ESPECTACULOS
RODRIGO LUSSICH

"La tele se olvidó de jugar"

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Variedad. El show de Lussich busca recorrer “escalones” que van definiendo nuestra actualidad. | GZA: VACABONSAI COLECTIVO AUDIOVISUAL

Rodrigo Lussich habla como pocos entrevistados. Suena sincero, suena fuera del casete y suena, sin negar la realidad, feliz. Eso en parte, por supuesto, tiene que ver con El show de los escandalones, el salto evolutivo de su segmento en Intrusos. Ahora pasa a ser parte de la renovada noche de los sábados en América: a las 20, Lussich y su show, a las 21, Santo Sábado con Guillermo López y Soledad Fandiño y, a las 22:30, Confesiones, secretos y canciones, con Julieta Prandi.

Lussich cuenta sobre el show que hoy estrena y conduce: “No hay un panel, no es un programa periodístico de espectáculos, es más un programa de entretenimiento, de humor. La clave del programa es el ritmo que nunca cae. Por eso está bueno verlo con la menor cantidad de prejuicios posibles, es todo sorpresa: ¡hasta los personajes que están ahí!

—¿Por qué creés que se dio este salto de tu segmento a un show más grande?

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—El proyecto de los Escandalones es un proyecto que nació de menos a más, y no siempre se da así (sobre todo para gente ansiosa como yo). Es una sección que yo propuse cuando me sumaron a Intrusos, y ahora pasó de cápsula en el show a programa de fin de semana, y creo que puede ir a más. Estuvo bueno incorporarlo de a poco. Sigue en Intrusos, eso sí, porque fue vital la aceptación del público ahí.

—¿Cómo definís la enorme aceptación que tuvo?

—Tener la opción de lo lúdico, de jugar, en TV es crucial. Desde que desaparecieron las telecomedias, las ficciones, de verdad el espacio lúdico, de juego, de divertirte, sin tanta parafernalia, se había perdido terriblemente. Sobre todo a partir de la pandemia, con una realidad tan complicada. La gente está muy sofocada por el encierro y las complicaciones económicas, y entonces, lo que se la da del otro es muy para abajo. Está bueno que aparezca la risa por la risa misma, sin la tensión del chimento, sino desde un lugar mucho más básico.

—¿Cuál dirías que es el ADN de los “escandalones”?

—Tiene más base en los programas de archivos, aunque no vive del archivo. Tenemos la dinámica del ranking, de los escalones. Cada escalón es una noticia, un chimento, bloopers, o videos viral. Es de actualidad, claro, no es atemporal. Pero una actualidad contada desde un tono burlón pero absolutamente naïf, entendiendo desde dónde te estás riendo, y sacando la cosa pesada del chimento, que es con la que no comulgo demasiado.

—¿Con qué no comulgás?

—Esta cosa del “último momento”, de la tensión, de lo grave. Para mí el chimento no es grave. Sí podés tener noticias que están más ligadas a lo informativo que a lo periodístico, pero cuando vas al chimento básico no es grave. Es divertido, no es en serio. El programa intenta demostrar que no es en serio. El programa es una parodia del propio género clásico del chimento. Respeto a los que lo hacen distinto. Y yo lo he hecho distinto, en programas como Confrontados. Esto es lo que me pinta a mí, y pongo el cuerpo y se me ve en mi salsa. Estoy como un chico jugando en un pelotero. Para mí ese espíritu lúdico la TV lo perdió. Cuando te ponés grande, y te ponés famoso, te ponés medio pelotudo y medio serio, y medio políticamente correcto e hipócrita. Y creo que eso no es lo que la gente quiere ver a la hora de identificarse con la gente que ve en la tele.