“No bailé durante 50 años”. La frase resulta increíble, sobre todo, si se tiene en cuenta que quien la reproduce acaba de bailar -con soltura, gracia y precisión- frente a la cámara por casi media hora. Entonces, explica que los pasos que reprodujo en su pequeña demostración minutos antes, son producto de un arduo trabajo, de errar y volver a intentar; y que en el baile enocontró un bálsamo ante tanta actividad laboral.
Alberto Cormillot baila tap. Le encanta hacerlo. Lo disfruta, y se nota. Todo comenzó cuando, en medio de una charla, una de sus pacientes le espetó una verdad incómoda: mientras les recomendaba que no postergaran ciertas actividades, como el comienzo de una dieta, él nunca había tomado clases de zapateo americano a pesar de desearlo. El reproche sirvió como disparador y, a los pocos días, ya estaba tomando clases.
Cuando el cronista y el camarógrafo llegan al aula en la que los pacientes de su clínica realizan actividades físicas, él los está esperando, vestido para la ocasión y con los característicos zapatos con chapitas en sus pies. No pasan más de cinco minutos para que comience a bailar, frente a la cámara, y le muestre a Perfil.com uno a uno los pasos que fue aprendiendo durante este año.
Veinte minutos después, una vez que esté convenientemente sentado, contará que no bailaba desde hacía dos meses porque, debido a su fuerte rutina de ensayos, terminó lesionándose una rodilla.
Su pasión por el tap nació en la infancia, cuando desde la pantalla grande Fred Astaire lo transportaba a lugares de ensueño. Sin embargo, nunca tuvo dudas sobre su vocación: quería ser médico y hacia allí dirigió sus energías. El baile, entonces, quedó relegado.
“Yo disfruto del baile. Y soy muy obsesivo: hasta que un paso no me sale, no paro. Hay veces que me enojo conmigo mismo y mi profesora me carga: ' es muy temprano para enojarse', me dice”. Por eso, porque es una actividad en la que sólo busca placer, nunca participaría de las competencias que se presentan en el programa de Marcelo Tinelli.
”Me llamaron hace unos años, pero dije que no. Yo soy muy competitivo, pero conmigo, en mi profesión. No disfrutaría el hecho de competir, en esto, con otros. Esta es una actividad que me produce mucho disfrute y quiero que se mantenga dentro de esos parámetros. De todos modos, es un honor que me lo hayan propuesto”, devuelve, diplomático.
Pero sí hay una propuesta que nunca rechazaría: ser parte del elenco de una comedia musical en algún teatro de la Calle Corrientes. Mientras espera, acepta el reto que le propuso Perfil.com: enseñar a los lectores los pasos básicos de esa actividad que tanto disfruta.
(*) redactor de Perfil.com