ESPECTACULOS

Las gemelas Kuegler: "Solo hacemos tríos por amor"

En Buenos Aires, se promocionaron para el próximo Bailando por un sueño. Fotos.

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| Ernesto Pages / Ricardo Merkel

Mate. Sentadas en la recepción del hotel, esperan más de una hora el taxi que las llevará a su próximo alojamiento. Las llaman para una entrevista radial; por el altavoz del celular escuchan los chistes fáciles del
conductor y sonríen. "Más de uno nos toma para la joda y nos tenemos que reír, porque qué les vamos a decir", dirán después, mientras el taxista hace un esfuerzo sobrehumano para meter la valija en el baúl
del auto.

"Tienen dos enanos acá adentro", se queja y ellas, de nuevo, sonríen. Las lleva a un hostel en Villa Crespo, a una habitación donde la mucama estira las sábanas de la única cama, que comparten. Apesta a lavandina, pero no les preocupa. Preparan mate amargo con yuyos y comen galletitas mientras destripan la valija y van extendiendo la ropa sobre la cama. Eligen vestuario para la noche: de blanco para el programa de Roberto Pettinato y de negro para el de Alejandro Fantino.

"Ya están diciendo que anoche fuimos a cenar con un famoso, y nosotras estábamos en el hotel comiendo mandarinas", cuenta Liliana mientras ceba. De los nervios, no almuerzan nada.

Mediáticas.  A las 15.30 se preparan para la primera entrevista: vestido blanco, medias negras, maquillaje y peinado. Media hora después empieza la gira con fotos en la calle; los hombres gritan y recuerdan al remisero. Viajan al canal América y allí, en la grabación de Un mundo perfecto, las mellizas Xipolitakis las provocan mientras los productores, detrás de cámara, murmuran por lo bajo. Ellas no contestan. "Querían hacer escándalo y no les íbamos a dar el gusto”, dirán sonriendo después.

El conserje del hotel escucha el nombre de las gemelas Kuegler y sonríe unas milésimas de segundo, hasta que vuelve a la seriedad y las llama para que bajen a la recepción. Cinco minutos después aparecen con una valija negra del tamaño de una cajonera y un ramo de fresias marchitas. Visten calzas rojas y remeras y zapatos blancos que resaltan sus cuerpos. Se ven iguales: altísimas y curvilíneas. Nadie las pasa por alto sin una mirada.

Marisa y Liliana Kuegler (28) llegaron a Buenos Aires desde la pequeña ciudad de San Vicente, Misiones, donde viven. Dicen que vinieron invitadas por un programa de tevé "para esclarecer lo que pasó con Juan
Carlos": López (33), el remisero, su pareja por cinco años y el hombre que las lanzó a la fama.

Trimonio. El país las conoció cuando lo acompañaron al living de Susana Giménez y se mostraron como una familia feliz. "Convivíamos los tres en perfecto matrimonio", dicen las chicas, que siempre compartieron "todo, hasta los novios". Vivían bien. "Tampoco estábamos siempre de fiesta como se imagina la gente", afirman, aunque admiten que dormían los tres juntos. Hasta que él enfermó: un virus le causó un trastorno neuronal degenerativo.

"Parecía un bebé”, dicen, "sin conciencia ni dominio del cuerpo". Recorrieron hospitales de todo el país, pero no había nada que hacer. Finalmente, el padre de él se lo llevó y les prohibió verlo. Falleció el jueves 15; ellas se enteraron por un vecino y lo despidieron en privado, en el cementerio. Dos días antes habían anunciado a la prensa que se anotaban para el casting de Bailando por Sueño 2012. "Es algo que soñamos hace muchísimo y Juan Carlos siempre nos apoyó", decían.

Ahora, algunos afirman que ellas lo abandonaron ni bien se enfermó. “Lo que más lamentamos es que ninguna se haya casado con él, porque no pudimos hacer nada para que el padre nos dejara cuidarlo. Legalmente no éramos familia. Él decía que no podía elegir a una sola”, explican.

(*) de la redacción del diario Libre