Hace años, muchos antes que la gente que pague la AFIP comprara Funkos en sus cumpleaños y nuestras tías supieran quién era Thor, Kevin Smith fue un fanático. Uno que mezcló en una acción concreta su amor por el cine en cajitas de los años 80, los cómics de superhéroes y algunos de esos otros consumos que hoy cotizan: vendió su colección, sacrificó tarjetas de crédito y filmó Clerks, una comedia en blanco y negro con diálogos que en aquel 1994 no se habían escuchado nunca. Un modo que hoy cualquier experto sobre estos temas, siempre con más de Marley cool que de Smith, usa para intentar, puff, diferenciarse de otras voces todas iguales.Lejos de eso, Kevin Smith fue el Richard Linklater de cierto espíritu geek de los años 90; fue el Kurt Cobain de quienes sabían que era H.Y.D.R.A. y conocían one-liners de películas que hoy las plataformas no compran. Smith fue un Pac-Man del pop omnívoro de los años 90, que después pasó a ser norma en muchos medios y usos actuales.
Por ejemplo, en su segunda película, después de su megaéxito con Clerks, Smith invitaba al mismísimo Stan Lee a hacer un cameo, uno gracioso. Antes que Marvel fuera incluso un fracaso en el cine. Smith para quienes saben verlo, siempre ha estado. Con sus fracasos, con su potencia, con su sinceridad, con sus admitidos una y otra vez límites y ahora con universo del podcast, que le generó una segunda vida hace más de una década a la luz del público. Smith ahora tiene el poder. Es el showrunner de Masters of the Universe: Revelation, la continuación de la saga de, ni más ni menos, He-Man, el genérico que cualquier humano usa para referirse a alguien fortachón. Revelation es un punto bisagra: es el universo de He-Man, un juguete que se prendió en la cultura y memoria popular, expandido en Netflix. Y si bien He-Man y Smith han siempre estado ahí, quizás ahora vuelvan a ser más populares que nunca. El mismísimo Smith le dice en exclusiva a PERFIL: “Ha sido un largo y extraño recorrido hasta esta serie. Y eso que solo estoy pensando en el período que va desde el anuncio hasta este lanzamiento. Si me expando más, considerando que casi muero hace algunos años, me es increíble, honestamente. Creo que he recorrido tantos lugares, tantas formas de contar, y siempre lo hice honestamente, y eso obviamente habla también de mis límites. Creo que tuve suerte, pero también tuve tenacidad. Había un instante donde quería quemar todo, prender fuego los puentes y adiós. Pero hoy todo adquiere un sentido, una forma, que realmente me sorprende. Pude ayudar a mi hija a que actúe, generar espacios para ella, fui amigo de Stan Lee, hice un reality desde mi tienda de historietas con mis amigos, y he podido jugar hasta con Batman. ¿Entiendes eso? ¡Batman! Y sé que hay decenas de otros nombres que podrían hacerlo. Solo lo agradezco, de verdad”.
—Hay algo en He-Man, como franquicia, que apela de inmediato a la nostalgia, y sos un experto en eso ¿puede ser una trampa en un relato?
—Por supuesto que puede. Pero quizás no para mí. Adoro eso, adoro la nostalgia. Pero claro que puede ser venenosa. Entender algo no es coleccionarlo. Es ver sus posibilidades, es entender dónde puede moverse. Y al mismo tiempo, es ver algo que nos sorprende más: ¿cómo puede ser que el mundo se parezca a esa reunión de unos pocos en la comiquería local hace dos décadas? ¡O más todavía! Todos los días hay preguntas de He-Man. Todos los días la gente quiere saber de Marvel. ¡Hay relatos de superhéroes cada 15 días! Podés convertirte en algo que recela eso, o podés, que es lo que hago yo, divertirte con ello. ¿Cuál era la posibilidad de vivir en un mundo donde todos quieren todavía estar conectados con eso y celebran cuando He-Man dice “Por el poder de Greyskull”? Obviamente hay gente que ve un problema en eso, pero yo crecí con eso, y nunca dejé de disfrutar otra cosa. Se sigue pensando que hay una forma de ver eso, y solamente eso; no se entiende que si bien eso es una posibilidad, no suele ser el caso.
—¿Qué creés vos, que lo viste suceder, que ha llevado a este instante donde las franquicias de los años 80, las más impensadas, vuelven y generan miles de millones?
—Todavía no puedo creerlo. Yo trabajé en He-Man. ¿Cómo podía imaginarme algo así? Jugar con estos personajes. Creo que son muchas cosas, pero hay algo que no podemos sacudirnos: seguimos pensando desde la travesura, y quizás eso es bueno. Es más difícil darte cuenta que el personaje que amas también lo ama alguien que piensa políticamente cosas que te parecen aberrantes. Pero hay un aspecto reconfortante en eso: no es tanto ignorar las diferentes, sino ver el poder de estos relatos de unirnos por un rato, de generar un punto de partida, de entender que podemos hablarmos. Y, aparte, obvio que es una panzada de felicidad para mí, y supongo para vos, hablar un rato de qué puede suceder con Skeletor. Tenemos que entender que somos la generación que hizo esa norma, y no travesura. Aunque entiendo la energía de la travesura, ¡eh! Y entiendo es vital a estos personajes. Pero es más fácil que hoy alguien te diga todos los nombres de los Avengers que de los personajes de El padrino. ¿Quiero que sepan ambos? Sin dudas. ¿Me parece un pecado saber solo los de Marvel, o de Coppola? No. Sobran fundamentalismos para acusarnos. Sobran distancias para no abrazar lo que nos une este rato.
—¿Qué querían hacer con He-Man y retomar una serie que aunque adorada, solo en los cómics fue vista desde un lugar lejano a esa caricatura?
—Queríamos contar cómo sería ese mundo si se sacudiera hasta sus cimientos. He-Man es Superman: es gigante, inevitable, hasta tiene doble identidad. ¿Qué pasaba su tomábamos su mito y jugábamos con su ausencia? ¿Qué pasa alrededor de He-Man? ¿Qué pasa cuando eso pierde la inocencia? Y queríamos hacerlo desde un lugar que le hablara a cualquiera que se siente a ver la serie. Fue un placer trabajar en equipo, sobre todo considerando suelo estar solo. Tomar todos esos personajes, todos nacidos desde la fiebre de He-Man en los años 80, y convertirlos en algo sentido, y que es sentido por el amor que le tenemos, no por decir “¡ven! ¡esto tendrían que haber hecho!”. Todo tiene sus tiempos, y formas, y maneras de reconfigurarse. Yo soy un ejemplo claro de eso.
—¿Qué sentís define a tu universo de producción, como director, como guionista, como podcaster?
—Sé que como autor, no soy Richard Linklater. Recuerdo cuando Slacker, su primer film, me hizo hacer Clerks. Mis limitaciones me alejaron de una forma más estandarizada de recorrido. Antes creía en hacer la obra maestra, y ahora veo que pude hablar desde mi rincón de Nueva Jersey, y eso fue crucial. Tuve una voz y la vi encontrar eco en otros, hasta en Argentina. Eso me hace muy feliz.
El regreso de Silent Bob y Jay
Se anunció esta semana que Kevin Smith filmará desde agosto Clerks III, el cierre de la saga que le dio una carrera. Una saga que contaba sus días detrás del mostrador de un videoclub y de un negocio abierto las 24 horas desde las bromas pop. Es famoso su uso de referencias a sagas como Star Wars desde un realismo cómico contado desde un hogar trabajador (ejemplo: un diálogo sobre los constructores contratados a trabajar en la Estrella de la Muerte cuyo remate lo genera un albañil de Nueva Jersey). A la hora de marcar ese vínculo, entre el pop y entre el hogar en los suburbios, Smith se sorprende un poco: “Nunca había pensado en eso puntualmente. Siempre lo vinculaba a mi experiencia, como empleado, como lector, como persona que hablaba demasiado sobre cómo sería si Superman tenía sexo con Luisa Lane. Quiero decir, siempre pensé en la épica de mi hogar, en las noches viendo series, y en esa TV donde veía mucho, pero es cierto que hay algo de ver siempre desde los suburbios, desde la clase trabajadora que disfruta, pero que también puede juzgar desde ese lugar”. Respecto de su Masters of the Universe: Revelation, Smith no presume: “Es sabido, y lo digo siempre, que no soy un hombre de acción. Ahí entró el equipo de escritores, de animadores, de producción, de Mattel. Todos confiaron y ayudaron, me dejaron hacer lo mío, y querían que estuviera ahí por eso. Eso es lo genial de este momento. Te buscan por lo que puedes hacer y no para que hagas lo que dicen. Creo que es un gran momento para saber qué quieres hacer”.