ESPECTACULOS
‘sep7imo dia’

Los fans celebran, de parabienes

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Musica. En más de un sentido, el show es un pretexto para volver a escuchar las canciones. | Gentileza Nancy Martinez
El estreno de Sép7imo día es mucho más que un nuevo espectáculo de Cirque du Soleil, que durante la última década ha venido al país prácticamente con periodicidad anual, deslumbrando siempre con su combinación de poesía, elegancia, surrealismo y acrobacias. Esta obra es otra cosa: es la comprobación real del poder de convocatoria, vigencia y perfección de Soda Stereo.

Tampoco había que esperar hasta el estreno para darse cuenta de este hecho: las cuadras y cuadras de gente haciendo cola para comprar las entradas hace varios meses atrás era la mejor síntesis del amor y pasión que sigue generando Soda entre viejos fans y aquellos que nunca los vieron en vivo.

Pero es cierto que la prueba de fuego era el estreno. Ahí se vería si la obra estaría a la altura de semejante expectativa. Y el fervor casi permanente, durante una hora y media de show, demostró que el monstruo está vivo y que la célebre compañía canadiense era capaz de sumar su estilo característico para dar un resultado asombroso.

Sép7imo día es una celebración permanente de las canciones de Soda. Es el pretexto ideal para volver a escuchar y cantar tantos hits. Los fans reconocen cada tema al instante, con apenas un par de acordes, y no dudan en aplaudir, cantar y hasta saltar como si fuera un concierto. Encima, perciben al vuelo los guiños que Charly Alberti y Zeta Bosio incorporaron a las nuevas versiones, a veces fusionando partes de un tema en otro (cual mash-up) y en otras oportunidades combinando tomas de estudio con versiones en vivo.

También hay referencias visuales a la historia de la banda: el perro del videoclip de Dietético, los televisores del primer show en el teatro Astros, los raros peinados nuevos del 85-86, la grilla metálica de Museum en En la ciudad de la furia, la pistola de Ella usó mi cabeza como un revólver, y hasta las guitarras características de Cerati.
A todo eso hay que sumar una docena de actos de acrobacia y malabarismos gimnásticos que funcionan como las imágenes de un videoclip, complementando y realzando cada estrofa. Hay humor, hay poesía, hay momentos claramente lisérgicos y hay una dosis perfecta de pop y rock, con una selección de éxitos que conforma un repertorio inteligente y arrollador.

La recorrida musical abarca desde la frescura de los comienzos (Mi novia tiene biceps, Te hacen falta vitaminas, Sobredosis de TV, Prófugos, Signos, Persiana americana), la etapa del final de lo años ‘80 (En la ciudad de la furia, Té para tres) y también las  grabaciones en la década del ‘90 (En el séptimo día, A un millón de años luz, Hombre al agua, Primavera cero, Luna roja, En remolinos, Planta).

Para el fan, entonces, es una celebración a la banda de sus amores. Y para el turista curioso, es un muy buen espectáculo del Cirque Du Soleil. Difícilmente alguien salga realmente decepcionado.  

* Periodista de rock, autor del libro “Soda Stereo, la biografía total”