ESPECTACULOS
‘Dos locas de remate’

“Le pondremos el cuerpo a las balas”

Soledad Silveyra y Verónica Llinás nunca habían compartido escenario. Junto al director Manuel González Gil presentan la obra de Ramón Paso.

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Reunión. Las actrices junto al dramaturgo Manuel González Gil, quien las convocó para esta obra particular y con tono de comedia. | GZA. GABRIEL MACHADO

El 15 de abril se conocerá Dos locas de remate. Será la primera vez que Soledad Silveyra y Verónica Llinás compartan un escenario. Fue Manuel González Gil el adaptador y director de esta obra de Ramón Paso. El dirá: “Fue un tiempo difícil, muchas actrices no se atrevían a subir hoy al teatro. La avenida Corrientes va a dar una respuesta con siete u ocho estrenos importantes. Es casi una toma de posición. Los empresarios quieren demostrar que el teatro está vivo y presente. El Astral es uno de los más grandes, por lo cual con el protocolo tendremos el 50% habilitado y serán doscientas butacas. Hay mucho cuidado. No corrés el mismo riesgo de ir a un restaurante o subir a un transporte público. Estoy dirigiendo con el cronómetro en la mano. No puede durar más de una hora y cuarto, para poder airear la sala. Iremos viernes 19.30, sábados 20 y domingos a las 19”.

—¿Qué les interesó de la obra y por qué el cambio de título?

MANUEL GONZÁLEZ GIL: El original –El reencuentro– no contaba para nada el vínculo extremo. Había que evidenciar toda la “locura” de estas hermanas y quisimos que esa palabra estuviera en el título. Me interesó cómo se comunican ellas: Julia y Catalina. 

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SOLEDAD SILVEYRA: Me gustó el director, mi compañera y el teatro, ya que tiene una capacidad interesante. Sobre todo con esta incertidumbre que hay en el mundo. También me pareció importante hacer funciones solo tres días a la semana.

VERÓNICA LLINÁS: Esa relación entre hermanas, los vínculos y la locura me interesan. No me gustó enseguida. Tuve que hacerle una segunda lectura y ponerme la cabeza en otro tono. Ahí sí me dio mucha gracia. Sentí que era una comedia donde pasaban muchas cosas. Vi el desafío de hacer una actuación sin caer en la caricatura y buscando verosimilitud. 

—Es la primera vez que comparten escenario: ¿cómo lo viven?

S: Sí, y no nos conocíamos. Vi su película La mujer de los perros y me quedé enamorada de ese trabajo. Me maravilló su actuación. Me gusta mucho su forma de actuar. En esta obra se verá cómo su personaje cambia. 

Ll: A mí Solita siempre me gustó como actriz. La veía en las novelas y la admiraba como heroína, por su belleza y femineidad. Era la mujer que todas queríamos ser. Cuando la vi en el teatro se me reveló una gran intérprete. A veces hay actrices de televisión a las que le queda grande el escenario, pero no es el caso. Siempre le creí todo. La veo un “animal de teatro”, en el mejor sentido. 

—¿Cómo es el tono de la tragicomedia?

G: Las relaciones humanas son complicadas, más cuando es un vínculo familiar. Toda comunicación es tortuosa y cae en lo tragicómico. Ese tono puede llevarte a excesos y éste es el peligro. 

S: Es complicado encontrar lo trágico y cómico. Nos preocupa mucho a las dos, más allá que ambas tenemos bastante texto. No queremos hacer una comedieta, sino crear dos personajes verosímiles. 

Ll: Es un desafío encontrarle el tono. Si lo hacés muy de verdad es una tragedia. Actoralmente hay que ser muy justo en el nivel de verdad, en los ritmos y los tiempos. Es clave acordar nuestro vínculo sobre el escenario. Hay una mística antigua del teatro que usa la palabra “duelo actoral”. Creo que deben ser dos que trabajan juntas. Nunca es un duelo: siempre debe ser un equipo. Fue un enorme placer encontrar una compañera que es igual a una trabajando.

—Hubo espectáculos que tuvieron que bajar por falta de público: ¿será el miedo o la crisis económica?

S: Son las dos cosas. El público de teatro está generalmente arriba de 35 años y llega a los 70 o más y se nos hace difícil salir. La gente no tiene problemas para ir a comer, pero parecería que el teatro da otra sensación. Debemos quedarnos con lo creativo.  

Ll: Hay varios factores. Tampoco son tantos los espectáculos, me parece que los que hay podrían sobrevivir. La gente todavía tiene miedo de ir a lugares cerrados. Me encerré todo el tiempo, ya fui al teatro y noté el gran cuidado que hay en todas las salas. Me parece que estamos en la vanguardia, le pondremos el cuerpo a las balas. 

G: Es un combo, pero siento que es más por miedo. El público de Buenos Aires es un enfermo de teatro. Lo necesita, pasamos crisis económicas muy fuertes y los escenarios siguieron de pie. Nuestros espectadores por lo general son de la tercera edad, se toman sus precauciones y aún están atemorizados. 

—¿Es por eso que predominan las comedias en la cartelera actual?

G: Hay como un acuerdo para que las propuestas tengan humor. Creo que todos sentimos que ya padecemos mucho fuera del teatro. Esto no es nuevo. Hace unos cuatro años que imperan las comedias para ser producidas, tal vez la pandemia lo exacerbó. Creo que hay que contar algo que haga que la gente se involucre. Tenemos un público inteligente y tal vez sea el más exigente de habla hispana, como el uruguayo. Es gente que ama y le exige al teatro. 

Ll: La gente pide reírse, lo necesita. No quiere decir que no te agradezcan la emoción. No tenemos motivos para reír por eso debemos inventarlos o generarlos. Tiene que ver también con la salud. 

—¿Qué nos está dejando la pandemia?

S: Lo mejor que nos deja son los vínculos, como muestra la obra. Hoy nosotros valoramos a la familia de otra manera. Se profundizaron las parejas y la relación con los hijos. Pero el mundo no se humanizó. Aunque los países ricos puedan comprar más vacunas que los pobres, hay algo en la humanidad que esto le tocó. Tanto a mí como a mucha gente nos golpeó. Cayeron máscaras. ¡Cómo invertir tanto en la guerra y tan poco en la salud pública! 

G: A nivel individual nos da una idea muy acabada de la finitud y de lo solidario. Nos baja a una existencia mucho más real y con plazos concretos. A veces no tenemos la conciencia de esa realidad. Hay que replantearse nuestras urgencias y valores. Existe una presencia muy fuerte de la muerte y ahí aparecen las preguntas. Rescato la actitud solidaria de muchos ciudadanos. 

Ll: Como cualquier desgracia nos enfrentó a nosotros mismos. Si mirás a los otros o mirás al costado. Me deja mucha incertidumbre y que no podemos estar seguros de nada. Siento una gran desolación. Ni siquiera puedo creer en quienes me informan. Me deja triste ver cómo no nos podemos unirnos, ni siquiera en estas circunstancias. Quienes no compramos ninguna operación de ningún bando, sentimos: ¿para qué enterarnos si nos van a mentir? Estoy sufriendo esto. Todo es turbio, lo que se informa y lo que se hace. Es un trago muy amargo. Quisiera que el objetivo principal no sea hundir al otro, sino nadar juntos.

 

La Cheta en el descanso

Cada uno fue modificado durante el 2020. González Gil dirá: “Me cambió la vida. En los últimos 15 años viajaba constantemente a México y también a Madrid. Todo se paró y quedó en suspenso. Este parate lo aproveché para escribir y adaptar. Ahora tengo mucho material para estrenar. Esperamos con Luis Luque llevar a México el espectáculo que dirigí y tuvimos que suspender: Si la cosa funciona de Woody Allen. Con Miguel Ángel Sola estamos viendo una obra francesa sobre Pablo Picasso, hace rato que la venimos trabajando”. 

Soledad Silveyra confiesa: “Empezábamos a ensayar el espectáculo teatral La fuerza del cariño con Miguel Ángel Rodríguez. Teníamos muy pocos días de encuentros y se cayó el proyecto”. Algo parecido le sucedió a Verónica Llinás. Afirmó: “Estaba en la segunda temporada de Carcajada salvaje. Había un proyecto de grabar una comedia en Underground para Telefe y se suspendió”. Cuando se le pregunta por La Cheta y sus videos que subía a su Instagram, dice: “Tuve muchos ofrecimientos para ver si hago un unipersonal. No soy una humorista política. Lo hice para reírme de ciertos funcionarios del gobierno de Macri. Cuando no hice videos sobre Fernández que a los tres meses le cayó la pandemia, me acusaron de ser K y de recibir sobres. Sentí que no era momento para empezar a tirar piedras y si hacía otro tipo de videos, me iban a acusar. Soy una persona aguerrida, polvorita, con sangre tana, pero a veces también estoy más débil, o para adentro, o me pesa en el ánimo. En este momento me pasa esto, me da tristeza ver gente manipulada, muy agresiva y con mucho odio. Confunden el humor picante con ser destituyente”.