
En una nota, Pity Alvarez, el líder de Intoxicados, confesó que escucha sus canciones
mientras consume todo tipo de sustancias ilícitas (“Página/12”, 1º de enero de 2004).
¿Lo sabía, María Martha?
—¡Ay,
ese chico me adora! Un día me escribió un mail diciéndome cosas lindas, que era
una genia, una ídola y que en uno de sus recitales le hizo cantar al público tres de mis canciones.El mail terminaba así: “Son las 9 de la mañana, tengo sueño, me voy a dormir”.
Ese chico se pasa a veces, ¿no?
Recordada (o envidiada) por su idílico romance con Sandro y por su aterciopelada
voz, María Martha Serra Lima habla por teléfono desde su departamento y
se prepara –entre tinturas y modistas– para la temporada de verano en Mar del
Plata, donde reemplazará a Nacha Guevara en
Un país de revista.
—¿Los jóvenes de hoy escuchan sus boleros?
—No sé si los escuchan como para ir a comprar los discos. Pero
sí han oído mi música a través de sus madres o abuelas porque yo ya tengo 60 años y empecé
a los 33. Estoy segura de que si van a uno de mis conciertos, se quedarán impresionados;
yo no hago un show de viejas.
Los jóvenes están en la edad del amor, ¿cómo no les van a gustar mis canciones?
—Hace 30 años su música enamoró a más de uno...
—Eso me lo han agradecido muchos hombres. Me dicen:
“Gracias a usted he triunfado tantas veces”. Cuando les pregunto en
dónde, me dicen:
“¡En los telos!”. ¡Claro! Si yo les cantaba: “Comparame con
ella, si logras creer que ella es mejor”, como si fuera la amante celosa que le habla de la
mujer.
—¿Es celosa?
—Sin motivos no.
Si los tengo, soy capaz de asesinar. Pero soy una persona muy segura de mí misma.
—Usted bajó mucho de peso. ¿Creció su sensualidad a partir de su cambio
físico?
—Sí y no. Porque la adelgazada vino con más años. Estoy más cómoda y más femenina.
Estoy muy aplacada con el sexo. Si bien he sido muy enamoradiza en mi vida, ahora con el paso del
tiempo no me importa nada. Los hombres ya no me mueven un pelo.
—Pero ¿no cree que a los 50 y pico se puede tener la misma vida sexual que a los
30?
—Sí, pero tenés que tener alma de puta... no de cobrar, de rapidita. Si sos una mujer
muy sexual lo podés hacer.
Yo creo que el sexo se va aplacando con los años, excepto que seas muy putona. Esa cuestión
no pasa por las hormonas, sino por la personalidad o por no estar conforme en su hogar.
Algunas
agarran al plomero o a quien sea.
—¿Los hombres de antes eran más románticos que los de ahora?
—Totalmente, porque tenían menos acceso a las mujeres.
Yo me casé virgen a los 24 y antes tuve 22 novios. Nos poníamos bolsas de hielo para
aguantar. Ahora nadie se quiere casar y la vida ya no es en colores como antes. Los
hombres antes escribían cartas de amor con sangre...
—Ahora sólo te mandan mensajitos de texto...
—También
hay responsabilidad de las mujeres. Ya no son tan femeninas, se visten como los
tipos con esas remeritas y los blue jeans y hablan remal. Yo si fuera hombre, no me gustaría ese
tipo de chicas. Así como me gustan las mujeres femeninas, también me gustan los hombres bien
varoniles. No hace falta que sean buenos mozos, aunque los prefiero... es verdad.
—Usted vivió mucho tiempo en Miami y viajó mucho. ¿Esto lo nota en todas las
culturas?
—Sí, porque también
hay cada vez más homosexuales y entonces las chicas se empiezan a gustar entre
ellas. Nos ha tocado vivir en un mundo lleno de conflictos. Todos tenemos que trabajar
mucho para sobrevivir y ya no tenemos tiempo para el amor o para escuchar un disco romántico. Yo
tengo dos nietas y siempre me pregunto qué será de ellas en un futuro. Mi mamá siempre me
recomendaba que me casara con un hombre mayor porque eran más maduros. Pero
hoy tenés que casarte con el que puedas, total te va a ir mal igual. Además, los hombres no
maduran nunca.
—Volviendo a la música. ¿Qué opina de los boleristas actuales?
—No hay tantos. El día que yo deje de cantar, los boleros van a morir en todo el
continente. Excepto en Centroamérica, donde hay un auge de jóvenes boleristas.
—¿Le gusta Luis Miguel, por ejemplo?
—Me fascina. Pero a él no le gusta cantar boleros. Cuando grabó su primer
disco de boleros, que vendió muchísimo, él lo hizo por compromiso con la discográfica. Es que no
tenía edad para cantarlos. El bolero es como el tango, hay que saber lo que significa amar y
sufrir.
—Usted es muy querida por la gente. ¿Cree que es una diva en Argentina?
—¡No! Sólo me siento diva cuando estoy cantando en un escenario.
La diva es inaccesible y a mí me gusta conversar con la gente. Eso de la limousine blanca
no me gusta para nada.