Sintientes fue una experiencia inolvidable en San Francisco de Jujuy. A poco de empezar una capacitación en la comunidad, para crear emprendimientos sustentables a favor de su independencia, me propusieron dirigir este documental.
Luego de tener lindos encuentros con la gente involucrada en el proyecto, entendí que quería volver a realizar un documental observacional como los había hecho con Soy Huao, en la selva amazónica y con Arrieros en la cordillera de los andes chilena. Pero aquí, el desafío era mucho mayor. Como contar la capacitación que se desarrollaría a través de talleres de especialización dictados por referentes de distintas áreas en materia de sustentabilidad, sin hacer entrevistas, y sin interpelar con preguntas a los habitantes de ese lugar situado en medio de las yungas jujeñas. El secreto estaba en vivir como uno más durante el tiempo que duraran las distintas actividades, y de apoco, convertirme en uno más, junto a un equipo reducido de técnicos que no superara los dedos de una mano.
Y así lo hicimos. Logramos que la cámara se volviera invisible desde el primer momento. No solo registramos los talleres de principio a fin, también nos introdujimos en la cotidianidad de quienes respiran el lugar desde que comenzaron a dar sus primeros pasos allí. Se dio todo de manera orgánica. Cenando en las casas de los habitantes o compartiendo sus quehaceres, en definitiva, entendiendo las costumbres y la problemática que suele tener cada persona en particular.
Más allá de lo novedoso que significaba intentar promover la economía empoderativa, en favor de las comunidades emergentes, para que mejoren su calidad de vida y recuperen sus saberes ancestrales, lo más importante para mí fue volver hace unos quince días, luego de la pandemia, y ver que varios emprendimientos siguen en pie. Y lo más importante: Estrenar la película en San Francisco. Era indispensable que primero vieran la proyección, quienes son los verdaderos protagonistas de esta historia. Sentía junto a Ale Kretschel, el generador de esta idea primaria, la necesidad de saber que les produciría. Y resultó maravilloso.
Ahora sí, podemos estrenarla para que se vea en todos lados. Con solo imaginar que el espectador pueda plantearse cosas que tienen que ver con la idea de que nada puede ser resuelto si no cambiamos, siento que ha sido un documental que ha valido la pena realizar.
No solo nos concentramos en los habitantes del pueblo. También nos adentramos en la flora y la fauna de ese paraíso poco visto por mucha gente. Pues cuando uno habla de Jujuy, siempre piensa en la parte más árida y el cerro de siete colores, pero es increíble haber descubierto la yunga en las alturas. Es difícil de explicar lo que sentíamos en lo alto del Parque Calilegua, mirando por encima de las nubes.
Un equipo especializado en el retrato de la naturaleza se dedicó exclusivamente a filmar en la selva. El montaje ha sido realmente otro desafío, pues había muchísimo material y fue necesario montar cada taller en paralelo y comenzar a estudiar la manera de relacionar las tres columnas como pilares de la historia: los habitantes en su vida cotidiana, los talleres en busca de los productos sustentables de su tierra y la naturaleza en sí misma, pues, si no comenzamos a verla y cuidarla desde otra perspectiva, estaremos en problemas graves sin duda.
Todo lo recaudado por la película será destinado a los emprendimientos que continúan en San Francisco. La pueden disfrutar desde el 18 de marzo en Play.puentesdecine.com.ar.
*Director de cine.