Mucho del año que estuvo fuera de la radio, Lalo Mir se lo dedicó al ocio. No confundir eso con tiempo tirado. Buena parte de la inspiración artística del conductor de Circo súper pop (en la 101.5, de lunes a viernes de 9 a 13) puede aparecer en esos espacios que le quedan libres. “Hay momentos que son como olas. En general me ocurre cuando me voy a San Pedro y me quedo varios días en esa letanía del río, la isla y ese paisaje muy mínimo. En el año llené una libreta y dos cuadernos de cosas, pensamientos, disparadores, señales que sirven de guía para ver cómo sigue la cosa”, asegura la voz del que tal vez sea el último programa de autor que tiene la FM.
—¿Qué lugar ocupa en vos la melancolía?
—Tengo registro de mi pasado, pero no tengo una tendencia melancólica. Luego, la presencia de los personajes de mi historia (la presencia de Douglas Vinci o que venga de invitado Bobby Flores) tiene que ver con un rescate que estoy haciendo. Lo que nosotros hicimos a fines de los años 80 se perdió, y lo que hay hoy no es una sucesión de eso. Es como una involución, para mí. Tengo que volver a agarrarme de esas cadenas para saltar otra vez hacia el futuro. El grado de ácido, de fina ironía, desparpajo y frontalidad que teníamos se perdió. La mayoría de las radios modernas son una mesa de amigos hablando como si estuvieran en un café.
—¿Por qué se licuó la escuela y devino una mesa de opinadores?
—Es economía de medios, es más fácil y dio mucho resultado. La primera hora de Mario era así y marcó mucho después de que salimos de Rock & Pop. Animal de radio era un programa de autor, estaba todo muy escrito. Cuál es era un programa de una impronta muy improvisada, y los primeros 45 minutos eran una especie de ir a ningún lado, donde pasaban todos los temas, pero no había cierre ni conclusiones. Eso tuvo muchísima audiencia. Después siguió con Perros de la calle. Dio muchos frutos y era fácil de hacer. Dependía del estado de ánimo de las personas frente al micrófono y de un par de consignas. No trabajé en esos programas y tal vez no era tan así, pero era lo que se escuchaba.
—Una radio “low-cost”…
—Y sí, tenés menos gente. También es menos esfuerzo. Porque para hacer otro tipo de radio tenés que pedir los textos, producirlos, grabarlos y corregirlos. Es más tedioso. Tuvimos, tal vez, una época más liberal en ese sentido. También pasó con el arte, con experiencias cinematográficas y teatrales hechas desde la imaginación, fuera de los lugares tradicionales de la dramaturgia. Eso después fue a la televisión, con Tortonese y Urdapilleta, mucho de lo que hacía Gasalla y hasta el final de los Sofovich. Muchos de los sketches de Olmedo eran improvisados.
—Pero no cualquiera improvisaba bien. En radio improvisar parece una generalidad…
—Es cierto, los notables eran pocos. En radio también son pocos, tres o cuatro. Hay cien radios, pero las que se escuchan son cinco.
—¿Se veía venir esta actualidad de los medios?
—No me toma por sorpresa, pero no tengo bien la respuesta. Creo que es una multiplicidad de factores. La falta de empresarios de medios, que crecieron y que aman los medios, es una. Salvo raras excepciones, los medios se volvieron parte de corporaciones. La comunicación con las audiencias masivas se volvió una unidad de negocios. Cuando empecé en la radio, el que manejaba era el artístico, porque el tipo hacía radio. El y los conductores armaban los programas y vivían la radio como la vivo yo. De pronto llegaron los marketineros, contadores o licenciados en administración que aplicaron otras técnicas y le dieron otra identidad. Cuando vos repartís el poder sobre la antena de la radio se pierde peso artístico. Es como si a un cuadro lo pintaran diez personas. Hay muchos colectivos de arte, pero no es lo común.
—¿Ya estás preparando “Encuentro en la cúpula”?
—En abril-mayo empezamos con ese formato. También estoy pensando en meter cinco o seis ION, un medio ciclo de Encuentro en el estudio, con grandes de la música.
—Llevás casi diez años en Encuentro. ¿Te modificó algo la administración de Cambiemos?
—El canal quería hacer un cambio y usar la cúpula del CCK, lo que nos pareció genial. Fuimos hacia un show, a un formato pariente pero distinto, casi como un vivo; el otro era como un documental.
—¿Qué tan diferentes son las dos administraciones, culturalmente hablando?
—Son distintas. Todo el mundo ve que la comunicación de este gobierno y la del anterior son distintas… Los funcionarios son distintos, la burocracia es la misma.
“Estas emisoras se estan autosustentando”
—Hablabas de las pérdidas artísticas de la radio en general. ¿Sentís que Pop tiene identidad?
—Esta radio se está reencontrando, porque salieron dos personajes fundamentales para su historia, como Santiago del Moro y Beto Casella. Se está armando y tiene cierto sentido. Las audiencias parecen decir eso, que hay una idea bastante común.
—La Negra cree que los oyentes que tiene en Pop se parecen más a los que tenía en Rock & Pop. ¿Coincidís?
—Sí. Suenan parecido en el mensaje telefónico. Está esa idea. Menos Capital, más Conurbano. O igual, más horizontal, si se quiere. Una mezcla de voces, tonalidades y escrituras muy heterogénea. Tiene sentido lo que dice la Negra.
—¿Seguís firmando contratos por un año?
—Esta vez andamos por los dos, pero está todo abierto.
—¿Tomaste recaudos por posibles atrasos salariales?
—Estas radios están laburando con giro propio. Las vicisitudes de los cambios en las empresas y los temas judiciales no los sigo mucho porque cuando quise entenderlos me hicieron mal. Yo hago radio y sigo para adelante. Acá las radios se están autosustentando, así que en principio no deberíamos asustarnos o paranoiquear. Pero sí, uno pone mecanismos que hacen todo un poco más laxo, por si uno se quiere abrir. También porque no sé qué resto tengo. Estoy haciendo radio a un ritmo que no sé si llego a fin de año. Hacía mucho que no trabajaba así. Me levanto a las 6, son cuatro horas de aire, más otro tanto a la tarde. Es un programa de cabeza intensa.