Hace unas semanas, el prestigioso Instituto Cervantes homenajeó a Les Luthiers. La ceremonia fue sencilla, emotiva y también cargada de significado: dos de los integrantes originales del grupo –Carlos López Puccio y Jorge Maronna– depositaron en una caja de seguridad la partitura de la Cantata laxatón, una pieza paródica inspirada en La Pasión según San Mateo, BWV 244, de Johann Sebastian Bach, que el arquitecto Gerardo Masana, otro de los fundadores, escribió en su momento en papel para planos porque no tenía dinero para comprar hojas pentagramadas, según cuenta la leyenda. También dejaron en esa especie de cápsula del tiempo destinada a que las generaciones futuras revisen el legado de este conjunto artístico nacido hace cincuenta años el folleto original del laxante en el que se basaba la letra de esa singular cantata barroca, una humorada bien típica de estos talentosos argentinos de exportación.
Estaban allí para aplaudirlos Joan Manuel Serrat, los miembros del famoso grupo teatral catalán Tricicle, Ana Belén, Víctor Manuel y Miguel Ríos, entre otros artistas que los quieren y los admiran. El maestro de ceremonias fue el periodista y escritor colombiano Daniel Samper Pizano, quien resaltó “la capacidad de Les Luthiers para hacer reír a millones de personas en veinte países diferentes durante más de medio siglo”.
El acto tuvo algo de memoria y balance, justo en una etapa en la que Les Luthiers empieza a cambiar obligatoriamente de forma: dos de sus miembros ya no están entre nosotros (el mencionado Masana y Daniel Rabinovich), y Marcos Mundstock se recupera lentamente de un problema de salud que lo dejó fuera de las próximas presentaciones del grupo, que ahora gira otra vez por Argentina con su antología Les Luthiers. Gran Reserva: dos shows en el Auditorio Belgrano este fin de semana (ayer sábado y el viernes), tres en Córdoba (29 y 30 de noviembre, 1º de diciembre) y tres en Bahía Blanca (6, 7 y 8 de diciembre), antes de un breve receso y el inicio de un nuevo tour por España con Viejos hazmerreíres, espectáculo estrenado en 2014 en el Teatro Astengo de Rosario, un punto de partida habitual para el grupo. Ese periplo español arrancará el 4 de marzo en Zaragoza y concluirá el 20 del mismo mes en Vitoria, luego de pasar por San Sebastián, Logroño, Pamplona y Bilbao.
Con el retiro definitivo del “voluntariamente jubilado”, según definieron oportunamente sus propios compañeros, Carlos Núñez Cortés, la formación actual de Les Luthiers incluye a los “viejos” López Puccio y Maronna, y los “nuevos” Roberto Antier, Tomás Mayer-Wolf, Martín O’Connor y Horacio “Tato” Turano.
En la última gira por España, donde hace dos años les fue otorgado el premio Princesa de Asturias en la categoría de Comunicación y Humanidades y tienen una cantidad notable de seguidores, Maro-nna presentó como novedad la “batería de cocina”, uno de los singulares instrumentos fabricados por Les Luthiers para su faena. La puesta en escena del grupo siempre es ambiciosa: suelen llevar todo su equipaje en cuarenta y cinco baúles rodantes que transportan cinco toneladas de peso, entre instrumentos y equipos de sonido.
Luthiers de las nuevas generaciones
No debe ser nada fácil entrar a un grupo con la historia y el prestigio de Les Luthiers. Pero lo cierto es que los cuatro integrantes “nuevos” que hoy son parte del proyecto se han acoplado muy bien a lo que parece ser ya una franquicia del espectáculo. Los resultados que se ven en escena y la aceptación plena del público quedan claros: este año la tercera temporada de Gran Reserva, hace unos meses en el Teatro Gran Rex, fue todo un éxito. Mientras estuvo en cartel fue superada en taquilla por dos hits de la calle Corrientes, Cabaret y Una semana nada más.
La historia de los reemplazos en Les Luthiers se remonta al año 1996, cuando ingresó temporalmente al grupo Horacio Fontova. Hoy, la tarea más difícil le toca a Roberto Antier, hijo de la recordada actriz Violeta Antier, fallecida en 1970 con apenas 43 años. Este actor de 56 años, que alguna vez trabajó en Broadway y se ha curtido tanto en la televisión como en el café concert, viene asumiendo el rol de Marcos Mundstock, voz inconfundible de un clásico de Les Luthiers, el inefable Johann Sebastian Mastropiero.
Martín O’Connor, de vasta experiencia en la comedia musical (Drácula, El beso de la mujer araña, Cats) y también hijo de una figura de la actuación nacional (Horacio O’Connor) es el encargado de suplantar a Daniel Rabinovich.
Pianista talentoso y experimentado, Horacio Turano tiene, por su parte, un largo recorrido en el circuito de jazz argentino, fue uno de los fundadores del grupo vocal Cuatro & 4 e ingresó a Les Luthiers en el año 2000.
Y el más joven de los “nuevos” es Tomás Mayer-Wolf, pianista, compositor, arreglador y productor musical recibido en The University of the Arts de Filadelfia. Tiene 37 años, fue fundador del popular grupo vocal Voxpop y también el responsable de la música de la serie televisiva Entre caníbales, dirigida por Juan José Campanella.
Gracias a todos ellos –más el aporte inestimable de dos veteranos inoxidables (López Puccio y Maronna), está claro–, esta larga y divertidísima historia que arrancó a fines de los 60 continúa.
La historia de un grupo emblematico
Uno de los golpes más fuertes que recibió Les Luthiers en toda su carrera fue la muerte de Daniel Rabinovich en agosto de 2015. Cantante y músico versátil, Rabinovich –señalado más de una vez como el más cómico de Les Luthiers y uno de los favoritos del público– se había conocido con sus compañeros a fines de los 60 en uno de los coros que por entonces tenía la Universidad de Buenos Aires. A partir de ahí empezó una historia de éxito realmente notable.
A lo largo de todo este tiempo, Les Luthiers se han presentado en lugares de mucho renombre: el Teatro Colón de Buenos Aires, el Palacio de las Bellas Artes de México, el Sodre de Montevideo, el Lincoln Center de Nueva York, el Palacio de Congresos de Madrid, el Teatro de la Maestranza de Sevilla, el Kursaal de San Sebastián, el Palacio Euskalduna de Bilbao... También han recibido decenas de premios: el Grammy Latino a la Excelencia Musical, los premios Max de Teatro, el Martín Fierro, el Santa Clara de Asís y el Florencio Sánchez, entre muchos otros. Fueron nombrados Ciudadanos Ilustres de Buenos Aires, galardonados con la Orden de Isabel la Católica y honrados con la ciudadanía española.
El Congreso argentino les otorgó las Menciones de Honor Domingo Faustino Sarmiento y Juan Bautista Alberdi. Y la Universidad de Buenos Aires distinguió a los miembros fundadores con el título Doctor Honoris Causa.
Todas las letras, músicas y arreglos que interpretan en vivo son creaciones de los integrantes históricos: Rabinovich, López Puccio, Maronna, Mundstock y Núñez Cortés.
Hoy por hoy, los espectáculos de Les Luthiers están apoyados básicamente en la nostalgia. Se entiende: tienen una obra muy vasta como para repasar en cada gira que emprenden. “Las antologías sirven para recuperar obras que, más allá de nuestra satisfacción personal, le han gustado mucho al público. La gente que nos sigue nos pide eso –le confesó hace poco Maronna a la prensa española–. Muchas veces funcionan mejor que antes con apenas algún retoque mínimo. Pero también tuvimos fracasos, como cuando volvimos con El rey enamorado, una serenata que hacíamos en el año 79 y que causaba mucha gracia en aquella época, pero que en 2013, cuando la incluimos en el estreno de ¡Chist!, no le movió un pelo a nadie. ¡Ni una risita miserable! Igual iremos por la revancha: en 2020 la vamos a recuperar de nuevo porque todavía nos parece muy rara una caída tan estrepitosa”.
España es una de las plazas fuertes de Les Luthiers, pero el grupo se ha presentado también en Uruguay, Paraguay, Chile, Colombia, Perú, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Brasil, Costa Rica, Cuba, México, Estados Unidos e Israel.
En el homenaje del Instituto Cervantes, López Puccio y Maronna también dejaron varios CD y DVD de algunos de sus exitosos espectáculos en la caja número 1.224 de la enorme bóveda del lugar. La urna recién volverá abrirse el 4 de septiembre de 2042, cuando Les Luthiers ya sea historia. O no...