de los empresarios argentinos hicieran lo que hace este tipo e invierten, aquí en algo que se llama Pancitas llenas, ayuda que haya pibes para que comen todos los días. Algo que yo deseo hacer en ese sentido, es devolver a la gente lo que la gente me dió.

—¿Qué deuda sentís tiene la cultura argentina con sus actores? 

—Lo desligaría de los actores, y lo llevaría a la sociedad. Creo que hay una deuda enorme de la sociedad respecto de la cultura. La educación no está al alcance de lo que podría estar una excelente educación en nuestro país. Sabemos y nos damos cuenta que a veces somos un crisol de razas, y que hay gente que de manera propia logra maravillas: si la sociedad tuviera mayor cultura, sería una sociedad mejor. A muchos no les interesa que haya una sociedad mejor. Si yo no tengo una inquietud cultural, no me pregunto por una sociedad mejor, y no me hago enormes preguntas. Y eso les conviene.