No hay nueva luz de la política aquí en España”, dice el actor Javier Cámara. Y agrega: “De hecho, se están apagando todas las luces de la política”. Cámara es parte de esa realeza del cine, de las ficciones, que cuando aparece en pantalla todo está mucho mejor. Así fueron sus pasos en el mundo de Pedro Almodóvar, su participación en series como The Young Pope o varias otras instancias donde quedan en evidencia su talento, su presencia y su forma de ser relato.
Hoy Cámara es Juan, en Vota Juan, una serie política que da Flow, y que el mismo actor define de la siguiente forma: “Siempre había dos tabúes en la televisión española: el sexo y la política. Dos temas que nunca nadie tocaba. Ahora hay muchas series de sexo, de jovencitos que están dándole que te pego. Entonces, la política. Faltaba la política. Y cuando nos lanzamos a la aventura de Vota Juan a nosotros nos parecía un terreno absolutamente dinamitado. Había tanto político desastroso, tanto desfalco, tanto político que se había portado mal”.
—¿Qué querían hacer con esta historia de la trastienda de un ministro de Agricultura?
—Queríamos contar la historia de un político que tiene buenas intenciones pero que es un desastre. Alguien sin carisma, pero con muchas intenciones. La realidad superaba la ficción de una forma, buff, increíble. Pero no podemos estar pendientes de la realidad, porque cambia cada dos minutos. Nosotros ahora tenemos 52 diputados derechistas. 52. Algo que hubiera sido impensado hace, qué te digo, unos cuantos años. La pandemia. Esta situación. La ficción es más fácil, la realidad es poderosísima. No queríamos dar nombres propios, ni crearle un partido político que sea o de derecha o de izquierda.
—Nos fascinan las formas en que circula el poder. ¿Por qué esos hilos del poder, desde la conferencia de prensa a una decisión, hipnotizan?
—Es lo que nunca se ve. No se ve a la persona. Se ve al político. El político es alguien que está todo el rato “mintiendo”. Si está a favor de una idea y el partido político en contra se pronuncia también a favor, no le queda otra que ir en contra. Nos apetecía ver las últimas horas de Mariano Rajoy como presidente: esperando en un restaurante que le dieran el finiquito desde el Congreso. Queríamos ver la cocina de la política. Es cierto que la trastienda lo humaniza, pero queremos ver aquí a alguien frágil y con ambición. Desde luego el poder le parece fascinante a mucha gente. Juan es muy ambicioso. Él quiere ser presidente y es ministro de Agricultura, la ambición nunca para. Incluso aunque ha mostrado no tener el talento para su cargo.
—Hay algo del poder que aquí es distinto: se muestra la incompetencia y también la obsesión por más poder. ¿Por qué mostrar eso?
—Porque nos fascinaba. Nos daba un poco de miedo al principio. En España no hay una escuela de política, por ejemplo. El político de calle, de barrio, ¿cómo se crea? ¿De dónde viene? Queríamos mostrar que el texto que leía en la conferencia realmente le importa una mierda y quiere volver a su gin tonic. Esa absoluta apatía y ese absoluto desconocimiento, eso que da risa, pero que te da miedo. Un ministro nos dijo: “Ustedes no hicieron una serie, hicieron un documental”. Y nos sumó: “Hasta se quedaron cortos en el documental”. Mira Bolsonaro, Trump, es todo muy peligroso e infantil. Juan por ahora es un hombre demasiado humano. Toda esa caterva de situaciones que te hacen pensar: ¡Dios mío, que hace ese tipo ahí! Y no quiero dar nombres. En todos los países hay un Juan.
El pasado Manchego
“¿Qué hace ese hombre ahí? Esa es la pregunta que te nace cuando ves a Juan siendo político. Y esa bola de nieve llega al poder, y ves que detrás no hay nada. A Juan lo que más le gusta es su sueldo, su chofer, que le lleven la pizza a casa. Juan nos cae bien pero es terrorífico”, declara Javier Cámara sobre su personaje en el show Vota Juan.
—¿Qué representa un personaje así en una carrera como la tuya donde hay hitos internacionales como “The Young Pope” o tus trabajos junto a Pedro Almodóvar?
—Me decía ¿por qué vas a hacer este personaje? Cuando comenzamos con Juan, me gustaba mucho la idea de trabajar con Diego San José, el showrunner. Y fuimos construyendo una serie de gente muy cercana entre sí, haciendo un episodio cada tres días, y trabajamos todos mucho, participamos todos mucho. Siempre aparecía el actor perfecto para cualquier rol.
—En esta segunda temporada, todavía no estrenada aquí, dirigís. ¿Cómo te viste en ese rol?
—Ya van a ver... jajaja. Estaba con esa idea, y en la segunda temporada me pusieron a dirigir. Aunque cuando llegaba el día me cagaba de miedo. Pero se dio, por suerte, con mucho talento, contención. Yo daba una conferencia en la ficción de la serie en el Ministerio de Agricultura, y me sorprendía que hubiera cuatro personas. Y les comentaba a los productores: “Ey, son pocas personas”. Me respondían: “Esto es así, en este ministerio en la vida real hay cuatro personas por conferencia”.