Lusina Guiffrey tiene 23 años y es oriunda de San Cipriano, un pequeño pueblito entrerriano de 300 habitantes. Pero su destreza bailando en el caño la hizo trascender hace pocos días, nada más y nada menos que en el emblemático Teatro Colón.
La joven fue, por caso, la única mujer que bailó en el caño en ese teatro, escenario de los más prestigiosos bailarines, músicos y cantantes líricos y de ópera del mundo. Y lo hizo, precisamente, acompañando una obra del compositor argentino Luis Naón (radicado en París), basada en la sensualidad voyeurística de los peep shows.
"Conseguí ese papel luego de que una amiga que trabaja en el teatro me contara que estaban buscando una bailarina de pole dance. Ella le mostró fotos mías y le dio mis teléfonos a los productores de la obra, que son de París. Al día siguiente me llamaron. Tuvimos sólo tres días de ensayo", cuenta Lusina en diálogo con Perfil.com.
Y relata que al principio sintió "mucho nerviosismo", sobre todo porque "nunca nadie había bailado caño en el Colón". "Pero luego me sentí re cómoda. Desde los directoros, los del maquillaje, los músicos... todos me hicieron sentir súper cómoda. Me iban acosejando, porque el baile tenía que ser muy cuidado".
Luisina dice que después de su desempeño en la ópera Santa Nitoca, que realizó cuatro funciones en el Centro de Experimentación del Teatro Colón, quedó muy contenta con "las buenas críticas" que tuvo la obra.
Sus comienzos en el caño. Luisina comenzó a bailar en el caño mientras estudiaba Diseño de Interiores en Buenos Aires. "Quería hacer alguna actividad física, pero no me gustaba la gimnasia. Vi en Tinelli lo del baile del caño, empecé a aprender y me enganché", cuenta la joven, que ya regresó a San Cipriano a vivir, y hace tres meses abrió una escuela junto a su compañero de baile Emanuel Colombo, donde enseñanan pole dance, acrobacia aérea en tela y ritmos latinos.
"Enseñamos en los pueblos cercanos de Concepción del Uruguay y Villa Elisa, y aunque es difícil llevar este tipo de bailes a pueblos chicos, donde mucha gente no se anima por tabú, ya tengo 20 alumnas de pole dance desde los 18 años", relata Luisina. Y asegura que a través de la escuela buscan, precisamente, "cambiar formas de pensar".
Mientras tanto, está realizando el profesarado de pole dance en la Ciudad de Buenos Aires, adonde viaja un fin de semana por mes. "Cada vez que viajo, me paso 12 horas en el caño", cuenta. Y, de paso, espera que el Colón haya sido su primer pasito para alcanzar fama.