ESPECTACULOS
Ballet Estable del Teatro Colon

Lo clásico y lo contemporáneo para fluir en el movimiento

Entre coreografías nacionales e internacionales a cargo de la compañía oficial, las bailarinas Karina Olmedo y Georgina Giovannoni interpretarán el célebre Adagietto.

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Puro talento. La bailarina Karina Olmedo en pleno vuelo de La bella durmiente del bosque. Hará el Adagietto de Oscar Araiz. | parpagnoli

En el mundo del ballet, hay diversidad de escuelas, técnicas, estéticas. También, de formatos escénicos: o bien, obras completas sostenidas por un argumento en el que se luce gran parte de una compañía; o bien galas, donde las estrellas muestran en solos o dúos sus proezas técnicas en escenas explosivas; o bien, reunión de distintas pequeñas piezas coreográficas. Este último es el caso de Noche clásica y contemporánea, del Ballet Estable del Teatro Colón. Su ciclo de siete funciones, que se completa este sábado 21 y martes 24, está integrado por Concierto para violín Nº 1, de Clark Tippet; Tema y variaciones, George Balanchine; el pas de deux del II acto de El lago de los cisnes, en versión de Mario Galizzi, y el Adagietto, de Oscar Araiz, sobre música de Mahler.

Antiguos y nuevos nombres subirán al escenario. Entre ellos, estará Karina Olmedo, primera bailarina por concurso, quien a sus espléndidos 46 años sigue bailando pero espera una obra completa en la que pueda despedirse de los escenarios. También estará Georgina Giovannoni, de 26 años, incorporada desde el año pasado, por un concurso que le permitió establecerse en el cuerpo de baile, luego de los contratos anuales que había comenzado a tener desde 2013.

Olmedo y Giovannoni, cada una de ellas hará el Adagietto, con su respectivo partenaire: Dalmiro Astesiano y Leandro Tolosa. Se trata de un dúo profundamente metafórico, en el que Araiz propone ver “un acto de comunión entre el agua y el aire”, entre otras posibles lecturas. ¿Quiénes son ese hombre y esa mujer que danzan este dúo estrenado en 1971 en el Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín? En ese lírico juego de pesos y contrapesos, la música, el tiempo y el contacto entre los intérpretes fluyen como la música de Mahler, para dar la ilusión de que todo sucede sin esfuerzo.

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Karina Olmedo lo califica como “simbólico”, porque “cuando entré al Ballet Estable, muy jovencita, a los 16 años, mis referentes eran Raúl Candal y Silvia Bazilis, a quienes veía mientras

hacían este dúo, del cual yo estaba enamorada: es una pieza de una sensibilidad muy grande, que toca todas las fibras. La música lleva a un viaje indescriptible. Cuando yo empezaba a bailar, aunque quizá yo era cuarto reparto, veía a Cristina Delmagro, Alicia Quadri, Eleonora Cassano, y aprendía mirando, escuchando, viendo cómo transitaban las obras quienes tenían más experiencia”.

Por su parte, Georgina Giovannoni sabe que “es un lujo y un honor hacer el Adagietto, obra trascendente. A Silvia Bazilis y a Raúl Candal, los vi por video; también supe de otras parejas importantes, como Marisel De Mitri y Alejandro Parente. Ahora Oscar Araiz me distinguió al haberme elegido para este trabajo conmovedor, íntimo y profundo, que requiere de concentración y conexión con el partenaire”.


Presente, pasado y difusion del ballet

Karina Olmedo y Georgina Giovannoni evalúan el presente de la danza clásica. Para la primera, “antes, a los referentes les teníamos mucho respeto. Esa cadena, en la que el que tiene el trayecto más largo puede ayudar al joven, no debe cortarse. Es conocimiento de generación en generación. Quizá las figuras del teatro no tenían promoción o publicidad, pero no por eso se era menos. Ahora, es otra generación, con más publicidad, que se ve por las redes sociales; se ha frivolizado. Para el artista, está bueno salir en la tele o el diario, pero se corre el foco respecto del crecimiento artístico a nivel individual”. La segunda, pese a los cambios tecnológicos, considera que “la danza clásica es de factura lenta, requiere de una disciplina que acompañe, más allá de que los jóvenes estén acostumbrados a cosas más rápidas. El teatro y el estudio de ballet son como un templo”.

Sobre la difusión del ballet, Olmedo considera: “Con todos los medios en los que actualmente se publicitan las funciones, y que además ahora se pueden ver por internet, se ha abierto el público; es más la gente que se acerca al ballet. [En relación con el éxito logrado por Julio Bocca en el Sodre], creo que influye que Julio, como desde muy jovencito estuvo al frente de su Ballet Argentino, tuvo noción de qué es una compañía”.