ESPECTACULOS
Marcos Bicho Gomez

“Los políticos no tienen humor”

El actor, que estrenó Muertos de risa en teatro, asegura que hoy es muy difícil hacer chistes porque la gente se ofende fácilmente. Un artista que se permite ser incorrecto.

Feliz. Hace teatro y, al mismo tiempo, ayuda a su primo en el Cirque XXI en Tortuguitas.
| Marcelo Aballay
Hombre de circo”. Así prefiere definirse Marcos “Bicho” Gómez, perteneciente a una familia con mucha historia circense. El aún ejercita esa pasión durante las vacaciones de invierno en el Cirque XXI, propiedad de su primo, en Tortuguitas. Será por eso que el éxito no lo mareó y hoy multiplica su actividad entre algunas colaboraciones en Ideas del Sur y el espectáculo teatral Muertos de risa, junto a Gaby Almirón, de miércoles a domingos en el Metropolitan Citi.
—¿En tu historia profesional, después del circo llegó La Banda de la Risa?
—Sí. Mi papá tenía el circo en Pasco y Rivadavia y hasta allí llegaron Claudio Gallardou, Carola Reyna, Mauricio Dayub, Tony Lestingi y muchos más, que estaban investigando sobre lo circense. Eso fue en 1983, al poco tiempo Gallardou me convocó para que me sumara a La Banda de la Risa. Viajamos por el mundo, fuimos los payasos que hacíamos clásicos: Martín Fierro, Fausto o Arlequino. Tenía 27 años cuando dejé el circo y me sumé al teatro. Este grupo fue una gran vidriera y me empezó a ver gente muy importante. Así fue que Pepe Soriano me consiguió bolos para Mesa de noticias, y después vinieron Jorge Guinzburg y Marcelo Tinelli.
—¿Por qué la versión teatral de “Muertos de risa”?
—Somos muy amigos con Gaby Almirón y él me propuso llevarla al teatro. Buscamos los derechos y ahí empezaron las trabas. No nos podíamos conectar con Alex de la Iglesia, hasta que él hace dos años vino aquí. Nos invitaron a la avant premiére, lo encaramos y le gustó la idea. Nos dio su e-mail personal y así descubrimos que los directores no son los dueños de los derechos sino sus productoras. Fueron años de gestiones hasta que le escribimos contándole lo que nos pasaba y gracias a nuestro Argentores y él por Aisge se pudo hacer.
—¿Cómo definirías la obra?
—Tanto la película como la versión de teatro son comedias negras, que muestran la historia de dos buscas o rascas. Aparece cómo es el ser humano: la denigración, el odio, la envidia y también el amor. Se ve lo miserables que podemos ser y cómo se puede hacer cualquier cosa para ser exitoso, aunque después no sepas cómo mantenerte. Ojalá la mantengamos mucho tiempo en cartel y que pueda venir Alex de la Iglesia a verla. El arte tiene que ver con el azar. Es la gente la que decide si va o no. Lo interesante es que el fracaso le puede llegar a cualquiera, es muy democrático.
—¿Cuáles son tus límites en el humor?
—No tengo muchos límites, sólo cuando veo que al otro lo molesté, ahí paro y pido disculpas. Me gusta mucho el humor negro, pero no está bien visto socialmente. Pero fijate que cuando hay una desgracia aparecen los chistes. En estos tiempos es difícil hacer humor, si hacés un chiste con los gordos o con cualquier otra persona, saltan desde el Inadi. Es más complicado porque la gente se ofende fácilmente y el humor sirve para sacarse mochilas de encima.
—¿Los políticos compiten con el humorismo?
—Creo que a veces se quieren hacer los graciosos porque se creen que son más cancheros. No creo que sea humor, sino hacerse los lindos y simpáticos al principio y después… ¿qué pasó? Siento que no tienen humor los políticos, si les hacés un chiste, les molesta. Si cargás a un justicialista que se fue para otra rama, no se lo toma con humor.