Cuántas cosas le pasan... ¿le pasan realmente... a uno en la vida?
Creo que no tantas.
Esas experiencias o sucesos o situaciones que se siente que no se olvidan... que son un antes y después... que producen transformaciones...
Tengo un recuerdo de cuando era chica. Una hermana de mi madre, Pochi, vivíamos a unas cuadras, nos quería mucho a mi madre y a mí, y todos los miércoles me llevaba a tomar la merienda a su casa. Llegaba a su departamento y ahí estaba la mesa en la que me esperaba.
Esa mesa.
Esa mesa estaba literalmente repleta, rebalsada, pletórica de exquisiteces, pequeños manjares, masitas, budines, canapés, galletitas, mermeladas, delicias, preparados con muuucho esmero. ¿Para qué? Para que solo yo, una nena de 9 años, merendara...
Aún a esa edad, no comprendiendo mucho quién era ella y quién era yo para ella, esa mesa de los miércoles era todo un asunto, un acontecimiento, y con el tiempo entendí por qué me impactaba tanto… (además de porque era riquísimo).
La razón era que estaba viviendo la experiencia de lo generoso, estaba con alguien muy interesada en dar, en encontrar la manera de darme algo, algo de calidad... y eso tiene una potencia enorme.
Desde hace un tiempo vengo estando atenta a los modos de dar que encontramos las personas.
Hay formas más rebuscadas, otras más fóbicas, o más entusiastas o más sutiles...
Hay gente que da, otra que concede, otra que provee. Hay otra que solo busca recibir y ni siquiera entiende lo que es la reciprocidad... y hay otra que no da nada.
A la generosidad se la define así, como el deseo de dar y compartir por sobre el propio interés o la utilidad... Es decir el disfrute tiene que ver con eso. Con el otrx.
Que la satisfacción sea: ¿qué le gustará al otrx?... ¿qué le vendrá bien? ¿se lo podré dar? y encontrar satisfacción… satisfacción plena ahí, en esa experiencia.
Y esa experiencia, la experiencia de lo generoso, la sigo viviendo, por suerte, y sobre todo, con quienes me han dirigido como actriz.
Con la mayoría de los directores y directoras con las que he trabajado, he observado que, además de querer hacer sus obras, sus espectáculos, sus películas, han estado atentxs a mi desarrollo, a mi despliegue, les importó mi alegría expresiva…
La mía y la de los demás.
Y uno de esos directores, determinante en mi camino como actriz, ha sido y es Javier Daulte.
Con Daulte he hecho Faros de color, la primera obra que él dirigió, La escala humana, Nunca estuviste tan adorable, Un dios salvaje, Personitas y ahora Valeria radioactiva.
Actuar en Valeria radioactiva es un derroche.
Llena de ideas, de situaciones, de humor, de emociones a explorar. Es una obra de una gran honestidad, donde se nota que se está muy implicado en lo que se ha escrito. Al actuarla tratamos de estar a la altura de lo que él pone en juego.
Hay mucha indagación sobre el amor, gran tema también, gran tema también para mí y, creo que se indaga la idea de que el amor es lo que se hace... y no lo que se dice.
Hay mucho para actuar en Valeria radioactiva. Hay un montón.
Desde que lo conozco, hace más de veinte años, Javier ha sido alguien que no concibe la idea de que un actor o una actriz haga un personaje que no tenga recorrido, desarrollo, o lucimiento en escena.
Sus obras rebalsan, como esa mesa en casa de la hermana de mi madre, de posibilidades expresivas, de variantes... de delicias actorales.
Hay en él lo que hace un tiempo intenté definir en la presentación de su último libro, abundancia.
La abundancia Daulte...
Hay abundancia y deseos.
Y los deseos son deseos de repartir, deseos de dar.
En tiempos de ajustes, en tiempos donde se nos dice que tenemos que tener una vida achicada, estrecha, austera, donde se nos pide que encajemos en modelos que no nos corresponden, que retengamos nuestras ansias y anhelos y se nos quiere hacer creer que esa es la naturaleza del vivir... que la riqueza es para unos pocos, pocos privilegiados...
Yo me sumo a la frase del poeta argentino Edgar Bayley y digo que no, que nunca terminará, que es infinita esta riqueza abandonada...
Que bastaría conocer y compartir la existencia con todxs estos seres generosos, como Daulte, estimuladores de despliegues, de transformaciones, no temerosos de las potencias de los demás, para entender que, si hay algún camino para una existencia plena, es por ahí.
Generosos, generosas del mundo, cuentan conmigo... Siempre.
En estas épocas creo que no es suficiente ser bueno, buena persona.
Tenemos, debemos me parece, aprender a dar, como vos, Javier.
Contenta de que la vida nos haya cruzado, contenta de ser tu amiga, contenta de tener la oportunidad de revivir actuando en tus obras la gloria de la merienda de los miércoles.
*Actriz de teatro, cine y televisión. Coordinadora de talleres de iniciación teatral desde 1991. Licenciada en Psicología. Actualmente integra el elenco de Valeria radioactiva en el Espacio Callejón los martes 20.30 y también Mi hermano es un clon, en ElTrece.