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Las series subvaloradas del 2020

En un año de encierro, donde las plataformas cantaron victoria con más fuerza que nunca, fue su guerra la que mantuvo con vida el mundo de los contenidos. Desde el ascenso amenazante de Disney + hasta la dominación irrefutable de Netflix, el surgimiento y hundimiento de diferentes canales de streaming se ha convertido en el vaivén que define hacia donde va y de donde viene realmente Hollywood y como sobreviven los gigantes, medianos y pequeños jugadores del medio.

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Más allá de los éxitos obvios, el medio ofreció una cantidad considerable de producciones que sorprendieron. | cedoc

No lo dude: Netflix sigue dominando en el reino del streaming. Eso, hoy, cuando la plataforma de Ted Sarandos esta cerca de los 200 millones de suscriptores en todo el planeta, es irrefutable. Sigue marcando tendencias como pocas cadenas, y sus casi dos mil millones de dólares invertidos en contenido original siguen rindiendo fruto. Sus sorpresas son las que definen agendas globales: ahí está Gámbito de dama, para dejar en claro quién puede sorprender y quién tiene una maquinaria al servicio de su marketing. ¿Otra prueba? Tiger King. ¿Otra? Rompan todo. ¿Otra? Carmel. Netflix domina el streaming y así parece será por un tiempo largo. Y eso hoy, el año que Hollywood en su versión salas de cine tuvo que hibernar y hasta vender títulos que quería estrenar (Trolls: World Tour, El juicio de los 7 de Chicago, y así la lista), implica dominar, valga la redundancia (y valga muchos Oscar), Hollywood. 

Pero hay una amenaza. Una que siempre se sospechó que sería tal, pero eclipsa un poco el suceso de Netflix: Disney +, la plataforma que finalmente llegó a América Latina en noviembre, hace pocó sacudió a la industria. Anunció que apenas un año después de su lanzamiento en todo el mundo, ya posee 86 millones de suscriptores. Ese es un número que esperaba alcanzar en 2024. Y cuando se considera el total del imperio Disney, es decir, se suman sus propiedades (ESPN Plus, Hulu y otras más pequeñas), el gigante posee 137 millones de suscriptores en todo el planeta. Entonces, los analistas de la compañía Equity, han proyectado que para 2024, Netflix tendrá entre 295 y 310 millones de suscriptores. Si Disney sigue con este ritmo (que ahora mareó incluso a quienes proyectan números) en 2024 podría generar de 300 a 350 millones de suscriptores (si consideramos Disney +, Hulu y ESPN Plus). Y el reciente anuncio, el 10 de diciembre, de más de 40 series y películas basadas en las franquicias más éxitosas del mundo (Marvel, Pixar, Star Wars), y un nuevo tratamiento de aquello que apunta a adultos (con el ingreso de Star, que ahora se sabe será el reemplazo de Fox, que ya deja de existir como marca), no deja dudas sobre las ganas de dominación del ratón.

Esos anuncios fueron un revés, no planeado pero si certero en calendario, a HBO Max. La plataforma de WarnerMedia, que nuclea entre otras producciones los originales de HBO y personajes de DC Comics, generó el avance que nunca se imaginó el mundo: con el lanzamiento de Mujer Maravilla 1984 esta misma semana, desde ese momento queda inagurada la temporada de estrenos en salas que son lanzados al mismo tiempo en HBO Max. Por ahora, AT&T, dueña de Warner y principal recipiente de quejas en la industria, sostiene será algo necesario para sobrevivir el 2021. Pero más allá de eso, lo cierto es que las plataformas de VOD lograron quitarle, sin quererlo, al cine su única ventaja: el calendario, los días que eran exclusivos de las salas. En un año donde el contenido ha dominado la vida diaria, y dio color incluso a la más gris de la falta de certezas, las series y sus dueños dominan Hollywood ¿Será así para siempre?

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1 El espacio revisisitado como nunca antes en la TV

El espacio es un sitio clásico de la ficción con billetera abultada. Aquí ni el nombre de Matt Reeves permitió salvar al Lejos (Netflix) que ya fue cancelada. Aún así, en un año donde el espacio tuvo su mejor comedia en décadas (Space Force), este acercamiento meláncolico y realista a la primera misión humana a Marte vale todo lo que no la cuidaron en oro. Hillary Swank, y todo el elenco, logra generar una perfecta oda a la distancia, a la imposibilidad, al esfuerzo y a lo humano como proeza. Y eso, que otros productos de ficciones espetaron aprovechando, sin saberlo, el año donde la soledad devino norma, lo hace como nadie, como nada antes. Su triunfo, lamentablemente, es lo que poco que supieron escucharla.
 

2 La curiosidad como factor humanista y alegre

La llegada de Disney + implicó que se celebre “oficialmente” la posibilidad de ver shows como The Mandalorian, suceso del año que muestra todo lo que hizo mal Game of Thrones (y el Hollywood de las franquicias). Pero en ese tsunami de producciones, hubo una humanista y poderosa, seductora y excéntrica: El mundo según Jeff Goldblum. La base es cuasi simple: un tópico explorado lo más posibles por el famoso actor de Jurassic Park. Así, el coleccionismo de zapatillas o los asados son recorridos. Pero ese recorrido dista del modo genérico que tanto le divierte a quienes hacen de Twitter y la personalidad como cotillón su fuente de trabajo: es feliz, lleno de personalidad y exhaustivo. Un milagro.  
 

3 La industria del videojuego convertida en rom-com

Bueno, sí, hay una línea divisoria en el mundo de las series: aquellos que adoran los modos de la comedia romántica y aquellos que no. Los primeros saben que las sitcom, sean multicámara o no, son la perfecta pileta olímpica para estas pasiones. Y aquí, en esta serie de Amazon, los creadores de la fundamental It’s Always Sunny in Philadelphia se animan a jugar, con su inteligencia y corazón ya conocidos, un poco a Community, es decir, a ser una producto de ficción que no deja de mostrar a cada rato que entiende lo que esta haciendo y cuestionar el mundo, sea la ficción o el afuera. Eso sí, aquí, en medio de la industria de los videojuegos, lo que se busca es moder con un colmillo un  poco más incisivo.

 

4 El regreso de un genio de la comedia al más allá

Greg Daniels, showrunner y parte de comedias 

vitales como Los Simpsons o Parks & Recreation, volvió después de años y lo hizo por partida doble. Por un lado, el de Netflix, Space Force, su reencuentro con Steve Carrell, una agridulce reflexión sobre el poder como arma política a la que nada ni nadie le importan mucho. Pero Upload fue su gran serie, su real amargura puesta en escena: cuando morimos, nos vamos a un cielo virtual, que en su modo fenicio y comercial asemeja a una app de celular. Corrosiva y enojada, plausible y aterradora, lejos de los apocalipsis en el sillón y berretas que vivimos, la verdadera pesadilla es no poder morir finalmente en paz y que el más allá sea un negocio.

 

5 El terror de la familia King en su mejor expresión

¿Por qué un mundo que hace de It, el payaso asesino de Stephen King, un éxito en las salas de cine no ve Nos4a2? No hay respuesta lógica, de eso no hay dudas. Aquí, con la pluma de Joe Hill, hijo de Stephen, el mito de Nosferatu es revisitado. Y eso, que suena a “ok, vamos a reconfigurar el género”, se convierte en una serie osada en sus imágenes (menores de edad asesinando) y apasionada por su cariño a los elementos básicos, aunque alterados, del mito. Con un Zachary Quinto en perfecto estado de gracia, e ideas simples, inmediatas, y no gritadas, sobre diversidad, la serie que hoy se ve en Flow y fuera de AMC generó los mejores y menos berretas sustos del 2020. Y es mucho más coherente que Lovecraft County.

 

6  Nick Offerman jugando a ser Orson Welles sci-fi

Desde Annihilation, una de monstruos como casi ninguna. Alex Garland se recibió del mejor arquitecto para viejas formas del sci-fi. ¿Por qué? Porque salía de la norma, pero no tanto como para que se note. Porque mutaba los colores del género para darle más fuerza, casi alimentando a escondidas toda la potencia que esconde y que se ahora en peliculitas y así la lista. Aqui Garland se pusó cuántico, y a jugar con el espacio tiempo, y viajes a través del mismo. Y si bien cuesta su cadencia, no hay duda que Devs apuesta a más, y su mayor mérito en ese sentido, lejos de su narrativa, es aprovechar al enorme actor Nick Offerman, para que en cada aparición invoque cosas gigantes del cine, que tiene eco y que sorprenden. 
 

7 Los cazafantasmas de clase media en el siglo XXI 

El modelo del reality que busca obtener pruebas de lo paranormal ya nos lo sabemos, queramos o no, todos de memoria. En Truth Seekers la feliz pandilla de Nick Frost, Simon Pegg, James Serafinowicz y Nat Saunders decide usar la plataforma de Amazon para generar lo mejor que le paso a los cazafantasmas desde Nueva York y Bill Murray. Aquí la consigna es similar, pero menos espectacular: de casualidad, unos sujetos terminan lidiando con lo paranormal. Pero la inventiva es lo que sorprende: cruzar la clase social, la locura urbana, con aquello que sorprende dentro del género es su gran toque de Midas. Y a la hora de excentricidad urbana, pocos milagros como Reino Unido. Hace mucho tiempo que el terror y la comedia no se llevaban tan bien. 
 

8 La sonrisa con colmillos más potente y hereje

Si Truth Seekers reinventa a los cazadores de lo paranormal, What We Do in The Shadows (por FX) es el objeto que cualquier adorador de la alteración sentida y superdotada debería ver. El campo de juego son los monstruos, los cucos tradicionales. Los jugadores: tres vampiros ahogados en su propia y querible mediocridad y un cazador descendiente de Van Helsing (que no sabe que es tal cosa). Desde ese rincón, todo, pero todo, eh, el mundo de lo paranormal, tirando a medieval, es recorrido con una mirada que de tan nueva genera alegría: es casi una exploración de cómo inyectarle vida a aquello que se ama, de ver esos rincones que nadie había visto y construir montañas desde eso. Una estaca al corazón de las series que se creen vivas y revisionistas. 
 

9 El documental del año es una celebración pírrica

El año donde Twitter demostró algo: el documental vive una edad de oro a la hora de su consumo. ¿A la hora de sus contenidos? Bueno, cada uno que disfrute Carmel o Tiger King como guste, pero lo cierto es quizás para quienes tienen más ganas de cine estas series no representan más que las migas de pan virtual que nutre a followers antes que otra cosa. We Are The Champions, justo cuando no salimos al mundo, es todo lo contrario: la serie de Netflix muestra deportes extravagantes (carreras con quesos, el Superbowl del peinado, baile con perros, deglutir picante) y en su estética Wes Anderson captura una belleza radiante, que da candor y felicidad, que permite entender que el mundo del documental es más que un podcast con anábolicos.  
 

10 El relato súper más inteligente desde Watchmen

Ok, decir que The Boys y su segunda temporada por Amazon fue subvalorada es exagerar. Pero, un momento: ¿cómo puede ser que en una industria donde los superhéroes definen la estructura comercial y creativa de Disney, la empresa de entretenimiento más grande del mundo, este milagro irreverente no sea leído como la perfecto insubordinación? The Boys es, basicamente, superhéroes en el mundo real, pero más interesado en los relacionistas públicos que en la geopolítica. Es una patada en las bolas a Hollywood y sus estrellas, su sistema de mentiras y de construcción de imagen. En esa dualidad pone hoy la vieja tensión Clark Kent/Superman, y los resultados son tan primitivos, por su fuerza, como brillantes y revisionistas.